jueves, 18 de agosto de 2011

Gordejuela (4)

…Y mientras recorríamos los distintos pisos y departamentos de aquel palacio encantado, donde todo se halla previsto y todas las necesidades del servicio satisfechas, viendo el doble juego de tuberías: las unas que traen el agua á las cuatro grandes bombas y las otras que desde las bombas la elevan á dos kilómetros de distancia, á través de los dos Realejos, y examinando las pequeñas y curiosas máquinas auxiliares, los filtros, los aparatos suplementarios, los reguladores, desde lo más insignificante hasta lo más complejo de aquella maravilla, el Sr. Galván nos refirió las grandes dificultades que tuvo que vencer, y que venció con solo ocho hombres, para bajar al edificio desde lo alto de la montaña [línea ilegible] angostísimas aún no muradas, amarrados los trabajadores por la cintura, todas las máquinas, todas las piezas, algunas de tamaño considerable y de peso más considerable aún. El montador alemán, acostumbrado á no sorprenderse por nada, hubo de exclamar al encontrarse en presencia de aquel abismo: «El Sr. Galván está loco». Es este un detalle elocuentísimo.
Y á pesar de todos esos peligros, el Sr. Galván puede hoy, justamente satisfecho, proclamar que ni uno solo de sus obreros sufrió accidente; y cuenta que llegó á ver trabajando en sus obras hasta trescientos hombres, todo un pueblo pululando en aquellos altísimos peñascos, ignorado en aquellas anfractuosidades, en inminente riesgo, pero sumisos y contentos, sin embargo, porque se veían dirigidos y amparados por el cerebro del Sr. Galván.
Tiene el edificio destinado á máquinas 25 metros de altura y á él llega, entrando por el cuarto piso, el agua de Gordejuela. Y aquí justo es que haga notar que esas aguas, producto de los deshielos del Teide, inexplotadas desde siglos y siglos que hace caen por filtraciones á la playa del Realejo alto, están ahora aprovechadas de tal forma que ni el más insignificante hilillo de ella se desperdicia.
A lo largo de la montaña, á 60 metros sobre el mar que bate con furia en sus cimientos, en una vereda angosta, de apenas metro y medio de ancho, que nosotros –¡Aún temblamos al recordarlo!– recorrimos en toda su interminable extensión, se ha construido la atargea que recoge las aguas referidas, en cantidad que asciende á unas diez y ocho mil pipas diarias. Y esta enorme masa de agua es elevada, por una pendiente que oscila entre un 10 y un 50 por ciento, á toda la extensa vega del Valle de la Orotava, cuya riqueza centuplicará. La tubería por donde sube el agua, de 30 centímetros de diámetro en su interior, trabaja á una presión de 24 atmósferas.
A 60 metros de desnivel con relación á la casa de máquinas, de que hemos hecho detallada referencia, se ha construido la sala destinada á las calderas, no habiéndose edificado inmediata á aquélla por falta de espacio para ello, pues ya queda indicado como y en que forma hubo de levantarse el edificio primero.
Las dos calderas son del tipo Badcok, de 117 metros cuadrados de superficie cada una, provistas además de recalentadores de vapor que elevan su temperatura á 250 grados centígrados, con objeto de disminuir la condensación en la tubería de 100 metros que conduce el vapor á las máquinas.
Quisiéramos disponer de mucho mayor espacio en estas columnas para enumerar una por una las bellezas todas de las magníficas obras de Gordejuela. Obligados á sujetarnos dentro de las, con ser ya grandes, aún pequeñas dimensiones de nuestro periódico, mucho quedará por decir en elogio de esta empresa, donde bastante tendrán que aprender los que, con sobrados capitales para dedicar una buena suma al desarrollo comercial, industrial [línea ilegible] únicas e inagotables de prosperidad y de adelanto para los pueblos, prefieren, sin embargo, tenerlos acumulados infructuosa y estérilmente en sus cajas ó en las del Banco, con perjuicios ó con pérdidas para sus mismos dueños.
Para mañana dejamos la reseña de los últimos detalles de estas obras no menos interesantes que los que quedan enumerados en estos dos artículos”.
Y se concluye con El Tiempo, 10 de junio de 1905, página 2:
“Gordejuela (III)
En la sala de calderas, de que nos hemos ocupado ya en el anterior artículo, construida á 60 metros sobre el edificio de máquinas, al cual llega el vapor por una tubería de más de cien metros, sin pérdida apreciable de energía, se hallan también instalados, entre otros aparatos menos notables, un economizador Green y una máquina de vapor, un dinamo y un cuadro de distribución para el alumbrado eléctrico de ambas edificaciones.
Junto á la instalación de las calderas y cimentada sobre 49 metros cuadrados de hormigón, se eleva magestuosa la altísima chimenea, la más grande de las construidas hasta la fecha en Canarias. Sus dimensiones son: 45 metros de altura, diez más que la de la fábrica eléctrica de los tranvías, en la Cuesta, y 2'30 el diámetro interior en la base.
Además de estos, la chimenea de Gordejuela tiene otro mérito que queremos y debemos consignar: el de haber sido construida por un obrero hijo de Tenerife, sin práctica en esta clase especialísima de obras, pues es la, primera que hace. Llámase ese audaz trabajador Luciano Siverio, mampostero inteligente que tiene en mucho aprecio el Sr. Galván.
Figuraos á que alturas y en que condiciones hubo de llevar á cabo su trabajo Luciano Siverio. Cuando, ya en la corona de la chimenea, colocando el pararrayos de seis puntas que la adorna, miró al abismo y vio los abruptos peñascales y más abajo el mar, debió sentir aterradora sensación: 45 metros, la chimenea; 60, la distancia entre ambos edificios; 25, la casa de máquinas, y 45 más desde la base de ésta al fondo del barranco... ¿qué os parece?
Desde la sala de calderas á la instalación de la maquinaria se baja por rampas muy pendientes y pequeñas escalinatas que en total cuentan 180 peldaños, construidas éstas recientemente para evitar posibles accidentes.
El depósito, en el Realejo alto, á 2.100 metros de distancia desde las obras, á donde el agua llega elevada por los poderosas máquinas ya referidas, mide ochenta metros de largo, por 30 de ancho y 5 de profundidad y en él se propone navegar el Sr. Galván en un bote de vapor, cuya construcción tiene ya dispuesta. Del depósito, abarcando todo el Valle de Taoro hasta las proximidades de Santa Úrsula, parte la atargea de nueve kilómetros.
Tales son, detallados á la ligera, sin intento de hacer una completa descripción, las colosales obras de Gordejuela. Los elogios que á ellas, como al Sr. Galván., hemos merecidamente tributado en estos artículos, apenas si son el reflejo de los muchos calurosos y entusiastas que este inteligente Ingeniero ha oído de labios autorizados y en distintas ocasiones…
(continuará)

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