lunes, 13 de junio de 2011

Hechos y opiniones

Cuando uno hace un comentario, siempre habrá alguien que se sienta aludido. Verdad de Perogrullo, ¿no? Lo contrario significaría que eres tan desgraciado que no tuviste siquiera un lector que pudiera rebatir tus planteamientos. Ni que decir tiene que si el ‘criticado’ (de crítica: juicio, opinión o conjunto de ellos que se hacen sobre algo) es ‘tal’, te lloverán las felicitaciones de ‘cual’ (y viceversa). Harto complicado será que te llame (o escriba) el sometido a reflexión para coincidir con tus razonamientos. Lo más, puede que un correo electrónico para señalarte que has errado plenamente. Me detengo un instante para señalarte que hace unos días leí en otro blog la colaboración de un asiduo que argumentaba: Entiendo –y es probable que esté herrado– que un gobierno en minoría… Y me alegré enormemente de que por fin alguien coincidiera conmigo en lo de los animales de dos patas, a los que, por lo que parece, ya les colocamos un par de elegantes herraduras.
En casi seiscientas entradas he tenido la oportunidad de opinar, verbigracia, de la extraña deriva de CC en el ayuntamiento realejero. Ídem de cualquier asunto que guardara relación con el PP. O no me leyeron, algo bastante probable, o pasaron olímpicamente del tema y de quien garabateó los renglones, que es la manera más elegante de mandarte a freír chuchangas (eso decía mi madre). Pero como uno arrastra con el pecado de haber participado en la política municipal bajo el paraguas de unas siglas (PSC-PSOE), cada vez que redacto cuatro párrafos para darles mi criterio acerca de lo de acá o lo de acullá, tengo la tremenda suerte de que no solo me leen sino que hacen el pertinente comentario de texto, estilo examen de PAU. Pues bastante que me alegro. Y las últimas entregas en las que valoraba el sorprendente resultado de las elecciones próximas pasadas no iban a quedar al margen de estos dictados enunciados.
Ya que menté el proceso electoral, y una vez constituidas las nuevas corporaciones municipales (en mi pueblo mayoría absoluta del Partido Popular), me acordé de cuando Oswaldo Amaro sostenía en 2003 que iba a compatibilizar el ejercicio de la medicina con el cargo de alcalde. No solo cambió de idea, sino que le gustó tanto que ahora, que sí podría hacerlo, va, eso me han soplado, a estar cuatro años sabáticos como portavoz de su grupo. Me imagino que procurará ir cogiendo recortes por si en el futuro (bastante lejano)… ¿Te acuerdas, Juan Borges? Éramos tú y yo mucho más jóvenes. Ni comparancia.
Lo dejaba entrever y lo clavé. Al PSOE no le gusta que se escriba (en plan crítico) del PSOE. Ni siquiera esperaron a que concluyera la serie de cuatro entregas. A la tercera se les disparó el resorte. Por lo que, si a bien lo estiman, apreciados fisgoneadores, resumo –y reitero– ‘mi’ opinión, esgrimida en las cuatro entradas bajo el título “Crisis socialista realejera”:
Anomalías y prisas en la asamblea para el cambio de secretario general y designación del candidato a la alcaldía (un año antes de la convocatoria electoral). Falta de cohesión interna y divorcios orgánico y social. Fracaso en el pacto de gobierno con CC. Enfoque desafortunado de su página web. Descalabro electoral, que debería haber implicado la dimisión irrevocable de los cuatro primeros de la lista (cabezas visibles de una gestión cuyos resultados a la vista están).
Ese es, en síntesis, mi parecer. Y nada más. Que estoy equivocado, pues vale, pero no maten al mensajero. Tampoco me digan que pretendo hacer leña del árbol caído. Indaguen sobre el verdadero significado de la frase. Yo me he permitido el rescatar estas líneas: “Parece que el ser humano es experto en sacar leña del árbol caído, o dicho de otra forma, experto en criticar y juzgar  los errores ajenos y a la vez pregonar que él  lo hubiera hecho mejor, o no hubiera cometido los errores que otros cometieron, cuando la realidad es que nunca lo han intentado ni lo intentarán”. Obviamente, y por múltiples razones, no es mi caso. Podría admitir que no se entiende lo que escribo, pero el sutil universo de las interpretaciones no da pie a que se me atribuya incluso lo que no está escrito. Por cierto, el apartado de “Comentarios” está abierto en el blog (en ambos) para que cada cual inserte lo que estime procedente, siempre que se guarden la debida compostura y el necesario respeto. No me dejen, please, direcciones ni teléfonos para concertar charlas y conversas sobre esto o aquello. Sencillamente, no ha lugar. Un servidor no tiene, por ahora, necesidad imperiosa de pactar con nadie. Para tal menester hay artistas mucho más cualificados.
