El sano –creo– ejercicio de la lectura matutina de la prensa (toda la que pueda, pero en versión digital; el que no iba a tocar los impuestos me ha dado buen sablazo) me proporciona en determinadas ocasiones tremendos cabreos y significados dolores de cabeza. De ahí que entre con frecuencia en dilemas difícilmente digeribles. Ya estuve una temporada en que me negué a leer El Día, pero volví porque entiendo que esta manía de escribir casi a diario te exige estar debidamente informado.
Y el pasado viernes –ayer– hallé estas guindas literarias:
Me dicen que luego montó un bar -extremo, ustedes se harán cargo, que me suda el nabo- y posteriormente…
…también de eso se harán cargo ustedes, igualmente me la deja floja.
Sin embargo, el autor de tales exquisiteces se queja amargamente porque el consorte de cierta magistrada utiliza expresiones como "pedazo de carne con ojos", algo que, según el columnista, figura en su acervo corriente.
Y como un servidor es torpe de solemnidad y no ha necesitado el tener que recurrir a locuciones barriobajeras para entretenerse en este blog (así como cuando colaboró algunos años en la prensa de esta isla), se pregunta con incierta ingenuidad si lo de ‘pedazo de carne con ojos’ implica mayor delito que las otras manifestaciones en las que se presume de atributos masculinos, síntoma inequívoco del inicio de carencias preocupantes y demostración chocha de pronunciados declives.
Ignoro si a es a este tipo de periodismo al que hace referencia el obispo de Córdoba cuando se tira de los pelos (de la cabeza) por el reiterado despliegue de los medios (incluso centros de enseñanza) incitando a la fornicación. Me da la impresión de que el clérigo de marras erró en la utilización del verbo fornicar, que, por cierto, hasta feo es pronunciarlo. Porque si lees sus declaraciones te da la impresión de que cometes pecado cada vez que la cónyuge sale del baño en busca de la toalla que se le olvidó en otro lugar de la casa. Y ni tanto ni tan poco. Creo, tendré que repasar los nuevos catecismos, que todavía la iglesia católica propone aquello de ‘multiplicaos’, y para tal ejercicio matemático es menester algo más que el cálculo mental. Además, no sé qué necesidad tienen (lo puedo, empero, intuir) los curas de meterse en berenjenales de los que, libre y disciplinadamente, han decidido alejarse. Al menos esa es la teoría.
Y concluimos esta entrega (de locos) manifestando mi total incredulidad ante el protagonismo que ha venido adquiriendo el ampliamente derrotado en Madrid, el socialista Tomás Gómez, en este maremágnum precongresual de su partido. Está bonito el hombre para poner ejemplos. Lo mismo acaba por darle su apoyo a Rubalcaba. Los éxitos electorales de ambos están a la par. Con lo guapo que está uno calladito.
Aunque me imagino ya habrás tenido acceso al vídeo cuyo enlace te dejo, por si no tienes otra cosa mejor que hacer, pincha en el mismo y comprueba, por si aún no estabas convencido, cómo los políticos se creen a pie juntillas que los que no nos dedicamos a tan (in)noble oficio somos imbéciles redomados y tontos de solemnidad. Ahora te remito a la sentencia que se halla en la cabecera de pepilloyjuanillo-dos. Lo puedes hacer (y aclaro una duda que me planteó un amigo hace unos días en el Centro Médico, lugar donde nos vemos con cierta asiduidad los del Club) desde la columna derecha de este en el que te hallas. Fíjate bien que comienza con Seguidores (por cierto, se pueden añadir), luego está la foto titulada ‘Gotas de agua que…’, y a continuación ‘Mi otro blog’. Párate ahí, pincha en el dibujo que representa una escuela de cuando éramos críos (qué pelo teníamos) y… ¡milagro!, has llegado (admito igualmente seguidores).
Chacho, casi me olvido, ahí va el enlace:
Disfruten del fin de semana.
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