lunes, 4 de junio de 2012

Día de Canarias

No, no crean que me he vuelto medio majara. Soy consciente de que no es hoy el Día de Canarias. Pero te voy a contar un secreto: las entradas –o posts– de la pasada semana habían sido programadas con antelación porque tenía previsto darme un garbeo por Fuerteventura, la isla que menos he visitado (debe ser la culpable una dermatóloga que me dijo que yo era muy blanco y no debía coger mucho sol), y algunos amigos me tenían comido el coco. Así que aproveché una de esas ofertas que nos brindan a los jubilados (puesto que puedes viajar en cualquier época), y me largué para Corralejo. Te iré dando cuenta, poco a poco, con el cambio de fotos de este blog y las presentaciones que ubicaré, como siempre, en su hermano gemelo o versión dos.
Coincidió, además, que el día 30 de mayo próximo pasado fue el escogido para subir el coche al barco y darme el oportuno salto a la vecina Isla de los Volcanes en la que siempre existen los saludos de rigor y los ‘enfados’ de los que no fueron visitados, pero un día da para lo que da. Eso sí, en la cámara quedaron plasmadas las instantáneas de rigor. Y allá en Lanzarote tuve tiempo de vislumbrar mucho mago, sobre todo en Arrecife. Debe ser que los conejeros se llevan mucho mejor con Paulino que los herreños y no le dieron plantón.
A la vuelta, ya en el hotel, la televisión autonómica (esa hermana de la ‘radio nacional de Canarias’) me deleitó con el acto en el que se entregaron los premios y medallas. Saben que un servidor siempre alberga dudas con respecto a estas concesiones. Pero no pretendo quitar méritos a nadie (aunque comparto el parecer del presidente del Cabildo de El Hierro acerca del colectivo destinatario del galardón tras la erupción volcánica de La Restinga, pues desprende un tufo político de no te menees), sino que me ceñiré al discurso del presidente y a la posterior interpretación del Himno de estas ínsulas.
Y comienzo por este último, pues tras el fallido concurso por el que se buscaba una letra para el mismo, saben ustedes que se lo asignaron (a dedo) a Benito Cabrera. Se demostró palmariamente que segundas partes nunca fueron buenas. El villancico funcionó, pero este himno no hay por donde cogerlo. Pasarán más de mil años y no habrá canario (salvo los del coro del Conservatorio) que le hinque el diente. Y te lo puedo demostrar científicamente, aunque no me halle presente en esa fecha por razones más que obvias.
Vamos con el discurso. Aunque mi pensamiento político esté a varios años luz de los postulados del Partido Popular, debo coincidir con ellos en que Rivero (bueno, el que le prepara los papeles) no se halla en sus justos cabales y confunde los actos institucionales con sus clásicas verborreas en los periodos precongresuales de Coalición Canaria. ¿Quién se puede creer, con una simple mirada a la cantidad de parados, que en estas peñas se está haciendo todo bien y que los errores siempre proceden de Madrid? Los políticos que gobiernan en el archipiélago parecen no percatarse de que el amplio capítulo de transferencias con las que se han dotado las diecisiete autonomías no permiten estas alegrías oratorias. Pero  nos hemos acostumbrado tanto a mendigar que parece no haber otra alternativa. Cada vez es mayor la vergüenza que sentimos al escuchar este tipo de justificaciones. Han logrado que recuperemos el concepto de disco rayado que tanto quebraderos de cabeza nos causó en los tiempos del vinilo.
No se prestaba el acontecimiento para la llorona de rigor. En la que llegué a atisbar ciertos tintes independentistas (¿haces guiños a don José, Paulino, para que cambie la línea editorial?). Si no, ¿a cuenta de qué los dos mil kilómetros de distancia si hace una semana escasa dijiste otra cosa cuando saliste de La Moncloa? De verdad, estimado presidente, te noto más quemado que la pipa de Toro sentado y Canarias necesita unos dirigentes con mayor prestancia, diligencia y rigor.
Estamos cansados porque Canarias, y los canarios que presumimos de al menos dos dedos de frente, nos merecemos otra cosa y no más de lo mismo. Y como los socialistas canarios no se atreven a abrir la boca (solo un fisquito para disimular, no sea que los desembarques), negro panorama nos espera. Puede, a estas alturas de la película y para que Rubalcaba despierte y se retire a sus cuarteles de verano, que se cometa la enésima puñalada trapera (abundan dispersos por estos peñascos los especialistas) y escenifiques otra boda con Soria (después del congreso ‘nacional’ –otra incongruencia–), porque este pacto no solo está condenado, sino que puede forzar a CC y PSOE a una derrota electoral sin paliativos. Y sin que Rajoy, como siempre, mueva un dedo. Porque si con la que está cayendo, el desgaste gubernamental (nacional) no es ‘aprovechado’ por los opositores (y las fuerzas –es un decir– que conforman el ‘desgobierno’ canario lo son), y las encuestas apuntan en esa dirección, mucho habría que recapacitar. Me temo, no obstante, que CC no se halle en condiciones de esfuerzos tales (lo de los socialistas canarios, mejor ni mentarlo, máxime cuando más de un dirigente municipal histórico ya cuestiona ciertas componendas).
Me alegro de que haya dejado marginada mi actividad folclórica. Quizás, tras contemplar estos espectáculos ‘tradicionales’ (los del Día de Canarias se incluyen), lo mismo comienzo a odiar tajarastes y sirinoques. Pero no quiero desanimar a los alumnos del CEIP Valsequillo, quienes aún ponen ganas en este nacionalidad de pandereta, la misma que le permite a Elfidio seguir recibiendo generosas subvenciones para pasear en ‘buses’ descubiertos bajo el acueducto segoviano.
Respeto a lo que se celebra. Allá donde fueres, haz lo que vieres. Aunque no sea creyente, si entras en una iglesia adoptarás una postura acorde con lo que allí concita a los fieles. Tú, Rivero, no fuiste capaz de situarte y pensaste que estabas en otro foro. Pero como sé que no lo vas a entender… Y ya está.
Cuando nombren a mi alcalde presidente insular del PP (que para eso lo designó Cristina Tavío; en ese partido es tradición el actuar de ese modo)… No, eso no toca hoy; lo mismo otro día. Porque mañana, quizás, te comente la peripecia para volver el pasado domingo de Fuerteventura gracias a Binter.

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