martes, 5 de julio de 2011

Insignificancias

Parece que nuestras autoridades, civiles y eclesiásticas, andan descontroladas en el cumplimento de sus obligaciones circulatorias. Al que fuera alcalde de Tegueste, Vidal Suárez, lo pescó la policía lagunera sin ir debidamente amarrado con el cinturón de seguridad. Por lo visto pensaba que todavía estaba de romería por San Marcos y creía ir montado en un barco por las calles del pueblo. Cuando los agentes cumplimentaban la pertinente denuncia se percataron de que, además, el vehículo en cuestión no había pasado la ITV, con lo que al orondo ex mandatario le cayeron dos de una tacada. Y menos mal que el coche lo llevaba él y no lo había prestado, como suele hacer otro amigo suyo más cercano a este norte tinerfeño. Si no hubiera tarareado lo de tres eran tres, Juan, Periquito y Andrés. O Marcos, Pepe y Vidal, que tanto montan.
Para no quedarse atrás, el arzobispo de Lérida, Joan Piris (apellido que coincide con una zona de este pueblo realejero), reconoce que es un forofo de las aceleraciones y que es uno de los tantos miles que ha sido multado por exceso de pata en el acelerador. Los fieles están pensando contarle sus faltas (mortales) solo a él, porque entre pecadores las penas son más llevaderas. Además, administra el sacramento a velocidad de vértigo y en un santiamén quedas perdonado para siempre jamás. Sales del confesonario lo que se dice, literalmente pitando. Los chirridos de los zapatos por esos suelos eclesiásticos… Parece que lo estoy viendo.
Se elevan quejas por la no retirada de los carteles electorales que aún penden de farolas y otros lugares de inverosímil equilibrio. Lo que a mí me llama más la atención es que suelen ser los de aquellos partidos minoritarios que durante la campaña se desgañitaron en su discurso de protección del medio ambiente, de los desastres ecológicos y de otras carantoñas más. Chiquito ejemplo. A lo peor no obtuvieron representación y estiman que para eso está el personal de limpieza de los ayuntamientos.
Los Jesuitas de Toledo se han quedado sin clientela, perdón, sin vocaciones, y tendrán que cerrar el chiringuito y buscar otros aposentos. De todas maneras ya solo quedaban tres inquilinos, y bastante mayores, por lo que no va a ser muy difícil hallarles otro cobijo. Si yo fuera joven no estaría en el paro, porque esta línea religiosa, junto con la militar, es camino que asegura los garbanzos. Y no están los tiempos para despreciar nada. Y en el primero de los casos, sin cargas familiares que te traigan de cabeza. Yo creo que no han sopesado en toda su extensión estas posibilidades.
Sigue dando coletazos la designación de Donostia como capital europea de la cultura 2016. Se ha sumado al carro de los despropósitos nada más y nada menos que el europeísta López Aguilar, quien en sus ratos libres vive en Las Palmas. Reconoce que ha sido un jurado plural y con garantías de independencia el encargado de fallar la cuestión. Una premisa respetable, por supuesto. Pero por lo que leo, escucho y observo el fallo ha sido demasiado fallo; vamos, un error garrafal. Juan Fernando alega que no comparte la fundamentación del fallo. Hombre, puestos, yo tampoco comparto tu fundamentación, porque me volví loco buscando la palabreja en cuanto diccionario se puso a mi alcance y no la encuentro. A ver si cogemos más fundamento.
En fin, hoy me correspondió escribir de cinco insignificancias. Estudiaré ahora los discursos de Teobaldo Power por si les atisbo más sustancia. Hasta dentro de un ratito.

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