martes, 25 de septiembre de 2012

Qué bien "prenuncian"

Mis escasos, pero –insisto– estimados y bien avenidos, lectores, saben perfectamente que no gozan de mi especial afecto los informativos de la tele canaria. Porque son reiterativos, machacones y tienen una propensión a dar coba al entorno de Paulino mucho más allá de lo que podría significar su consideración como presidente del ejecutivo. Tanto que se han erigido en los portavoces oficiales de los que el escribiente de turno ha tenido a bien plasmar en el blog del susodicho. Y que casi siempre se reduce a lo mal que gobierna Rajoy y a lo bien que lo hacemos en Canarias (y a los índices de paro y pobreza me remito). Mas no caeré en la tentación de presentar una querella al estilo del vilipendiador mayor de la nacionalidad, al estimar que mi honor ha sido puesto en tela de juicio por las sandeces de rigor. Basta, como es harto conocido, pulsar el botón rojo del mando para que la enfermedad deje de ser tal. Lo malo –mi mayor pecado– es que me empeño en obtener cuanta información me sea posible para     que cada día de la semana puedan disponer ustedes del comentario pertinente, del artículo de opinión que de lunes a viernes hallan en la versión I de Pepillo y Juanillo. Porque la II, también es público y notorio, queda reservada al aspecto gráfico de las realidades insulares (según sople el viento, que no Nadine, y los ahorros lo permitan).
Es probable que quien me lea en este mismo instante haya sido uno de los que sintonizó el medio audiovisual juguete de Willy en los tristes momentos en que los montes gomeros eran pasto de las llamas. Ya nos hemos manifestado acerca del amplio despliegue habido en aquel entonces y hemos dado nuestro parecer al respecto. Puedes volver a las entradas más antiguas si te asalta algún tipo de duda. Recuerda, no obstante, el autobombo posterior a los momentos álgidos del incendio: enorme cantidad de horas, cámaras, unidades móviles, directos, diferidos…
Ayer por la mañana, en el transcurso de la primera edición, con unas imágenes de Valle Gran Rey, el presentador nos deleitó en varias ocasiones con la alusión al Barranco de “Guada” (lo entrecomillo porque era mencionado el sustantivo propio como palabra llana). El mismo que hace unas semanas apenas escuchó hasta la saciedad que la tragedia se había cebado en el cañaveral de ese lugar gomero conocido por Guadá. Recuerdo, incluso, las intervenciones (bastantes emotivas, por cierto) de una corresponsal oriunda del entorno. Pero el teleprompter (también llamado autocue o cue por influencia del nombre de la principal empresa fabricante) debió jugarle una mala pasada a quien las muchas jornadas ante la cámara le han valido de bien poco para el reconocimiento de los topónimos isleños. Qué mala memoria en quienes deben ser valedores de un profundo conocimiento de esa realidad a la que se deben, o al menos eso alegan, o pretenden justificarse.
Pero no todo quedó en la ‘anécdota’ reseñada, porque inmediatamente después le tocó el turno al que nos lee los titulares de prensa, ejercicio preferido de todos los medios audiovisuales y que nos viene a demostrar que el concepto de inmediatez de la noticia ya no es el mismo que se aprendía en las facultades de periodismo. Allí estaba nuestro hombre para deleitarnos con un “Tasártico” que a más de un aldeano habrá dejado descolocado con tan esdrújulo proceder. Ni Tasarte ni Tasartico, de aquí en adelante rodamos un lugar la sílaba tónica, dado el buen hacer de estos profundos (des)conocedores que se jactan de echarle minutos radiotelevisivos y que a lo peor no van a La Aldea de San Nicolás porque se marean con las curvas. Lo mismo esperan sentados a que concluyan los túneles de El Risco.
Que estas cosas ocurran con las noticias que nos llegan de Madrid, donde confunden Güímar con Guimar, es, pues, hasta comprensible. Pero estos de aquí presumen de ser la radio (y la tele) nacional de Canarias (manda higos porretas). Puede que sus nóminas les permitan viajar para tierras de fuera, aunque desconozcan lo que tenemos en el patio de casa. Y a todas estas, la próxima semana habrá visita principesca a La Gomera. A estas alturas de mes, puede que ya le hayan remitido a Felipe y Leticia (¿o con z?) los discursos de rigor (en el nombre de mi padre y en el mío propio). Si yo hubiera sido monárquico, lo mismo me invita Casimiro. Le hubiese ahorrado la redacción de las palabras de la alocución. Tendré que fastidiarme y esperar a que se recupere la alcancía. El consejo consabido viene de la mano del lenguaje, y no silbado precisamente. Pónganles los acentos (y las tildes) en el lugar conveniente, no sea que los bajen (lo mismo le habilitan un transporte marítimo) a Gran Rey y se trabuquen más de lo que en la casa real es normal.
Bueno, por aquí no ha caído una gota. ¿Ustedes han visto algo?

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