Hubo revuelo
previo, escasas expectativas en el durante y ligero alboroto en el después.
Afortunadamente, el acontecer, que tuvo entretenido al pueblo realejero durante
unas semanas, ha concluido. Menos mal que el Partido Popular fue capaz de
reunir a diez o doce allegados para que la calle, que no callejuela, no
estuviera tan solitaria, abandonada. ¡Ah!, Isaac, eso dijo, fue como amigo de
la familia y no como militante de Coalición Canaria. Desconozco en calidad de
qué acudió uno de los concejales de la misma formación política en el
consistorio realejero (el resultado de la votación ya lo conoces).
Al día
siguiente –se ignora hora, móvil y autor– la placa había desaparecido. Y eso no
está bien, porque el homenajeado había prometido no molestar a la vecindad (por
cierto, no vi a ninguno en el reportaje televisado). Los operarios municipales,
antes de que la noticia corriera TF-5 adelante hasta la única capital de
Canarias, procedieron a sustituirla (siempre vienen dos de fábrica, por si
acaso). Eso sí, la colocaron un fisquito más alto para evitar nuevas
tentaciones. Esperemos que la susodicha (tentación) no viva arriba
(protagonizada por Marilyn Monroe y dirigida por Billy Wilder). De volver a
ocurrir tan lamentable episodio, se asegura de fuentes municipales, no la
volveremos a poner. Hombre, ni tanto ni tan poco. Los palos de las barandas del
sendero turístico de la costa han sido repuestos en multitud de ocasiones, se
han sembrado muchísimos millones en Rambla de Castro, se va a Fitur todos los
años…
A posteriori
(el día de actos ni se asomó a la ventana), una vecina aseguró no haber oído
nada, pero entiende, aunque no conoce de nada a ese señor, que no está bien
visto sisar rótulos ajenos. No sé si lo decía por los desconchados en la pared
o porque realmente entendía que tales actos van más allá de cualquier norma de
cortesía.
La verdad es
que ya uno no sabe a qué atenerse. Escucha que se roba mucho material en las
urbanizaciones (el cableado, sobre todo) para las componendas consabidas. Pero
no acaba de entender para qué demonios quieren una placa. O lo mismo no se la
llevaron, sino quisieron demostrar que no estaba a nivel (o a plomo), o no
sujetada convenientemente, o que se le había aflojado un tornillo (a la placa),
o el escudo era muy grande y eclipsaba el nombre, o…
Estamos en
crisis, como es harto sabido. Episodio que sufrimos los de siempre. Aunque
Rajoy quiere hacer una ley de homogeneización. En principio, parece, para que
los políticos equiparen sus sueldos. Me temo que será por arriba y que no se le
ocurrirá que prediquen con el ejemplo y bajen bastantes peldaños. Vamos, que se
ubiquen más por los suelos, lugar por el que transita la mayoría de mortales,
excepción hecha de Botines, Correas y demás yernos.
Y a todas
estas, como siempre recurrimos a la intermediación divina (también en esos
discursos inaugurales) y dado que acabo de aludir a quienes, a pesar de tantos
pesares, se lo pasan bien –mejor, lo explotan bien–, nada mejor que estas dos
sentencias de las que circulan en una de las múltiples presentaciones que cada
día inundan bandejas de entrada:
“Si Dios ama
a los pobres, ¡cómo sería si los odiara!”. Es la confirmación de mi particular
teoría de los ‘dioses ciegos, sordos y mudos’. Los que ignoran dónde está
situada África (entre todos, ellos igualmente, la hemos ido mandando para el
cuerno).
O esta otra
bastante elocuente: “La corrupción, como la paella, en ningún sitio se hace
como en Valencia”. Pero la justicia (de minúscula) pondrá a cada uno en su
lugar. A saber, los pobres en la miseria más absoluta, los ricos en la
opulencia más escandalosa, los negros comerán en navidades porque toca la
campaña del no sé qué, los ‘gürtelianos’ se irán de rositas, Garzón seguirá
impartiendo conferencias, los banqueros seguirán apostando por la Fórmula I… ¿Y
los jueces? Como siempre: imparciales, independientes, impasibles,
impertérritos, ¿imposibles?, ¿increíbles?, ¿incrédulos?...
Mañana, si
nada en contra se tercia, otra reseña histórica (periodística) de Florencio
Sosa. Hasta entonces.
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