Podía haber
escrito hoy de cómo Mouriño ha sido capaz de quitarme las escasas ganas que aún
me quedaban por ver un partido de fútbol, de cómo Rajoy promete acabar con los
enchufes en este país (y ya se sabe cuál es el grado de cumplimento de las que
ha hecho hasta ahora), de la gran suerte que tienen los cónyuges de los
políticos para ocupar puestos en los consejos de administración de las grandes
empresas (el fichaje de la mujer de la que creía promesa socialista Eduardo
Madina me ha derrumbado otro castillo) y algún que otro fleco más, pero lo he
pensado mejor y voy a dedicarle unas líneas a otro Eduardo.
Eduardo
Álvarez González, el hijo (uno de ellos) de Remedios y Alberto, que continúa en
Alemania con su proyecto de La Despensa Canaria (que cumple en estos días su
primer aniversario), sigue, con tenacidad germana, empeñado en demostrar
allende nuestras fronteras que Canarias es mucho más que los clásicos tópicos
de sol y playa. Y que aquí disponemos de productos de superior categoría con
los que elaborar exquisitas dietas. Pero como hace unos días –y los medios de
comunicación tradicionales se hicieron eco– hubo una rueda de prensa en la Casa
de La Parra, en la que se dio a conocer la promoción que en la feria Kulinart
2012 (Stuttgart) iba a realizar Eduardo a través del stand ubicado en la misma,
permítanme mis escasos, pero bien avenidos, seguidores que un servidor incida
en otros aspectos mucho más domésticos. No obstante, si ustedes demandan más
información sobre la labor que allá viene realizando este joven realejero,
tienen cumplida reseña en los periódicos tinerfeños, en la web del
ayuntamiento, en el blog de Radio Realejos…
De vez en
cuando (desgraciadamente, muy de vez en cuando) intercambiamos algún e-mail con
Eduardo, o me llama por teléfono cuando piensa que este otrora su maestro puede
echarle una mano. Sí, porque el entusiasta emprendedor fue discípulo de quien
suscribe y ostenta la autoría de este Pepillo y Juanillo, en el colegio público
de La Longuera (también El Toscal, para que no se enfaden los de abajo). Y
aunque la fotografía no me quedó escaneada muy allá, ahí tenemos a aquella
tropa de 7ºB, en el aula de la esquina NO allá por 1992 (solo han pasado veinte
años, y como dice la canción, veinte años no es nada). El señalado con la
flecha es nuestro hombre.
Me soplaron
que Eduardo se emocionó en la videoconferencia de ese pasado día 21, cuando
intervino desde Alemania con la directora de la feria mencionada. No es para
menos. Piensen en sacrificios y esfuerzos, sobre todo los que los españoles
realizan cuando deben salir del terruño en busca de nuevos horizontes. Les
cuento una anécdota: me contaba Eduardo hace unas semanas que la intención de
dar a conocer la feria y, por ende, la labor de su empresa –con lugar
preferente en la misma, como antes indicamos–, era la de escoger cualquier
instante de los días en que se estaba celebrando, a saber hoy 24 y mañana 25,
pero como coincide con sábado y domingo, es impensable –en España–, que
políticos y periodistas se pongan de acuerdo para celebrar una rueda de prensa.
Así queremos salir de la crisis.
Me congratula
que Eduardo siga firme en su propósito de consolidarse en ese mercado. Cuenta
con muchos apoyos, entre los que debo destacar el de Regina, su compañera, y el
de Cristian Dreisörner, el excelente cocinero –de casta le viene al galgo– que
tan estupendas críticas gastronómicas está recibiendo.
Así, con
dedicación, ahínco, buen gusto, con entusiasmo desmedido, con cabezonería (por
qué no), les auguro un prometedor futuro. Pero sin olvidar que en muchas
ocasiones lo difícil no es llegar, sino saber mantenerse. Puede que no sea el
caso, porque son conscientes de lo que ha habido que bregar para alcanzar este
punto en el que cumplen su primer año de existencia.
Como la
ilusión se la presupongo por mucho tiempo, me parece conveniente recurrir al
consabido ruego para que no le falten los apoyos institucionales. Que las
palabras pronunciadas en la pasada rueda de prensa no se queden en eso:
palabras.
A ti,
viajero, un ruego: cuando vayas a Stuttgart, capital del estado federado de
Baden-Wurtemberg, ahí por el sur de Alemania, puerta de entrada de la famosa
Selva Negra, no dejes de acudir a Die Kanarische Speisekammer. Seguro que
Eduardo te recibirá con sus eterna sonrisa de chico pillo, pero con una
resistencia a prueba de ‘globos’ (iba a poner bombas –¿te acuerdas cuando las
llamábamos así?–, pero me dio corte). ¡Ah!, y no descarto, cuando el negocio se
incremente y la economía pueda permitirlo, irme para allá (o pa´llá, como
prefieras), porque el más pequeño de Alberto y Remedios me contratará para
llevar las relaciones con la prensa, aunque eso me suponga el aprender un nuevo
idioma (a mis años, qué sueño).
Mi enhorabuena, Eduardo,
que hago extensiva a tu equipo y a tu familia. Por aquí, por El Realejo, por La
Longuera, te seguimos teniendo en buena estima. Y sabes que no soy,
precisamente, amigo de rancios peloteos. Que ya uno está bien mayor para esos
menesteres. Suerte inmensa. Ánimo y pa´lante.
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