Ayer Día
Internacional de los Probadores de Sonido (12-12-12; leer, uno, dos; uno dos;
uno, dos) no estuve muy disgustado. Los problemas se van resolviendo y Rajoy me
dejó mucho más tranquilo con su afirmación: “En cuanto podamos, revalorizaremos
las pensiones”. Y como todos, jubilados o no, sabemos de la pata que cojea el
presidente, llegaremos a la conclusión de que nos ha espetado otra mentira y
que jamás de los jamases volveremos a recuperar lo hasta ahora perdido.
Tendríamos que contestarle con el consabido “cuéntame una de chinos”, pero la
verdad es que no sabemos si valdrá la pena.
Ayer, en el
debate parlamentario, Mariano y Alfredo, como casi siempre, se repartieron las
culpas y se lanzaron los trastos (verbales) a la cabeza para luego echarse el
cortado en el lugar de costumbre. Me imagino que a 60 céntimos, incluido el
leche y leche. Oye, sentí pena de la pobre Soraya Rodríguez, la portavoz
socialista en el Congreso de los Diputados, ante las insistencias de los
periodistas acerca de los movimientos sísmicos habidos en el seno del PSOE para
el cambio de sillas, y de cromos –nadie habla de proyectos, programas y líneas
de actuación–, que propugnan abiertamente muchos militantes. La cara era todo
un poema. Como la que se le pone a Rubalcaba cuando propone establecer lo mismo
que denegó un año atrás.
Menté a los
chinos en el párrafo anterior y resulta que nos van a resolver los problemas del
transporte. Al menos en Gran Canaria. El ínclito Bravo de Laguna no sé qué
demonios les habrá contado, pero él asegura que invertirán para construir el
tren. Lo malo es que esta gente está acostumbrada a las largas distancias y
como copien el modelo de su país en la isla redonda, lo mismo se escapan los
vagones por el faro de Maspalomas.
Pero lo que
realmente me dejó verdaderamente relajado fue el anuncio de que sí
participaremos en el festival de Eurovisión. No nos vamos a rajar como los
portugueses y estaremos en Malmö dando el cante. Y escucharemos cómo nuestros
vecinos nos conceden los doce puntos de trámite para que puedan seguir cruzando
la frontera en busca del combustible unos céntimos más barato. A cambio,
nosotros les compraremos toallas, calcetines, ovillos y madejas. Aunque yo
tenga que estar luego con los brazos estirados cuando mi mujer los necesita
para el punto. ¿No me entiendes? Qué suerte tienes.
Le he pedido
el título prestado a Pastora Soler, al tiempo que inserto la foto de Malú,
quien tiene, por lo visto bastantes boletos para viajar a Suecia. Eso me contó
Susana Uribarri, la hija del recordado –sobre todo por los viejitos– José Luis,
el eterno comentarista de los entresijos festivaleros y que sabía el resultado
de la votación antes de que el locutor abriera la boca y diera paso a los
portavoces de los diferentes países.
Nos
gastaremos, como siempre, buen pastón, pero la noble causa lo requiere. Y a
ello hemos colaborado espléndidamente los pensionistas. Amén de todos los
funcionarios públicos. Parte de la paga extra cambiará de latitud y se nos
situará mucho más al norte. Dicen que por el hecho de prestar el consentimiento
para acudir a la cita, o al evento, hay que apoquinar unos doscientos mil
euros. Algo así como la matrícula. Luego vendrán los gastos de funcionamiento,
incluido el comedor (los docentes sabemos de qué hablamos). Un par de milloncejos
apenas.
Yo lo comparo
con los fuegos del tres de mayo en Los Realejos. Es la tradición la
religiosidad, la devoción… Es una novelería como otras tantas que no tienen
razón de ser. Ni en crisis ni en épocas de bonanza económica. Y se quedan con
nosotros de mala manera. Y somos tan imbéciles que no nos rebelamos contra
semejantes caprichos. La excusa de no hay dinero no vale para determinadas
situaciones y los raseros disponen de diferentes varas de medir.
Quédate
conmigo puede ser, igualmente el lema de campaña para cualquier partido
político en las próximas elecciones. Muy musical y lo suficientemente atractivo
y sugerente. Vale para el discurso del candidato, en especial el de aquellos
que han perdido demasiada clientela, pero también valdría para los escépticos
votantes, quienes podrían recurrir a la interrogativa ¿te estás quedando
conmigo?
Hoy es 13,
Santa Lucía. Los viejos decían que a partir de tal fecha menguaban las noches y
crecían los días. Era la época en la que nada se conocía de equinoccios y solsticios,
pero atesoraban gran capacidad de observación, de lógica y de sentido común.
Que ahora hemos perdido.
En fin,
estimado: quédate conmigo.
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