Introduzcámonos ahora en el proceloso mundo de la información y de la comunicación, en la objetividad de los hechos y la subjetividad de las opiniones. Y aclaro previamente que Pepillo y Juanillo no es un periódico, ni una revista; es un vehículo que me brinda Internet en el que vierto cada día ‘mi’ punto de vista. ¿De qué? De las noticias que, normalmente, surgen cada tres por dos y que leo, escucho y veo en otros canales o medios. O en la calle dando un pateo. O en la orilla de la mar contemplando el eterno vaivén de las olas. O por fuera del ayuntamiento al observar siempre a los mismos con el teléfono móvil en la oreja…
Y vamos, gracias por la comprensión, a unas pinceladas teóricas, de manual, lo que se le inculca como norma a los futuros periodistas, pero que luego se pasan por cierto sitio; ya se sabe que las reglas se inventan para no cumplirse (esa es la segunda lección):
“Llamamos hechos a los sucesos o datos que se presentan como comprobados y se exponen de una manera objetiva, sin intervención de las creencias o juicios del autor. Por lo tanto diremos que el género  informativo se basa en hechos. Los hechos pueden ser probados y de ellos se puede decir que son verdaderos, si se comprueba que son reales, o que son falsos, si se comprueba lo contrario.
Las opiniones, por el contrario, son juicios que manifiestan el punto de vista de quien lo emite.  Lo que se expresa en ellas son las creencias o ideas personales del autor. A diferencia de lo que ocurre con los hechos, en las opiniones no podemos afirmar que sean verdaderas o falsas. Así, ante una opinión como Los Realejos es una villa hermosa y acogedora, lo único que podemos hacer es estar de acuerdo o en desacuerdo con ella.
‘Las opiniones son libres, los hechos son sagrados’, según el viejo adagio del editor Charles A. Dana, uno de los inventores del periodismo informativo, que también se atribuye a Charles Prestwich Scott, histórico director y luego editor de The Guardian, y uno de los creadores del moderno periodismo de información. Esto es una máxima del periodismo, es un criterio fundamental que debería cumplirse, y no se cumple porque la objetividad no existe. Lo que sí existe es la profesionalidad, el esfuerzo del periodista para que el tratamiento de la información sea lo más profesional posible. Las reglas que aplica el periodista deben ser de tipo profesional y no personal. La información no es nunca neutral, siempre perjudica o beneficia a alguien. Siempre ha habido presiones para que los periodistas callen o para que publiquen ciertas cosas.
Según la tipología anglosajona, basada en la frase ‘los hechos son sagrados, las ideas libres’, se conocen dos tipos de géneros: los que dan a conocer hechos: la noticia, el reportaje y la crónica, y los que dan a conocer ideas: principalmente el editorial y el artículo de opinión. Según las tipologías latinas se distinguen cuatro grandes géneros: información, reportaje, crónica y artículo o comentario”.
No requiero explicaciones ni tienen que dármelas. Las opiniones –las mías también– están sujetas a múltiples dictados. Pero en el caso concreto que nos atañe, raro me parece el que haya hallado innumerables coincidencias con cuanto bicho viviente me he tropezado en estos últimos días. No parecen, sin embargo, estar muy convencidos los que se han sentido diana de estos dardos escritos. Qué quieren que les diga. Perfecto, somos unos cuantos –bastantes– los que estamos descaminados. Y en lógica consecuencia, cuando corresponda nuevamente ir a las urnas optaremos por equivocarnos nosotros también echando mano de otra papeleta.
Hoy lunes hemos amanecido con otras corporaciones locales. La constitución de los nuevos ayuntamientos tuvo lugar en sesiones plenarias extraordinarias celebradas el pasado sábado a las 11 de la mañana. Eso es un hecho (incuestionable).
Aquí en Los Realejos corresponde dirigir los destinos municipales a Manuel Domínguez, cabeza de lista del Partido Popular, a quien reitero mi más cordial felicitación, al igual que a todo su equipo. Tras su elección, los portavoces de los otros tres grupos políticos con representación en el Consistorio dirigieron unas palabras. Dadas las especiales circunstancias del acto, estimo que alguno fue más allá de lo que la situación requería. Porque no parece adecuado esgrimir humildad y buenas formas, de una parte, y sacar a colación ligeras reticencias y sutiles reproches, de otra (por expresarlo de una manera suave, aunque el cuerpo me pida otra cosa). Esto es una opinión, ‘mi’ opinión. Fin de la lección.
Y epílogo: mañana es martes y ya me corresponderá iniciar las demandas al grupo de gobierno. Hoy, solo un adelanto: hubo un amago de evidente peligro en la Casona de la Gorvorana y estoy preocupado. Debe ser que allí habité muchos años. Aunque en aquellos ‘abriles’ mozos uno no era consciente de la trascendental importancia histórica del entorno que lo vio crecer. Ahora sí, y espero fervientemente que no sea tarde aún.

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