Y efectivamente, he aquí la respuesta del entonces alcalde (Gaceta de Tenerife, 9 de octubre de 1932):
“DESDE EL PUERTO DE LA CRUZ. Manteniendo una actitud.
Señor director de GACETA DE TENERIFE.
Muy señor mío; Ruégole inserte en el diario de su digna dirección el adjunto escrito, quedándole por ello altamente agradecido.
Salúdale atentamente, F. S. ACEVEDO.
Puerto de la Cruz, 7 de Octubre de 1932.
El último alcalde de la Dictadura, señor Luz Carpenter, ha publicado en los periódicos de esa capital un escrito aludiendo a mi actitud frente a su actuación pasada. En la primera parte de su escrito afirma el citado ex alcalde que en el periodo pre y post electoral le he atacado personalmente prescindiendo de toda cortesía, caballerosidad y delicadeza, a lo que debo contestar que siempre hablé autorizado por el pueblo, consentido por el pueblo y aplaudido por el pueblo. Que el señor Luz le pida explicaciones al pueblo, y no a mí, por todo lo que antecede. Y, en último lugar, si se ha dirigido al pueblo dándole explicaciones y no pidiéndoselas por su entusiasmo a mi actuación, como él mismo reconoce, ¿de qué tiene que quejarse si es el pueblo el que no quiere creerle? Además, esos tribunales ecuánimes que él invoca, ¿por qué no los emplea contra mí por esa, según su opinión, campaña personalista y difamatoria mía?
En la segunda parte quiere demostrar, "sin comprobantes", que lo que he dicho de su actuación municipal es completamente falso. En cambio, yo invito a todo ciudadano a que pase por el Ayuntamiento a examinar las certificaciones que existen de no haber habido acuerdos para realizar la construcción del muro del Penitente. También aquí, en las oficinas de la Siemens y en las casas de los abonados, obran comprobantes de haberse negociado con material eléctrico a riesgo del Ayuntamiento y por medio de un empleado municipal, sin constar los asientos de este negocio en los libros oficiales de contabilidad. Y resultó este negocio tan peregrino que se tuvo que recurrir por la Alcaldía al recargo de un 50 por 100 sobre el valor corriente de dicho material para cubrir las filtraciones... Y así, etc., etc.
Al pueblo se le prometió que desempolvaríamos y limpiaríamos la casa municipal que, por desgracia, era, cuando entramos, un pozo negro donde todos los caciques de la Monarquía habían vertido las suciedades de su nefasta política administrativa, y después proceder en consecuencia.
Nosotros vamos cumpliendo con la primera parte; y, respecto a la segunda, que el señor Luz y sus adláteres no canten todavía victoria.
En la tercera y última parte de su escrito quiere señalar su decisión y deseo aparente de entablar controversia pública sobre estas cuestiones, a lo que yo terminantemente le digo: que invite al pueblo y le dé una conferencia pública, como ya lo he hecho yo; que si él no acudió a rebatirme, disculpa no tiene, puesto que a nadie se le negaron los boletos que se usaron con el único objeto de regular el total de espectadores con la capacidad del teatro.
Y, por último, en todos los terrenos he sabido mantenerme firme y con el señor Luz no estaré dispuesto nunca a hacer una excepción. Florencio SOSA ACEVEDO”.
No meditaban demasiado en aquel entonces, pues el 11 de octubre, sólo dos días después de la publicación del anterior comunicado de Florencio Sosa, tanto en Hoy como en Gaceta de Tenerife, la réplica de don Isidoro Luz (reproduzco la de uno de ellos; idéntica en ambos, claro):
“Señor director del diario GACETA DE TENERIFE.
Muy señor mío: Agradezco a usted dé cabida en el diario de su digna dirección al siguiente escrito que le acompaño, por le que le queda obligado y reconocido s. s. s. que atentamente le saluda, Isidoro Luz Cárpenter.
Puerto de la Cruz. 10 Octubre de 1932.
El señor Sosa Acevedo contesta a mi reto con un alegato en el que solo se ve trata de salirse por la tangente. No acepta la controversia pública, porque sabe que su posición, a todas luces falsa, no le permitirá salir airoso de ella. Y como yo no estoy dispuesto a perder mi tiempo polemizando en la Prensa, le reitero mi deseo de que concurramos ambos a un acto público, para rebatirle, una por una, todas las falsas afirmaciones que contra mi y contra el Ayuntamiento por mi presidido ha lanzado al pueblo, con el único fin, bastardo, de desorientar la opinión y buscar así mi descrédito personal en beneficio de la política de caudillaje que viene alentando y se propone seguir.
Y. por último, señor Sosa Acevedo, la tranquilidad de conciencia que me da mi actuación política, así como mi conducta y la normalidad de todos mis actos en la vida de relación, me permite mantenerme firme en todos los terrenos”.
Algo nos resta, por lo que continuaremos en una próxima ocasión. Hasta entonces.
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