Abrirse a la
sociedad –con las connotaciones obvias que el verbo implica–, se decía antes.
Pero antes muy antes. Desde que yo era mucho más joven que ahora. Se atisbaban
síntomas de acomodo. Y comenzó el distanciamiento. Ahora quieren conectar. Es
vocablo más acorde con las nuevas tecnologías. Pretenden, quizás, convencer a
un electorado hastiado con mensajes en las redes sociales. Y acompañarán el
logo del partido. Sin foto del líder, que ya no se estila. O se le esconde.
Basta con un lema que lleve, condición sine qua non, la palabra ‘cambio’.
Y el PSOE
lleva demasiado tiempo cambiando. Pero realiza giros extraños. Siempre de 360º,
para quedarse en idéntico lugar. Enclaustrados en su dinámica partidaria,
obsoleta e inmovilista, reniegan una y otra vez. No escuchan cuando los
clamores se hallan en la escala superior de los decibelios permitidos. Una
derrota sin paliativos en 2011 no les sirvió ni siquiera para sentarse cinco
minutos a reflexionar. Perdón, sí se sentaron. Y siguen.
Realizan
congresos en los que es mucho más importante hacer pasillos para colocar a tal
o cual en la dirección del partido, antes que ofrecer a esa sociedad, a la que
quieren enchufarse tras dieciocho mil intentos fallidos, una alternativa
creíble ante una realidad que nos abruma. Basta con los lamentos de la alta
abstención que los perjudica gravemente. Y los del que no fuimos capaces de dar
a conocer nuestro programa. ¿Qué programa? ¿Qué diferencia?
Han perdido
el gobierno de casi todas las autonomías. Y allá donde ‘tocan poder’ –bien les
gusta esta expresión–, lo hacen en función de componendas del tres al cuarto,
que no por haber ganado en noble lid. Y por el Paseo de San Jerónimo circulan a
110. Para ahorrar combustible. Quitaron las señales de las autopistas y
autovías, pero a ellos les gustó. Y el pueblo, que no es tonto, les prestó
atención. Para esto, sí; para lo otro, no. Será porque una imagen vale más que
mil palabras. El mensaje es más directo. No valen, en este caso, los
retruécanos.
Hay que
acelerar el proceso. ¿Cuál? Estamos envueltos en un ciclo electoral negativo,
que no ha terminado. Eso, saldremos de la crisis. ¿Se atisban brotes verdes?
¿Se ve la luz al final del túnel? ¿Cómo? Eso ahora no toca. También es
expresión de Rajoy, pero él no tiene problemas. La derecha es mucho más
marcial, avanza en franca armonía. ¿Habrán hecho los socialistas algún cálculo
de los muertos y heridos que han ido dejando en la cuneta? ¿Habrán sumado todos
los que fueron afiliados y causaron baja para apartarse definitivamente o para
fundar nuevos medios de transporte? Abordaremos una renovación ideológica
(muestra inequívoca, una vez más, de sus actuales planteamientos) y pisaremos
el acelerador para un análisis profundo. ¿Morfológico o sintáctico?
Chacho, vamos
a ver si soy capaz:
Se trata de
un problema de credibilidad. Y tal enfermedad no se cura con esos ejercicios de
lavado de cara. No se ha reconocido (en Euskadi) la gran labor de Patxi López,
sostienen. Bien, pero por qué. Qué ha fallado. Si alguien lo hace bien, el
pueblo se muestra conforme. Y lo premia. No nos cuadra ese pensamiento tan a la
ligera. Insisten en que cuando uno tiene una derrota electoral tiene que pensar
en qué va a cambiar. Correcto. Pero es que no se trata de un tropiezo. Salvo en
Asturias, no han ganado nada. Ha sido fracaso tras fracaso. De mal en peor.
Dijo
Rubalcaba el pasado miércoles: "Lo que hace falta es presentar una
alternativa. Un partido político tiene que tener un proyecto y un candidato. Y
a mí me eligieron para conformar un proyecto alternativo". Analicemos. Y
no es menester gran profundidad. Te eligieron, Alfredo, hace ocho meses. Y en
ese intervalo se han celebrado algunos procesos electorales. Te han dado por
todos los lados. Has hecho bueno el programa oculto del PP, ese que conocimos
tras su paseo triunfal por las urnas. En Andalucía, el buque insignia, el PSA
perdió también. Y mucho, aunque, como aquí en Canarias, se hayan agarrado de
esa posibilidad de pactar, legítima pero difícilmente digerible. En las del
domingo pasado, ¿dónde estaba esa alternativa que propugnan, dónde ese proyecto
tan mentado como manido? Te han elegido para conformar ese proyecto político.
Menos mal que no caes en la tentación de asumir, asimismo, lo del candidato. De
seguir a pie juntillas tus propias palabras, debo colegir que cuando finalices
de redactar el proyecto (¿cuánto tiempo necesitas, por cierto?), lo presentarás
a los órganos que tienen encomendado su debate, ¿y luego? ¿Se iniciará la
carrera para buscar quien lo encabece? ¿Con primarias o harás un penúltimo esfuerzo
para saltar la valla? Mientras, ya habrán alcanzado otra ‘meniada’ en Cataluña
y… la gente cada vez más hastiada, hasta el gorro. Más de la mitad de la
población se quedará en casa… ¿Y qué? ¿Vuelta a empezar? A los perdedores
autonómicos los ubicamos en la cámara inútil, a vegetar hasta que cicatricen
sus heridas. A lo único decente y presentable –ejemplo significativo el de
López Aguilar– lo mandamos para Europa. Con disfraces y medias tintas no
arreglarán nada. Pero ustedes saben mucho más que yo.
De Juan
Fernando lo mismo escribimos algo otro día. Porque cada vez se me parece más a
Wladimiro. Su teoría es muy buena, pero la praxis va por sendero bien
diferente. Y se lo dije cierta vez a un militante de mi pueblo: las redes
sociales no ganan elecciones, pero sí ayudan a perderlas. Sigue habiendo un
elevadísimo porcentaje de votantes que no han tocado un ordenador sino para
quitarle el polvo.
Así está el
PSOE. Y los males son en cascada. No levantan cabeza sino en los municipios en
los que el alcalde se identifica con el partido. Aunque esa gasolina se está
agotando igualmente. Y el secretario general tinerfeño, ¿se escondió tras el
congreso celebrado en Puerto de la
Cruz? Todavía no me ha llamado. Y yo juraría que tengo
bastante cobertura (por lo menos cuatro rayitas).
Disfruten del
fin de semana.
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