Ayer, mientas
estaba pintando un tramo de la escalera
de mi casa –Rajoy no me permite que contrate un profesional–, me rondaba por el magín, a la par que le daba
al rodillo o a la brocha, que si estuviésemos en la época de los dos Realejos,
ahora mismo estaría yo viviendo en el Bajo. Y es curioso porque el resto de mi
vida –casi toda– estuve a la otra vera de Godínez. Luego, cuando acabé con la
labor encomendada para el miércoles, y me culturizaba un fisco leyendo cuanto
hallé en Internet, me entero de que se va a iniciar prontamente la
rehabilitación integral del casco histórico. Aquello, deduzco, que Sebastián
Ledesma había prometido cuando formaba parte del gobierno canario, pero que
nunca se llevó a efecto.
El alcalde y
el viceconsejero de Turismo se dieron un volteo por San Sebastián y
alrededores, y deberán haber firmado la denominada acta de replanteo. Vaya el
ruego de que no se lo vuelvan a replantear mucho y comiencen de una vez las tan
ansiadas mejoras. Lo que me extraña es que nadie se me haya adelantado con esta
crónica. Lo mismo habrá que buscar la causa en la dicotomía Casa de los
Lagares-Casa de la Parra. Y
digo yo que si a un lagar se lleva lo que la parra dio, para qué tanto jaleo.
Pero doctores tiene la iglesia.
Copio un
párrafo de la nota que publica el ayuntamiento: El objeto de las obras consiste en realizar mejoras en las diversas
calles del los Realejos como son Los Príncipes, Guillermo Camacho, Pérez
Galdós, Ángeles Martín Fuentes y tramos de calles que lindan con las
principales vías. Asimismo, se va a dotar de todos los servicios urbanísticos,
tales como pavimentación de calzadas y aceras, alumbrado, recogida de pluviales
y mobiliario urbano.
Y me quedo en
treinta y tres. Entiendo lo de la semipeatonalización, lo del pavimento de piedra
natural, farolas en consonancia con el entorno, pero suplico me expliquen con
más detenimiento lo de Los Príncipes y, sobre todo, lo de Pérez Galdós. Yo me
imagino que se referirá a la
Hacienda y no a la urbanización en la que vivo y que da
título a este post de hoy jueves. Porque resulta que mi calle se llama Benito
Pérez Galdós y no creo vaya a ser mejorada. Me temo que en la reseña la coma
existente entre Camacho y Pérez Galdós debe tratarse de una y, para señalar que
la calle que recibiera tal nombre allá por junio de 1987 es una de las que va a
ser objeto del remozamiento adecuado.
Me alegro de
la noticia y que sea una pronta realidad. Al tiempo de que en la urbanización
que me da cobijo se ha llevado a cabo una poda de sus palmeras, me parece conveniente
elevar unas sugerencias al Consistorio para que, si a bien lo tienen, las
añadan en la agenda correspondiente. Los letreros que nos indican el nombre de
las calles requieren un cambio ya. Son del modelo del año de la pera (latón de
mala calidad) y el óxido le sale por las orejas de los escritores que las
designan. Y los soportes están tan cambados que ni los perros levantan la pata,
no sea que se les caigan encima.
Las
luminarias –más bien semáforos, por lo de enciende-apaga– no son un dechado de
virtudes, pero, bueno, que aguanten otro fisco. Lo que sí sería conveniente es
colocar alguna señal más de limitación de velocidad, porque los que bajan por
Alfonso García Ramos o suben por Tomás de Iriarte, y se cuelan a la velocidad
que vienen hacia cualquiera de las transversales… sobran comentarios. Miren a
ver si hallan un par, o tres, de cuarentas por ahí y los espichan en lugares
bien visibles. Lo mismo les podemos echar una mano con alguna que otra
matrícula. Y ya que menciono esta parte del automóvil, ¿no habían anunciado
hasta la saciedad el asunto de los coches abandonados en la vía pública?
Pregunta ingenua: uno que lleve aparcado casi diez años en el mismo sitio, ¿se
puede considerar como tal?
Y acabo con
otra interrogación: ¿no se le podría dar algún uso al espacio que queda en el
costado del poniente del campo de fútbol o es que solo va a servir para colocar
los fuegos de la calle El Medio?
Bueno, metan
mano en lo de Realejo Bajo. Por cierto, ¿van a darle solución al estrechamiento
de la calle Guillermo Camacho? Porque el espejo de bien poco vale.
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