lunes, 2 de julio de 2012

De educación, sanidad y unos sueltos

Hace bastantes años –unos treinta y tres– comenzaron en Los Realejos los movimientos que dieron lugar al nacimiento de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, antes Apas, ahora Ampas. Me correspondió echar una mano en el parto de la de la (curiosa composición, ¿no?) entonces Agrupación Escolar Mixta Longuera-Toscal. Y tanto fue el entusiasmo inicial que se debió añadir la coletilla de “y amigos” en sus estatutos para poder dar cabida a los que quisieron colaborar sin tener hijos en la escuela. Incluso hubo abuelos que se embarcaron en la aventura. Creo que es una asignatura pendiente el recopilar aquellos acontecimientos, que luego dio lugar a la Federación Godínez, e invito, en consecuencia, a los actuales directivos de esta para que revisen actas y memorias de actividades y saquen a la luz cómo el entusiasmo y la ilusión eran capaces de suplir otro tipo de carencias.
Valga la introducción para referirme a unas declaraciones de la consejera de Sanidad, doña Brígida Mendoza, quien ha sentenciado que “pagará más el que más enfermo esté”. Y como entiendo que no es la frase en cuestión un dechado de virtudes, me acordé de que en cierta reunión asamblearia de la asociación que te señalé en el párrafo anterior, una madre puso el grito en el cielo cuando la junta directiva propuso que la cuota a pagar fuese la misma con independencia del número de hijos escolarizados que se tuviera, haciendo la salvedad del establecimiento de un pequeño canon por lote de libros entregado (con el que cubrir los posibles deterioros y roturas, porque fuimos los pioneros en lo de los préstamos y en el mantenimiento de los textos durante cuatro cursos). No solo no hubo manera de convencerla para que entendiese que la medida era una fórmula generosa de ayuda ante los otros muchos gastos que a las familias numerosas se les ocasionaba, sobre todo al inicio del curso, sino que en cada una de sus intervenciones nos deleitaba (un servidor era parte de aquella junta de gobierno) con un contundente “que se jodan, que nadie les mandó traer tantos”. La propuesta salió adelante y obvia decir que la buena señora, madre de hijo único, votó en contra.
Con estos antecedentes no puedo coincidir con el planteamiento de la señora consejera. Porque vete tú a saber de qué tipo de enfermo estamos hablando. Es más, suelen coincidir los crónicos con los estratos sociales más bajos, por lo que lo de pagar más lo tendrán bastante complicado. Lo malo es que las leyes no suelen entender de excepciones y los políticos, que debieran devanarse los sesos para solventar estas deficiencias, no están por la labor. Y al final las cargas siempre recaen sobre los mismos. Creo que hubiese quedado mucho mejor la consejera adhiriéndose a la propuesta que circula por ahí, con recogida de firmas incluida, en la que se demanda a los jugadores de la selección de fútbol no acepten la prima estipulada y la donen a causas más loables. Pero como en este país aún hay asuntos sagrados, mejor dejar el particular quieto. Si los españoles fuéramos capaces de reaccionar ante los temas de enjundia que nos afectan de igual manera que se hace con Casillas y compañía, otro gallo bien distinto nos cantaría. No obstante, seguimos siendo borregos que nos conformamos con ‘pan y circo’ y persistimos en las costumbres que Franco tuvo a bien inyectarnos en vena. Ha tenido efecto hasta en los descendientes.
Desde aquellos lejanos tiempos aludidos al principio se viene en este pueblo ‘luchando’ contra los rebaños de cabras. Y siempre que denunciábamos a un cabrero por meter el ganado en plazas y jardines y se celebraba juicio por el hecho, el juez lo declaraba insolvente. Para mí que el muy liviano (el cabrero) le regalaba un par de quesos a su señoría. No hubo manera. Y tanto es así que el actual alcalde realejero se ha visto obligado a dictar un bando al respecto. Que me parece bien, faltaría más, pero no creo conduzca a buen puerto por mucho que publiquemos las fotos del ganado zampándose las plantas. Y menos entendí lo de los excrementos. Porque si yo llevo un perro y caga, bolsa y sanseacabó. Y si es un conglomerado caprino, macho incluido, ¿quién junta tanta cagarruta desperdigada? Manolo, ¿tú no has visto cómo está la carretera por Las Candias?
En fin, menos mal que de vez en cuando alguna noticia te da un subidón de moral. El 1 de agosto de 2006 se publicó en Diario de Avisos un artículo titulado ‘Las folías de Julio Iglesias’ y firmado por un tal Jesús M. Hernández, a saber, yo mismo. Es uno de los tantos que están pendientes de aquella publicación que te indiqué días atrás. Iba a venir el susodicho habitante de Miami, invitado por Pedro Luis Cobiella, a mandarse unas perras de vino, un puñado de chochos y al final, como en cualquier tenderete al uso, entre los cánticos, una folía. Lo saco a colación por otra buena nueva y es que he vuelto a leer que nuestro hombre del hey, no vayas presumiendo por ahí sigue dispuesto a ponerle música (folclórica, of course) a estas estrofas: Al programa Tenderete / a Julio trae Cobiella, / segurito que su estrella / en el gaznate se mete / de gofio una buena pella. // Si de entrada no se engaja, / como un canario ya trina, / lo mismo canta berlina, / que pa´ eso es fuerte laja, / y el micro bien domina. // Mientras su traje recrea, / lo remueve con salero, / como si fuera un puchero, / y con isas contonea / su figura con esmero.
Bueno, los dejo porque tengo que ir al centro. Iré por Godínez en marcha atrás. Como es apenas un fisquito, parece que no constituye delito (y me salió un pareado). Hasta mañana, que ya he acabado. Y jode padre con el fuelle.

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