El presidente
del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, anunció este lunes que confía en que
el Hospital del norte de la isla tenga abiertas sus puertas en marzo de 2012,
según explicó a los medios durante una visita al complejo sanitario y
sociosanitario, ubicado en Icod de los Vinos. No iba solo, por supuesto. Dada
la crisis galopante que padecemos, y como el tren aún no llega a la Ciudad del
Drago, cogieron una guagüita desde la estación de Los Realejos y se acomodaron
con él la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Brígida Mendoza; el
vicepresidente segundo y consejero de Bienestar, Sanidad y Dependencia, Aurelio
Abreu; la consejera delegada del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria,
Margarita Pena (apellido muy en consonancia con la labor encomendada); el
acalde de Icod de los Vinos, Juan José Dorta; la directora del Servicio Canario
de Salud, Juana María Reyes; y representantes de la empresa constructora
(Fomento, Construcciones y Contrata). Algo apretados llegaron, pero llegaron.
En el último tramo, el que coincide con los accesos desde la autovía, acabaron
por ubicar el culo adecuadamente porque el conductor, como disponía del correspondiente
carné de ambulancias, cogió las curvas ‘pitando’ y se mandó unas derrapadas…
¡Agüita! Cheo abanaba que era un disgusto.
En mayo
pasado, a saber, hace unos días, el entonces candidato Aurelio Abreu realizó
unas enjundiosas declaraciones en las que los ‘malvados’ de CC merecían un
castigo ejemplar en las urnas. Celebráronse las susodichas y entrole una
amnesia tal, que cuando va para su Buenavista, sube a La Guancha y se desvía
por La Florida y Redondo para evitar este duro trance de Buen Paso (a quién se
le habrá ocurrido bautizarlo así). Lo malo es que esta vez no le quedó más
remedio. Menos mal que ya había aspirinas, porque la próxima será la segunda
inauguración. Sí, no me preguntes el porqué, pero allí ya funciona una parte
desde las pasadas elecciones. Y ahora, como se aproximan otras, los candidatos
a senadores (¿estaría también Alarcó?) estimaron oportuno mandarse otro garbeo,
aprovechando que el tiempo acompañaba; antes de que llueva, por si acaso
presenta goteras o, más técnicamente, vicios ocultos.
Con toda
solemnidad Melchior destacó que “el edificio del hospital, junto con el del
centro sociosanitario, ha venido a cubrir una demanda importante de la zona
norte y del resto de la isla”. Lo del resto no lo entendí muy bien. Y añadió
que “todo ello es fruto del esfuerzo del Gobierno de Canarias y del Cabildo de
Tenerife y supone un avance importantísimo en atención al ciudadano y en
acercar y favorecer la prestación de servicios de todos”. Eligió el momento en
que Abreu fue al baño, pues le había surgido una necesidad imperiosa (coño, no
te lo voy a explicar con todo lujo de detalles), evitando así que se pusiera
colorado si le venían a la mente aquellas frases nada laudatorias comentadas en
el párrafo anterior. Lo que hace una cama hospitalaria en el Palacio Insular.
Ni bisturí, ni cirugía, ni disección; nada como una buena siesta en mullido colchón.
Te levantas fresquito que da gusto. Y lo mejor, que te olvidaste de lo que
dijiste cinco minutos antes.
La consejera Mendoza
volvió a inventar la pólvora al espetar al respetable que “se ha tenido muy en
cuenta, además de a los pacientes, al público que va de visita”. Y ningún
periodista presente, temiendo perder la invitación al tentempié posterior, fue
capaz de ponerle como ejemplo (ahí están las fotografías aéreas) la estupenda
montaña rusa con que nos encontramos antes de llegar a la puerta de entrada. ¿Falta mucho, má?, preguntan los chicos
inquietos y bailongos en sus alzadores o sillas, mientras ponen a prueba la
elasticidad de los cinturones. Falta de ignorancia.
Hay que
dignificar la política, escuchamos en demasiadas ocasiones. ¡Ay, Hipócrates,
cuán largo nos lo fiais!
Bueno, hasta
mañana. Y ya queda menos.
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