Hace unos
días plasmé en este blog a cuanto ascendía mi pensión (céntimos incluidos). Y
cuando era funcionario en activo, mi sueldo estaba estipulado (céntimos
incluidos) en los presupuestos (primero, generales, cuando dependíamos del
Ministerio de Educación, y luego, de los autonómicos, tras las transferencias a
la Consejería del ramo). En los dos años y medio que pasé a la situación de
‘servicios especiales’, porque creía, iluso de mí, en que la política podía ser
otra buena opción de servir a la comunidad, tuve una asignación fija mensual
(150.000 pesetas de aquel entonces), sin dobles pagas y pagando el menda la
cuota pertinente de Muface (por si tenía que llevar a uno de mis hijos al
médico; mi mujer y yo éramos mucho más jóvenes y aguantábamos bien el tipo). ¡Ah!,
y declaré (bajo juramento) ante el secretario del ayuntamiento que mis bienes
eran un piso en La Longuera y un flamante Fiat 128 (TF 5236-C). En la
actualidad no alcanzaría siquiera el grado de ligero de equipaje. Con toda la
razón del mundo me dijo en cierta ocasión un amigo que había hecho el
gilipollas. Yo entiendo que no, pero ese es otro cantar.
En esto llegó
la crisis y aquel alumno díscolo, que se fue a trabajar a la construcción sin
titulación alguna, y que me espetaba cada vez que me veía que cobraba el triple
(la multiplicación siempre se le dio bien) que yo, se tuvo que ir a apuntar a
la oficina del paro en La Orotava. Y con él varios millares más. A partir de
ese instante pasé de vilipendiado a envidiado. Por todos, no solo por esos discípulos
que se emanciparon prontamente, sino incluso por los que ahora regían los
destinos públicos. Y pensaron que éramos unos privilegiados (teoría que aún,
pasados varios años, siguen sosteniendo los funcionarios que abandonaron su
puesto para escalar por la vía que sigue dando pingües beneficios, amén del
sector bancario), por lo que procedía recortar. En ello están los Marianos
(súmenle, por sus últimas actuaciones, los calificativos de huidizo y cobarde),
los Montoros, los de Guindos, los Riveros…
A todas estas
llega a mis manos el editorial aparecido en uno de los números semanales de
cierta publicación. Y, en cursiva, como mandan los cánones, helo aquí:
Los funcionarios son esos señores y señoras
que un buen día aprobaron una oposición en busca de un empleo estable. Su
sueldo era seguro, pero escasito. Es más, cuando estalló ese tsunami de falsa
prosperidad y este país se llenó de nuevos ricos, su sueldo, en comparación,
era claramente una puta mierda. No obstante, la gran ventaja que tenían (esto lo
valoran ahora) era que nadie se metía con ellos: en todo caso, si alguien les
señalaba, era para compadecerse de su pobreza.
–Mira ese pringao: veinte años en la
Administración, y gana al mes la cuarta parte de lo que yo saco en mi empresa
sólo en horas extras.
Pero un día la crisis estalló y España, que
estaba a punto de adelantar a Francia, según ZP, luego de haber pasado a
Italia, empezó a irse al carajo. Resulta que la economía de este país se había
basado casi única y exclusivamente en una burbuja inmobiliaria que nadie quiso
pinchar a tiempo, y, cuando explotó, lanzó de golpe contra las oficinas del
INEM a tres millones de parados. La recaudación fiscal cayó en picado y, como
al mismo tiempo aquí se había despilfarrado en obras absurdas lo que no está
escrito, corrupciones aparte, la deuda y el déficit se dispararon, se empezó a
hablar de quiebra y el gentío volvió la cabeza hacia los culpables de tanta
ruina: los jodidos funcionarios, que cada mes se llevan a casa su sueldo
calentito, un sueldo que ahora, en comparación con tanto
"ni-mileurista" como hay, es muy apetecible.
"¡Es que la partida destinada al pago
de las nóminas de los empleados públicos no deja de crecer!", protesta el
gentío. Y lleva razón: tanto en la Administración Central, como en la
Autonómica y la Local, cada día hay más gente colocada a dedo y más asesores.
Los funcionarios de carrera, o sea, por oposición, no crecen porque sus bajas
ya no se cubren, pero cada vez hay más enchufados.
Los gobernantes lo tienen muy fácil a la
hora de estrangular a los funcionarios: el gentío ha sentenciado que hay que ir
a por ellos. El gentío no distingue entre el burócrata que no da un palo al
agua en su negociado (¿para qué estará la inspección, oyes?) y el médico que no
da abasto en urgencias, y los dos son funcionarios. Por eso los empleados
públicos lo van a pasar francamente mal en lo que queda de crisis. ¡Les van a
recortar hasta la calderilla!
–A ver, usted que tenía diez trienios, a
veinte euros el trienio, va a pasar a tener cinco, a diez euros la unidad.
–¿Lo qué?
–Es que Bruselas nos ha dicho que a partir
de ahora cada trienio tenga seis años. ¡Todo sea por rebajar el déficit,
hombre, no ponga esa cara!
Si por el gentío fuera, incluso habría que
fusilar a muchos funcionarios al amanecer, así nos ahorraríamos hasta sus
futuras pensiones. Pero tampoco hay que pasarse. A no ser que el déficit se
resista, claro.
Estimado
Paulino, otrora aprendiz de maestro (con la legislación actual no habrías
superado el periodo de prácticas) y actual presidente de todos los canarios
(inclúyeme): Tengo el sueldo congelado y disminuido, una operación pendiente
para el 20 de este mes (espero llegar a tiempo de evitar el penúltimo
tijeretazo) y hago lo que puedo para ayudar a mis hijos en el cuidado de los
nietos (el resto del currículum está repleto de boberías y errores que ni
visten ni son rentables), pero me gustaría que cuando vayas a subir los
impuestos (tienes el apoyo de socialistas –en Madrid dicen que no–, de Román, y
poco te importa la postura de los populares, que votarán en contra –en Madrid
hicieron lo contrario–, qué cosas, ¿no?), te bajaras un minuto del machito
(¿serías capaz?) y te pusieras en el pellejo de otro maestro en paro (imagina
que pudiera ser tu mujer)…
Lo mío no
tiene cura. Mira tú que pedirle peras al olmo. Hasta mañana, mis
incondicionales. Y sigan mirando el blog de Paulino. Si Internet no funciona o
te (re)cortaron la línea telefónica (ya sabes el porqué), no te preocupes, la
tele canaria (sigue siendo de lo más barato, incluyan La Revoltosa, La Gala, y
En clave de ja) te lo estriega por los bezos en todos sus informativos.
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