jueves, 4 de octubre de 2012

Depurar responsabilidades

Limpiar, purificar, eso dice el DRAE. Pero me temo que se utilice, en demasía, como sinónimo de exigir (pedir imperiosamente algo a lo que se tiene derecho). No obstante, creo que me da lo mismo. Me vale el roto y el descosido. El problema viene dado por la excesiva utilización de la frasecilla de marras, que ha dado lugar al choteo de rigor. Como siempre.
Se nos quemaba La Gomera, y antes de apagarse los ánimos (las llamas siguieron mucho tiempo más) ya estábamos con las espadas bien afiladas exigiendo que se depuraran responsabilidades. Los que esgrimen tales discursos son los otros, claro, los que pasaban por allí, los que nada tienen que ver en el suceso y, como quien no quiere la cosa y aprovechando que a río revuelto y todas esas menudencias, leña al mono que es de goma.
Carga la policía porque cuatro machangos echan a perder loables iniciativas, como podría ser la de manifestarse pacíficamente por las calles madrileñas, e, ipso facto, hay que depurar responsabilidades. Nos obcecamos, no somos capaces de sopesar pros y contras, y lanzamos ataques furibundos en las redes sociales proclamando dogmas de fe (a pesar de los calificativos).
Mete la pata cualquier político (nada raro por otra parte) por unas inoportunas declaraciones, o manifiesta lo contrario de lo que su compañero de partido había espetado cinco minutos antes, y, por supuesto, hay que depurar responsabilidades.
Le preguntan a Rajoy que para cuándo el rescate y responde el susodicho (¿dije responde?), echando mano del libro de instrucciones (que todo gallego porta en el magín) que como los medios de comunicación, sobre todo de allende Los Pirineos, saben mucho más que él (nada raro por otra parte, aunque ya lo escribí antes), cuestión sería de preguntarle a ellos. ¡Ah!, y que luego le pasen la contesta al presidente por si estima oportuno hacer caso a tal recomendación. Por todo lo cual, obvio es, habrá que depurar responsabilidades.
Entiendo que no son necesarios más ejemplos. Por tu mente, mientras leías los párrafos precedentes, pasaron infinidad de situaciones que ilustran, mucho mejor que las aludidas por mí, el cómo los españoles no movemos mediante impulsos, casi todos a destiempo y con el suficiente grado de descoordinación como para que los dirigentes vayan capeando temporales sin apenas enchumbarse. Y estimamos que basta con la depuración de responsabilidades.
Ahora bien, todos conocemos un ejemplo (y juntos hacen una considerable cantidad) del clásico jeta que ha ‘disfrutado’ de la oportunidad que le brindó la situación de desempleo para estar años con tejemanejes, cuya relación me daría para tres o cuatro entradas. Desde fraudes a dinero negro (que no cáncamos), a porrillo. Desde empresarios hasta el último de la fila, al estilo del que no corre, vuela. Eso, rebobina, recapitula, pero no te olvides de ir sumando.
Todos conocemos al espabilado funcionario que, en connivencia con el amigo médico, ha explotado hasta extremos de la desvergüenza la situación de baja laboral. Sí, sonríe, pero ve sumando con el que yo tengo ahora mismo en mente, y él, y el otro, y el de más allá. Sí, esos que ni siquiera se recatan un fisco y se quedan en casa para que no los vean. No, lo mismo van a su centro de trabajo a descojonarse de los que cumplen con su obligación.
Todos conocemos casos (juzgado de guardia) de jubilados que accedieron al estatus de clase pasiva sin que él mismo sepa a ciencia cierta dar una explicación coherente del porqué. Docentes, la tira; empleados de la banca, ni te cuento; que estuvieron al servicio de la antigua Telefónica, me faltan dígitos. Hazme el favor de continuar tú con la enumeración.
Y ya que estoy en ello, Mundo Senior (o el Imserso), que no establece una baremación diferenciada que permita que las rentas bajas realicen al menos un viaje por programa (aunque no puedan pagarlo, que se lo subvencionen y puedan darse un garbeo al año) y que no los acaparen aquellos matrimonios que sumando ambas pensiones se monten en 3500 o 4000 euros al mes.
Y como hoy quiero ser breve, cuéntame tú ahora a mí si has conocido a quien haya demandado depurar responsabilidades por estos hechos que bien a la vista están. Nadie, todos callados. Los sindicatos miran para otro lado. Es más, fomentan tales procederes. Las autoridades (vaya eufemismo) solo saben ir a la papa suave: cargar de manera inmisericorde contra los que están (estamos), aunque sea a duras penas, cumpliendo sus cometidos. Me desternillo (y me parece que también me destornillo) cuando salen a la palestra los iluminados de turno para indicarnos que los recortes son la única vía posible. Máxime cuando habría que añadir lo que ocurre por arriba, por lo alto, con banqueros, amplias fortunas y, en definitiva, los que siguen amasando riquezas y para los que la crisis ha sido mera excusa para persistir en el engrosamiento de sus ya abultados capitales.
Voy a empezar hoy una nueva campaña. La recordaré durante una temporada. No compren El Día. Y genial respuesta del director de Diario de Avisos (ayer) al ataque furibundo del editorialista (o todos ellos, que tanto monta) el pasado martes.

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