No crean, por
la ausencia de ayer, que he estado concentrado con motivo del debate sobre el
estado de no sé qué. Eso en el que uno no desvela nada y el otro le dice lo que
no va a hacer (un país de locos) y que ganó el que ganó (depende de la óptica
de cada cual; entiéndase por cual a los diferentes medios de comunicación y
resto de twitteros varios), pero que
ninguno perdió. No, y te cuento:
En la tarde
del pasado domingo, y cuando ya había programado la entrada del lunes, recibo
un correo con una de las tantas y tantas presentaciones en powerpoint. Uno piensa que su antivirus es el no va más y que se
come a cuanto bichito ose meter sus narices en los recovecos del disco duro.
Porque como se actualiza él solito nada más conectarte –esa es la propaganda al
respecto–, crees tú –iluso de ti– que nada te va a suceder, que estás inmunizado
para siempre jamás. Et une merde.
Pues contemplando unas preciosas fotografías estaba, cuando comenzó el
aparatejo que ahora mismo tengo frente a mí a hacer cosas raras y a sacar
ventanas por doquier en la pantalla, que me dejó patidifuso y descolocado. Y
para más inri en extranjero. Y como uno no llegó a alcanzar, por motivos de la
edad, los planes bilingües de Paulino, tras varios intentos de normalizar el
vehículo, díjeme para mis interiores íntimos de adentro: Tate quieto y déjalo estar. Casi no lo apago, tampoco me dejaba.
El lunes a
primera hora estaba el susodicho en el taller, dispuesto a la revisión
correspondiente. Y lo enjaretaron, tú. Güenos
mal. Deja ver si en esta ocasión hago caso de una vez al consejo de hacer
copias con frecuencia. No tanto porque el desconche pueda afectar sus programas
(que con bajarlos de la Red, asunto resuelto), sino porque te eche a la basura
horas de tecleo que dieron lugar a las boberías de siempre, pero a las que uno
guarda cierto cariño.
El jueves de
la pasada semana estuve en el ayuntamiento ramblero. Tuve la oportunidad de
saludar a unos amigos, amén de varios concejales. Fidela no estaba. Una reunión
de la Fecam requería su presencia en Las Palmas. Me enteré del homenaje que le
van a rendir a quien fue su primera alcaldesa allá por 1985 y que murió,
víctima de un cáncer, en 2002, en su Logroño natal, de cuyo ayuntamiento fue,
asimismo, concejala. Pero de ello comentaré con más detalle el próximo sábado.
Porque el ejercicio político de Concha coincidió con el de un servidor. Qué
tiempos.
Saludé, y me
había olvidado de señalarlo, al cura de la zona de Toscal-Longuera. Me han
soplado que está haciendo buena labor este joven e inquieto sacerdote. Uno, que
no suele pisar demasiado las iglesias, se alegra de que ello sea así.
Bueno, mañana
retomaremos la costumbre con más fundamento. Vamos a no apurar en exceso al
cacharro, no sea que vuelva a darle gripe.
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