martes, 18 de septiembre de 2012

En un final de curso (I)

…Con toda seguridad, si cumplimos nuestros compromisos para con ellos y para con la sociedad en general, algo habremos adelantado. Pero sin caer en la simpleza. El candor no puede alcanzar este extremo: El funcionamiento de las escuelas nacionales de este pueblo ha ido mejorando notablemente. A los colegios de ambos sexos acude un crecido número de alumnos, promediando una asistencia diaria bastante numerosa (La Comarca, Icod de los Vinos, 19-noviembre-1922, número 189, página 2 [Informaciones telefónicas de los pueblos-La Guancha]). Lean varias veces, si preciso fuere, y comprobarán que nada dice.
Reconfórtense, no obstante, carguen las pilas, como el inicio indiqué, y consuélense con este anónimo caldeo, que data del año 2.000 a.C. (ahí es nada):
Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no escuchan ya los consejos de los mayores. El fin de los tiempos está próximo.
Mis más cordiales y afectuosos saludos, un feliz descanso y un reencuentro placentero. Atentamente, El Director”.
Continuando con el repaso didáctico-docente en el que me sumergí la presente semana de este mes de septiembre, ese en el que se da pistoletazo de salida a las bregas en escuelas, colegios y demás, nos trasladamos a un final de ese ciclo, allá por el 30 de junio, cuando tiene lugar el preceptivo claustro con el que finiquita el curso.
Y, precisamente, con tal motivo, estas líneas:
“En un final de curso.
[A modo de aclaración previa: Como siempre, la consabida reserva que me caracteriza, ha hecho que el contenido de estas líneas no fuese conocido ni siquiera por el resto de cargos. Al igual que al comienzo. Son, han sido, los dos únicos instantes en que he decidido motu proprio. De resto, y han sido muchos los avatares, hemos funcionado como tal. Y espero no haberles defraudado. Ni a ustedes, claro.]
No sé si recordarán que en el primer claustro celebrado en este curso, decía:
Esta mañana, al despertar de un sueño interrumpido por las múltiples preocupaciones que embargan mi mente adulta, lo primero que apareció en el escenario de mis recuerdos fue unos jazmines que había en el patio de la escuela de mi pueblo.
Era un fragmento del artículo ‘Los jazmines de una escuela’, publicado por Tinguaro, seudónimo que utilizó el maestro, con y sin título, tacorontero Manuel García Pérez en EL TEIDE, Puerto de la Cruz, 9-septiembre-1908, año I, número 2, página 1. Se cumplían, exactamente, 91 años de su aparición.
Ahora, en la última reunión claustral, me van a permitir que les cite otras líneas. Extraídas todas ellas de un periódico profesional, que se subtitulaba ‘Periódico de Instrucción primaria’. Era El Auxiliar y estuvo dirigido por D. Juan de la Puerta Canseco. Su primer número vio la luz el 12 de octubre de 1860. Fue periódico decenal, constaba de 8 páginas y pervivió, en tres épocas diferentes, hasta su número 455 (20 de mayo de 1899), es decir, casi cuarenta años. Y que la osadía de quien hoy cesa en su cargo para pasar a ocupar otra responsabilidad, le ha indicado que debe dedicarlos.
Esta primera, con todo mi afecto, al exconsejero, el ínclito Mendoza:
Para que la Instrucción primaria adquiera en Canarias la importancia que merece, es necesario que se presente á sus encargados un porvenir menos sombrío que el que hoy columbran; que no se les deprima con humillantes comparaciones, que, en fin, garantizándoles el esclusivo ejercicio de su ministerio, encuentren una justa remuneración á su trabajo y á sus desembolsos. (22-noviembre-1860, número 3)
La segunda, como no, a Grette Mollo, jefa de todas las AMPAs:
Intimamente ligada la educacion del hogar con la Instrucción dada en la Escuela, no queda duda alguna de que los Padres deben ser los mas eficaces auxiliares de los Profesores de Instrucción primaria. Esta es una verdad tan conocida, que no debieramos ocuparnos de ella, si la esperiencia no nos demostrara que no siempre los jefes de familia están de acuerdo con los profesores. Por el contrario, á veces destruye el uno lo que el otro edifica á fuerza de cuidado y de perseverancia... (22-noviembre-1861, número 3, año II)
La tercera, a la segunda de a bordo, Pura Toste, que se cansó en nuestra demanda de otro profesor:
No nos cansaremos de repetirlo, el dia en que todos los padres comprendan la conveniencia que hay de visitar con asiduidad las aulas, y guardar al Profesor todas las consideraciones que se merece, ese dia la enseñanza pública habrá dado un gran paso y se habrá desterrado ese indiferentismo que mata toda buena aspiración y todo estímulo... (2-enero-1862, número 7)…
(seguiremos mañana)

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