Creo,
sinceramente, que los socialistas realejeros deberían preocuparse muy mucho por
su futuro antes que estar mareando la perdiz con preguntas y propuestas que o
bien pueden ser resueltas sin necesidad de acudir a los medios de comunicación
o son meras tácticas de distracción. Si lo que se pretende es darse a conocer y
mostrarse como un grupo inquieto y preocupado por los problemas sociales de
nuestro municipio, entiendo que se están equivocando. De plano. Ahí tenemos,
verbigracia, al concejal de Izquierda Unida que no tiene inconveniente en
dialogar cuanto menester fuere con el actual equipo de gobierno y apoyar, sin
reparo alguno, aquellas medidas que conducen a una mejora de la convivencia
ciudadana.
Los
socialistas se enfrascan, permanentemente, en cuestiones nimias, para lo que no
dudan en utilizar redes sociales y periódicos digitales. Piensan, ilusos, que
con esas prácticas (siguen las sesiones fotográficas) alcanzarán el día de
mañana el tan ansiado premio de que los votantes vuelvan a pensar en ellos.
Craso error. Hace unos meses les propuse una solución para su dilema y no me
prestaron –no tenían el porqué hacerlo– , el más mínimo caso.
En lugar de
aplaudir, porque salimos todos beneficiados, las variadas actuaciones que se
están acometiendo y vienen siendo objeto de públicas felicitaciones por los
habitantes del pueblo, se aferran a cualquier ‘salidero’ para entretenerse un
fisco. No se le quedan atrás los concejales de Coalición Canaria que son
capaces de enfrascarse, como si en ello les fuera la vida, en si Histórica debe
ir antes o después que Villa, olvidando que un epíteto bien empleado da realce
a la frase en cuestión.
Una extensa
nota de prensa se ha merecido el denominado pilón de San Agustín. Ni una mísera
oración el éxito alcanzado en la ‘Noche mágica’. Es la vieja norma de si yo,
bien; y si tú, nanai de la China. Son tantos los vehículos escachurrados y
personas accidentadas en el dichoso sobresaliente, que merece ser condenado a
los infiernos. Por cierto, lo de pilón no lo entiendo bien. Y mira que fui al
diccionario, pero en nada me aclaré. Que fue, parece, allí ubicado para impedir
posibles alunizajes. Ya que antes escribí craso error, expreso ahora notable
fallo. Solo hallo la acepción de posarse en la superficie de la luna. Lo demás,
corríjanme los académicos, son inventos modernos.
¿Cuándo fue
ubicado allí el susodicho, quién realizó la obra, qué equipo gobernaba en el Consistorio
en ese instante, qué autoridad concedió los permisos oportunos, paga el
infractor la tasa correspondiente por ocupación de la vía pública, lo utilizan
los canes callejeros para llevar a cabo sus necesidades más perentorias…?
¿Cuántos
bares, cafeterías, restaurantes se han adueñado con mesas y sillas de las
aceras impidiendo el normal desenvolvimiento andarín de los peatones? ¿Cuántas
enredaderas y plantas de singular porte invaden las vías públicas hasta
obligarte a circular cual automóvil al uso, es decir por la calzada? ¿Cuánto
chucho anda suelto sin el bozal correspondiente? ¿Cuántos coches hay abandonados
en las vías públicas? ¿Cuántas farolas están fundidas en el alumbrado público
del municipio? ¿Cuántas losetas se hallan levantadas en plazas, escaleras y
otros lugares destinados al tránsito? ¿Sigo?
Ahora
entiendo el voto negativo a la aprobación inicial de los presupuestos para el
ejercicio económico de 2012. No eran sociales. ¿Acaso no fue la sociedad la que
votó hace unos meses (locales) y hace unos días (generales) y se manifestó de
manera clara, nítida, diáfana en contra de unas determinadas políticas que no a
favor de otras –que acabarán por ser iguales–, y al resultado del escrutinio me
remito?
A un servidor
le gustaría mucho más que el partido socialista se preocupara, por ejemplo, del
lamentable estado de la Casona de la Gorvorana. Me imagino que no podrá. A
principios del siglo XXI no gobernaban en Los Realejos ni CC ni PP. La catarsis
federal, me temo, no resolverá el resto de sarpullidos. Que son muchos. Aquí en
Canarias, significativos.
Mañana
comenzaré con unas notas periodísticas que hacen referencia a Florencio Sosa
Acevedo. Lo mismo puede servir de ejemplo. Su estrecha relación con la Sociedad
Valle de Taoro (Casino de la Dehesa), entidad que ahora también languidece, me
ha hecho husmear unos buenos minutos. Hasta después.
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