sábado, 31 de diciembre de 2011

Un entusiasta dehesero (6)



En el diario republicano El Progreso (24 de enero de 1930, páginas 1 y 2) hallamos una carta abierta titulada La escuela ideal en Canarias, de cuyo contenido quiero hacerles partícipes pues incide, como en el caso anterior citado en precedentes entregas, en las opiniones de Florencio Sosa acerca de cómo debía ser la escuela del entonces y de las polémicas que se suscitaron en torno a las mismas. Reitero mi falta de rigor en el planteamiento, pero estimo comprendan que no es nuestro intento elaborar ninguna tesis doctoral.
«Santa Cruz de Tenerife, 17 de enero de 1930.
Sr. Don Eutropio Rodríguez Benítez.
Estimado Tadeo: Con vivo interés leo cuantos artículos sobre educación se publican en los diarios de esta localidad No le extrañará, querido amigo, que así sea, si se tiene en cuenta que soy un modesto obrero de la educación popular.
Me causa alegría que cuestión tan fundamental para el engrandecimiento de este precioso país –tanto como el turismo, aunque usted dirá que más, pero yo que soy peninsular no me atrevo a decirlo– atraiga la atención de las gentes y se interesen por la única cuestión que es la llamada a señalar los caminos del bienestar y prosperidad insulares. Lo que no me regocija y, por el contrario me produce verdadero dolor, es el de ver la gran desorientación que preside a la campaña “pro-educación” que realiza un señor en La Prensa. Claro está, que no podía suceder de otra manera si se tiene en cuenta que quien la sostiene no está capacitado para ello.
¿Cree usted amigo Tadeo. que el caricaturista de la taberna; una pipa, una mesa, unos bancos y una baraja, (cuatro rasgos serán una caricatura jamás un retrato) está capacitado para tratar tan intrincada y vital cuestión? ¿Qué concepto le merecería a usted un CURANDERO que se dedicara a visitar clínicas de nuestros mejores médicos, y luego concediera parabienes, señalara errores y otorgara alabanzas?  ¿No diría usted que era una temeridad por no decir una necedad? Pues bien, el articulista de “La Prensa", nuestro “Chiquito Bello", sin más preparación profesional que la labor rutinaria de una escuela en el Puerto de la Cruz, pretende resolver mediante trozos de literatura unas veces ramplonas y otras también, la cuestión cultural en Tenerife. Por eso explica que sus temas favoritos sean los referentes al local escuela; lo exterior, lo de más bulto, lo que alcanza ver cualquiera de nuestros 'magos'. Ignora ese señor Sosa Acevedo que los locales no son lo fundamental en ningún país ni mucho menos en este donde la climatología lo coloca en lugar privilegiado. En Canarias puede ser (hagamos su caricatura) “unos árboles, unos bancos una pizarra y unos mapas”. He ahí la escuela al aire libre, la escuela ideal por ser la más humana, más higiénica, más activa y estar más en contacto con la naturaleza. En Lousana recuerdo que hay una escuela de este tipo: en un árbol hay un cartel que dice: El material de la Escuela del Bosque queda bajo la salvaguardia de los ciudadanos. Pensar solo en construir buenos locales, querido Tadeo, es pensar en la jaula antes que en el pájaro, la escuela no la hacen la cuatro paredes ni el lujoso material escolar, la escuela es el maestro. Más claro es, que esto no lo alcance a ver ese señor Sosa Acevedo.
¿Que escuelas modelos ha visitado ese señor? ¿Que viajes ha realizado, salvo el que hizo a la Gomera? ¿Al lado de que maestro practicó?
El problema capital de Canarias como el de la Península y el del Extranjero, es el de la formación profesional de los maestros y para resolverlo lo único eficaz es convencer a nuestras corporación, Cabildo, y Municipios que hay que tener anexas a la escuela Normal, una escuela práctica que sea modelo y luego gastar pesetas bastante pesetas mandando legiones de maestros a la Península y el Extranjero para conocer, ver y practicar en las Instituciones modelos para aportar a las islas lo más notable que allí existe.
Por último, aunque el "notable pedagogo” señor Sosa Acevedo sostenga lo contrario, antes que la escuela es la despensa, en el problema del analfabetismo, hay que atender con preferencia al alimento del cuerpo y al vestido, pues mientras tal no se haga nuestras escuelas padecerán de una matrícula reducida.
Antes de terminar, estimado Tadeo, ya que el Sosa Acevedo, dice sentir gran cariño a la escuela y si cree capacitado para resolver el problema de la educación popular y debemos presumir que con preparación suficiente, propongámosles con ánimo de cooperar a la gran cruzada por él comenzada:
Primero. Que organice en la escuela que él regenta un cursillo de perfeccionamiento para maestros con lecciones prácticas.
Segundo. Que siendo necesario preparar al pueblo para que ayude a la obra de la educación, organice unas misiones pedagógicas por los pueblos de la isla, concediéndose a él, por derecho propio, el cargo de Prior de los misioneros.
Si le parece aceptable mis ideas, podemos en carta abierta, que usted puede redactar, proponérselas al “Chiquito Bello”, por si merecía su ‘superior’ aprobación.
Sabe lo estima su amigo y compañero D. JUSTO.»
No es por nada, pero esta lectura me recordó los actuales piropos de otra prensa hacia otro maestro sauzalero.
Seguiremos otro día.

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