En el
ayuntamiento de Alajeró (La Gomera) conozco a dos personas: una es funcionaria
y la otra es miembro de la corporación municipal. Ninguna de ellas es el
alcalde, a saber, Manuel Ramón Plasencia Barroso. Quien ha sido elegido para
ostentar la presidencia de la Federación canaria de municipios (Fecam) en estos
próximos años. Bien que me parece que los socialistas, por una vez y sin que
sirva de precedente, no hayan armado un nuevo espectáculo. Porque a punto
estuvieron de que surgiera una nueva división, pues, por lo que se oye y lee,
había más de un aspirante. Y al paso que van, puede que en un futuro más o
menos inmediato quepan todos en un furgón de nueve plazas. Tiene uno la
sensación de que la mediocridad se ha expandido de tal guisa que las dirigencias
políticas no es que dejen mucho que desear, es que ni siquiera dejan. ¿El
deseo?: en vías de extinción. Según cual, claro.
Puede que en
este río revuelto haya demasiada gente intentando pescar, y no solo salmones.
Lo manifiesto, obviamente, por Soria, personaje al que no le guardo demasiado
afecto, pero que me da la impresión de que le está gastando a Paulino, sin
prisas pero sin pausas, ciertas jugadas con las que cobrarse el que sea
presidente con el apoyo socialista (de lo que va quedando). Y este último,
ahora mucho más protegido por mor de las amenazas que algunos quieren atisbar
procedentes de los ‘efluvios amorosos’ de ciertos editoriales, no debe olvidar
–es un consejo amistoso– que no ha sido CC el adalid del virtuosismo y la
transparencia en estos territorios ultraperiféricos. Pues si Jerónimo Saavedra
puede erigirse en el prototipo de político olvidadizo, quedan muchos que no
dijeron, ni asumieron, lo de borrón y cuenta nueva tras aquella moción de
censura en la década de los ochenta del siglo pasado. Y más ejemplos se hallan
dispersos por las geografías insulares. Por lo que haría bien, si lo estima
procedente, que recurran lo que crean conveniente, pero no hagan alardes vanos
porque los espejos pueden romperse, no sin antes reflejar situaciones
desagradables.
El relevo
directivo de la Fecam se llevó a cabo en cierto hotel de la comarca tinerfeña
de Isora. No dispongo de los datos económicos de cuánto supuso el desembolso
para que el evento tuviera lugar. Si me argumentan que fue gratis, constaría,
ipso facto, que malo. Y si me confirmaran que costó tanto, respondería que
peor. Mal ejemplo darían los alcaldes en ambos casos. En el primero por las
posibles suspicacias en este tipo de fregados y componendas y en el segundo por
la pérdida de credibilidad en el sostenimiento de estas posturas tremendistas
que con la crisis soltamos cada tres por dos.
Ayer en la
mañana estuve escuchando una de las veinticinco mil tertulias con las que nos bombardean los medios audiovisuales
y se lamentaba uno de los dicharacheros por el ametrallamiento machacón de los
editoriales arriba mencionados hacia la figura de Paulino Rivero. Y digo yo que
si todos contribuyéramos a no comprar el periódico de marras, que presume de
ser el más vendido (por las esquelas), se habrá terminado la película. Y ya
está, ni una letra más.
También
comienza por f (aparte de Fecam) el ínclito Fidalgo. ¿Te acuerdas? El que fuera
dirigente de ce, ce, o, o (Urdaci dixit), uno alto, contrapunto de Aznar en lo
físico, que no en el resto. Estuvo este pasado fin de semana en Las Palmas con
Rajoy y resto de la compaña. Predicando con el ejemplo para poner en práctica
el Foro por el empleo. Y se emplearon bien a fondo todos y debieron fletar un
avión completo desde la Península. A lo que iba, dice Fidalgo (en CCOO, échenle
un galgo) que debe ganar el PP por el bien de España. Alaba, de paso, a don
José María (Josemari, en familia) por lo bien que lo hizo (y lo sigue
dictando). Algunas malas lenguas (o buenas, vaya usted a saber) lo sitúan (a
Fidalgo) como ministro en el supuesto ejecutivo de Mariano. Y añado yo que a
este ritmo, que tiemblen los Gasol porque lo mismo lo llama Scariolo para pívot
de la selección española de baloncesto. Chiquito salto se dio el fulano (con
f).
Por último,
en plan más formal (con F mayúscula) yo también propongo a Esperanza Aguirre para
ministra de Educación. Su dominio de los idiomas, la seguridad ortográfica de
sus comunicados y su aplomo a la hora de meterle mano a tanto profesor gandul
(solo trabajan, y es un decir, dieciocho horas a la semana), son avales más que
suficientes para acabar con tanta mimosería: a currar todo el mundo. De aquí en
adelante nadie se va a pasar por el forro… Ya está bien.
Me acaban de
soplar que hay otro medio (mejor cuarto) por este Norte, de los que se sienten
tan a gusto conviviendo en indeterminados estercoleros, que están boqueando (ver
acepciones de boquear: una le viene cual anillo al dedo) como peces sin agua.
Pero eso será mañana.
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