Mientras
Mariano Rajoy sigue deshojando la margarita, el Partido Popular en Canarias, en
franca alianza con el periódico El Día, arremete contra Paulino Rivero para que
abandone el cargo. Eso sí, lo hacen con cierta elegancia: que dimita sin prisas
pero sin pausas. Con todos mis respectos a Miguel Cabrera Pérez-Camacho, pienso
que nos debería explicar, aunque sea en verso, cómo demonios se come eso de una
dimisión fragmentada. Haga como el editorialista de moda: lárguese ya o lo van
a echar a cachorrazos (me imagino que un golpe con un cachorro deberá ser eso).
Y llévese –o que ella lo lleve a usted– a su señora esposa (por lo que leo, mangonea
que es un disgusto).
Y en el
clamor, no, en el fragor del combate estábamos cuando aparece por la esquina
derecha del escenario el singular Nacho (esta vez acompañado de Benito Codina)
para reclamar la cuota pendiente en el organigrama gubernamental. Nosotros no
estamos por los puestos, pero ya puestos. Es la teoría clásica del yo me voy
antes de que me echen. Y es que cree el inventor del centrismo canario que va a
caer en mullido colchón cuando aterrice en el aeropuerto de Soria. Y por ello
lleva unos días intentando abarcar todo el terreno de juego. Lo mismo nos
cuenta lo importantes que fueron sus votos para que Jerónimo Saavedra se vaya a
La Palma, como el singular empujón que dieron el 20-N para estar representados
en Madrid. Está visto que este hombre no tiene cura y requiere una analítica
urgente en cualquiera de los laboratorios González Santiago. O tiene demasiados
glóbulos rojos o las plaquetas se le convirtieron en piroclastos.
Y José Manuel
dando órdenes, moviendo sus peones, a la par que pasea, salta y brinca, cual
salmón (o salmona) que va a desovar. Ya olvidó a su otrora enemigo (político) Jotaflá, y, tras dejar el cargo de
parlamentario autonómico, ha prometido ayudar a todo aquel que requiera sus
servicios en la capital del reino. Canarias también se le quedó pequeña. Quiere
navegar por otros mares (y otros ríos) e iniciar singladuras de mayor porte.
Pero pretende seguir insistiendo en que él, y solo él, ganó las elecciones en
mayo próximo pasado, y aprovechando el subidón de hace unos días, pues leña al
mono (pon tú el nombre). Parece no darse cuenta de que está probando la
medicina que recetó hace apenas cuatro años. Máxime cuando en aquella ocasión
el PSC-PSOE, de la mano de Juan Fernando, alcanzó muchos más diputados de los
que él puede ahora presumir, y encumbró a Paulino que fue el tercero en
discordia, pero que como es chiquito (aquí va lo de la maña) siempre se las arregla
para embocar al contrincante.
Esperaremos a
sacarnos todos la lotería dentro de unas semanas y luego, por Reyes, tendremos
solucionado (esa es la agenda del futuro presidente), porque los agentes
sociales se habrán puesto de acuerdo y cantaremos gozosos, felices y contentos
lo de Los Reyes Magos salieron / del Oriente bien lejano, / por un atajo
cogieron / para llegar más temprano. En una penca torcida / un camello se
pinchó, / Melchor se bajó enseguida / y
una bronca al pobre echó…
No, en un
país de pandereta (perdón, Elfidio), pídeme que sea serio en mis comentarios.
Para que la úlcera campe a sus anchas. Mientras, ellos, los de siempre, los
repes, de fiestas y risas, durmiendo a pierna suelta (pata zafada, en canario),
cobrando inmejorablemente bien cada fin de mes y disfrutando de privilegios que
van mucho más allá de los que, Paulino dixit, ‘gozamos’ todos aquellos que
tenemos la inmensa fortuna de contar con un trabajo fijo.
Disfruten de
esta próxima semana medio rara, medio saltimbanqui. Para nosotros. Los
políticos deben trabajar… Si yo te contara. Hasta luego.
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