Nueva
marejada en el partido socialista. O quizás mar de fondo. Siempre ocurre lo
mismo. Desde los lejanos tiempos en que uno también se dedicó a eso de la ‘res
pública’. Haciendo el borrego, por lo que fácilmente puede deducirse de estos
espectáculos gratuitos con que nos deleitan los que aún siguen en la brecha.
Abriendo ‘ídem’ por razones obvias. Tradúzcase en manifiestos y otros panfletos
de igual o mayor porte.
Como
respuesta a la iniciativa de Mucho PSOE
por hacer (verdad más grande que la Catedral de Burgos) surge el atractivo Sí estuvimos allí. En ambos casos, nadie
va en contra de nadie, pero todos cargan
cuchillo bien afilado a la cintura. Al más puro estilo bandolero. Mientras, el
ganador, por mayoría absoluta, de las elecciones, que solo supo esperar sentado
a que el entierro del cadáver pasara por delante de su escalinata, sigue
bailando sobre una pata única. La otra, a buen recaudo, que por ahora ni falta
le hace.
Si al frente
de cada uno de los bandos colocamos a Chacón y Rubalcaba, me pregunto con
cierta ingenuidad a qué demonios viene este ‘intercambio de pareceres’. Los
últimos a subirse a este carro de los despropósitos, los del Sí estuvimos allí, se decantan por la
continuidad del que fue candidato del Partido y se muestran orgullosos de haber
contribuido al ‘éxito electoral’ y a los indudables méritos de Zapatero (logros
que la Historia pondrá en su lugar). Y no aprueban (más bien reprueban) el que
la que fue Ministra de Defensa quiera ahora abanderar un nuevo estilo, aunque
ello signifique el alejamiento de las formas y procederes de ese pasado más o
menos inmediato.
Se ha podido
escuchar, y leer, que José Luis se molestó por este comunicado. Más tarde, que
ni le va ni le viene. Por último, que se mantendrá al margen. Como –lo dicen
ellos, que no yo– la derrota del 20N ha sido amplia y colectiva (los éxitos
fueron exclusivos de Zapatero), no alcanza mi escaso alumbrado de cruce el
porqué de esta desaforado interés por salir a los medios de comunicación en
clara defensa (legítima, faltaría más) de su paladín Alfredo y la no menos
intensa animadversión hacia Carmen. Si hemos de colocar en una balanza el grado
de culpabilidad por haber sido partícipes en los gobiernos socialistas, no tengo
muy claro hacia qué lado se dirigirá el fiel.
Eso sí, todos
escriben acerca de lo qué hay que hacer. Todos tienen meridianamente claro cuál
es la línea a seguir y en qué seno deberán ser debatidos estos menesteres
supuestamente internos. Pero les puede el irrefrenable impulso. Los socialistas
tienen mucho más que un tic; se trata de un resorte en el culo que los dispara
cual escopetas al uso.
Rescato un
párrafo: “Tras la derrota sufrida en las últimas elecciones, los socialistas
tenemos por delante mucho trabajo que hacer. Un trabajo político que nos va a
exigir inteligencia y un profundo ejercicio de autocrítica, pero también un
profundo ejercicio de responsabilidad. Porque no sería decoroso que quien
estuvo allí de manera evidente, y cabe decir entusiasta, aspirase ahora a sugerir
lo contrario”. La mala leche que se destila en lo de ‘cabe decir entusiasta’,
ahorra todo tipo de comentario. Y echa por el suelo lo de exigir inteligencia
con ejercicios de autocrítica.
Si Zapatero
lo hizo de puta madre, si Rubalcaba rozó la perfección en la campaña (contando
la ventaja añadida de su designación), si el resultado fue inmejorable, no sé
de qué se preocupan. Rajoy alcanzó la meta al tercer intento.
¡Ay,
socialistas!, y los circos a falta de payasos. Y habla con ellos y te espetarán
lo de no ser una organización de pensamiento único y que cada cual puede
discrepar libremente. Luego, internamente, reconocen lo de los trapos sucios y
tal y cual. Por cierto, soy uno de los tantos que reconoce que la arribada de
Zapatero a la dirección del Partido fue ejemplar. Pero la salida, compadre (o
compañero, como prefieras), ni corrido a gorrazos.
Acabo con mi
enhorabuena a los madrileños. Desde los tiempos del admirado José Bonaparte
(más conocido por José, allá por 1808) no habían tenido una Botella por
autoridad suprema. ¿Les quedará alguna boda?
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