lunes, 5 de noviembre de 2012

Isla del Meridiano

Estuve ausente unos días. Dejé programadas unas entradas en el Pepillo y Juanillo y me marché a El Hierro gentilmente invitado por el viejo amigo miliciano Inocencio Hernández. De la estancia tienen ustedes constancia en las fotografías que he insertado en ambos blogs y en las décimas que hallarás en el Rincón de las letras menudas. Asimismo, un amplio abanico de paisajes y parajes irás encontrándote cada día en las presentaciones, que se han iniciado, como no podía ser de otra manera, por el lugar que me dio cobijo y que no es otro que la casa rural La Galana, ubicada en Erese, en la finca del mismo nombre y a dos pasos de Valverde y de El Golfo. ¡Ah!, la tormenta me cogió allá, pero salvo las cortes esporádicos del túnel de Los Roquillos, nada digno de mención. Porque un servidor no comulga con tanta alerta y alarma cada vez que llueve en estas latitudes. Hechos de los que la televisión canaria (el eterno juguete de Paulino) magnifica hasta extremos insospechados.
Saben mis estimados lectores de la ‘lucha’ que sostengo con la manera de informar que tiene la susodicha tele canaria. Esa que dirige el catedrático en la universidad de la vida y que se hace llamar Guillermo García cuando todo el mundo lo conoce por Willy. Donde prima el sensacionalismo y el deseo incontrolado de relatar sucesos, hechos luctuosos, crónicas judiciales y cuanto accidente se produzca en estas peñas; mejor con muertos que con heridos.
En El Hierro lo tienen claro. A no ser que con todos los habitantes con los que tuve oportunidad de intercambiar unas palabras estén completamente equivocados, o yo haya escogido como interlocutores a todos los que se alinean en el mismo bando opinador. Porque los excesos en los despliegues habidos en La Restinga en octubre del pasado año asustaron al más pintado. Muchos herreños se largaron para Tenerife o Las Palmas, a capear la tragedia en casa de familiares, y los que pensaban acudir a la Isla del Meridiano a pasar unos días de vacaciones y echarse un pescadito en la costa de El Pinar, cancelaron sus viajes. Y aún se sufren las consecuencias de aquel desbarajuste, sobredimensionado por los ‘(des)informativos’ de turno.
No sé si habré conseguido dibujarlo en las dos décimas que puedes leer como colofón de este post, pero con motivo de estas jornadas pasadas de agua y viento ocurrió tres cuartos de lo mismo. La ‘autonómica’, que se erige en salvadora de nuestras penurias y falta de conocimiento, quiere sorprendernos y abre sus micrófonos para que la gente (normalmente los que no tienen otra cosa más productiva que hacer sino gastarse el dinero en llamar por teléfono) cuente cómo está la situación en su lugar de residencia. Y cada cual añade a la realidad unas pinceladas de exageración y tú puedes imaginarte el resto: nos ahogamos, nos lleva el viento, se me cayó la antena (qué desgracia), se fue la luz (y perdí todito lo que tenía en el congelador, aparte de no poder escucharse), el barranco lleva agua (no, va a llevar vino blanco) y añade, por favor, ese largo etcétera en el que estás pensando.
Por supuesto, el aderezo viene dado por la crónica en directo en la que puedes contemplar al gilipollas que aguanta la alcachofa con un chubasquero de lo más cutre, agazapado bajo un paraguas cantoso y bien enchumbado para impresionar. Son los intrépidos reporteros de Barrio Sésamo. Y así, el Hierro sigue padeciendo las secuelas de las crónicas paulinas (tradúcelo tú por marcianas). Y La Restinga no levanta cabeza. Pero ahí tenemos a nuestro presidente elevando quejas ante lo mal que nos trata Madrid. Pudo haber aprovechado y darse un salto este pasado sábado hasta El Mocanal, donde Soria estuvo con los suyos echándose unas quesadillas. Eso sí, acompañado por el cabeza visible de la cofradía de pescadores. Ya Alpidio se enterará por ‘la nuestra’. Qué esperpentos estamos condenados a vivir, a soportar con esta tanda de ineptos. Y los socialistas canarios, que en las próximas elecciones obtendrán cinco o seis diputados, apoyando estas decisiones (ya me gané unos cuantos seguidores menos en las redes sociales). Rivero los (re)compensará con una alusión cariñosa en su blog. De la que se dará la consabida reseña en los telediarios de mañana, tarde y noche. Y lo mismo mi amiga Estíbaliz entrevista a José Miguel en el 30 minutos.
Cuando llegué a mi casa, eché una visual hacia el monte y vi unos pinos chamuscados. Luego me enteré (en feisbuc, por supuesto) de que Manolo, mi alcalde, estaba cabreado. Y solicitaba que le enviaran fotos… Pero de eso escribiremos mañana. Lo mismo sigue en picado el número de amigos virtuales.
Acabo con las décimas prometidas. Ahí van:
Me fui una semana a El Hierro
y quedé decepcionado,
pues el volcán ha causado
sensaciones de un destierro.
Debemos quitarle yerro
al temor sin fundamento,
que se esparza con el viento
y que retorne la calma;
de Lanzarote a La Palma:
mostrémosle nuestro aliento.

Y el herreño convencido
de que el mayor responsable,
o, mejor dicho, culpable,
tiene nombre y apellido.
El seguimiento no ha sido
de información un modelo,
primó el morbo antes que el celo
y se asustó al visitante:
es “la canaria” garante
de saber tomar el pelo.

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