martes, 25 de octubre de 2011

Hospital del Norte

El presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, anunció este lunes que confía en que el Hospital del norte de la isla tenga abiertas sus puertas en marzo de 2012, según explicó a los medios durante una visita al complejo sanitario y sociosanitario, ubicado en Icod de los Vinos. No iba solo, por supuesto. Dada la crisis galopante que padecemos, y como el tren aún no llega a la Ciudad del Drago, cogieron una guagüita desde la estación de Los Realejos y se acomodaron con él la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Brígida Mendoza; el vicepresidente segundo y consejero de Bienestar, Sanidad y Dependencia, Aurelio Abreu; la consejera delegada del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria, Margarita Pena (apellido muy en consonancia con la labor encomendada); el acalde de Icod de los Vinos, Juan José Dorta; la directora del Servicio Canario de Salud, Juana María Reyes; y representantes de la empresa constructora (Fomento, Construcciones y Contrata). Algo apretados llegaron, pero llegaron. En el último tramo, el que coincide con los accesos desde la autovía, acabaron por ubicar el culo adecuadamente porque el conductor, como disponía del correspondiente carné de ambulancias, cogió las curvas ‘pitando’ y se mandó unas derrapadas… ¡Agüita! Cheo abanaba que era un disgusto.
En mayo pasado, a saber, hace unos días, el entonces candidato Aurelio Abreu realizó unas enjundiosas declaraciones en las que los ‘malvados’ de CC merecían un castigo ejemplar en las urnas. Celebráronse las susodichas y entrole una amnesia tal, que cuando va para su Buenavista, sube a La Guancha y se desvía por La Florida y Redondo para evitar este duro trance de Buen Paso (a quién se le habrá ocurrido bautizarlo así). Lo malo es que esta vez no le quedó más remedio. Menos mal que ya había aspirinas, porque la próxima será la segunda inauguración. Sí, no me preguntes el porqué, pero allí ya funciona una parte desde las pasadas elecciones. Y ahora, como se aproximan otras, los candidatos a senadores (¿estaría también Alarcó?) estimaron oportuno mandarse otro garbeo, aprovechando que el tiempo acompañaba; antes de que llueva, por si acaso presenta goteras o, más técnicamente, vicios ocultos.
Con toda solemnidad Melchior destacó que “el edificio del hospital, junto con el del centro sociosanitario, ha venido a cubrir una demanda importante de la zona norte y del resto de la isla”. Lo del resto no lo entendí muy bien. Y añadió que “todo ello es fruto del esfuerzo del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Tenerife y supone un avance importantísimo en atención al ciudadano y en acercar y favorecer la prestación de servicios de todos”. Eligió el momento en que Abreu fue al baño, pues le había surgido una necesidad imperiosa (coño, no te lo voy a explicar con todo lujo de detalles), evitando así que se pusiera colorado si le venían a la mente aquellas frases nada laudatorias comentadas en el párrafo anterior. Lo que hace una cama hospitalaria en el Palacio Insular. Ni bisturí, ni cirugía, ni disección; nada como una buena siesta en mullido colchón. Te levantas fresquito que da gusto. Y lo mejor, que te olvidaste de lo que dijiste cinco minutos antes.
La consejera Mendoza volvió a inventar la pólvora al espetar al respetable que “se ha tenido muy en cuenta, además de a los pacientes, al público que va de visita”. Y ningún periodista presente, temiendo perder la invitación al tentempié posterior, fue capaz de ponerle como ejemplo (ahí están las fotografías aéreas) la estupenda montaña rusa con que nos encontramos antes de llegar a la puerta de entrada. ¿Falta mucho, má?, preguntan los chicos inquietos y bailongos en sus alzadores o sillas, mientras ponen a prueba la elasticidad de los cinturones. Falta de ignorancia.
Hay que dignificar la política, escuchamos en demasiadas ocasiones. ¡Ay, Hipócrates, cuán largo nos lo fiais!
Bueno, hasta mañana. Y ya queda menos.

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