2 de enero de 2013

A mi modo de entender

Este primer comentario de 2013 pretende echar una mano al partido político en el que yo milité mucho tiempo atrás y que parece no levantar cabeza a pesar del descenso en picado del PP por las consabidas mentiras de don Mariano y su gestión cargada de vaivenes y ausencias. ¿Qué busco? Absolutamente nada, ya voy debidamente servido en la jubilación. Pero –y si me echan una mano unos cuantos que creen que lo del PP ha sido un fiasco, mejor que mejor– lo mismo se desprende alguna legaña.
Los últimos sondeos señalan que el PSOE sigue estando unos seis puntos por abajo en intención de voto. Y si esto ocurre tras un año de un gobierno popular que nos ha conducido al más brutal hachazo jamás habido, mucho me temo que no gozan los dirigentes socialistas de mucho margen para salir del profundo pozo en el que se hallan sumergidos. Porque cuando una organización no es capaz de ‘beneficiarse’ del descrédito y los despropósitos de quienes alcanzaron una mayoría absoluta y no han sabido gestionarla mínimamente, harto complicada deberá ser la travesía restante. Si con la que ha caído durante 2012, el panorama sigue pintando mal, por poco que se invierta la tendencia –y ello ocurrirá inexorablemente, y a pesar de los políticos– más negro será aún el porvenir de los que aspiran a ‘tocar poder’.
Vuelvo a estar convencido de que no me van a prestar el más mínimo caso a pesar de que algunos militantes, o afiliados, se asoman de vez en cuando a Pepillo y Juanillo. Siguen viendo fantasmas por las esquinas y se emperran en no admitir sugerencias. Creen que les basta con sacar a la luz determinados manifiestos. Como el que hace poco dieron a conocer para “cambiar el PSOE para que siga siendo el PSOE”, o “hacer PSOE 2015”.  Eso no sirve para nada. Porque llenar varias decenas de páginas es demasiado fácil. Basta con copia y pega. Y la sociedad está cansada de panfletos, de palabras, de escritos vacuos. Quiere hechos diferenciadores con los que pueda desterrar lo de todos son iguales. No valen barnices que inciden en más de lo mismo. Hay miedo profundo a transformaciones radicales. Porque en el fondo esas mastodónticas estructuras en las que se han convertido los partidos, con tal de mantener privilegios y chiringuitos, no levantan demasiado la voz no sea que mañana se vire la tortilla.
Al presidente Griñán se le ocurrió encargar a dieciocho expertos en Derecho Constitucional, catedráticos, pero también políticos, una propuesta encaminada hacia un Estado federal. Ya no saben cómo salir del embrollo en el que se hallan metidos con las veleidades de los compañeros catalanes. A don Artur Mas, puede que sin pretenderlo, le está saliendo la jugada perfecta. Tiene a populares y socialistas con el alma en vilo. Y Esquerra aplaude con las orejas.
Pero por donde iba mi intención en este inicio de año es por la defensa que hace el PSOE de un Senado con más poder. Qué ocasión más pintiparada para comenzar a marcar diferencias. En vez de proponer la supresión de esa cámara inútil y despilfarradora, se empecinan en reformarla para darle, eso dice, nuevos cometidos. ¿Cuáles, si al final todo volverá a quedar como antes porque es el Congreso el que tiene la última palabra?
Vamos a ver: piensen un fisco con la cabeza y pónganse en lugar de cualquier españolito que las está pasando canutas. Sí, algo tan elemental y de lo que se han olvidado. Y luego se extrañan del distanciamiento y la brecha existente entre ustedes y nosotros. ¿Cómo demonios quieren que volvamos a tener confianza si todo lo que llevan a cabo está encaminado a potenciar sus intereses, que no los nuestros? Hay que reforzar el Senado para que haya más pastel que repartir. Porque a más competencias, ustedes alegarán más trabajo, y ello equivaldrá a mayores equipamientos y recursos, materiales y humanos. ¿Me van siguiendo, no?
Sigan con sus orejeras mirando al suelo y pa´lante. La temática dispar que existe a ambos lados se les importa bien poco. Se engolosinan de tal manera que se vuelven ciegos. Viven de espaldas a la realidad. O mejor, ustedes se han fabricado una que no es la nuestra. Y me apena mucho más el contemplar cómo los que deben dar un paso al frente, los jóvenes sobradamente preparados, se han arregostado igualmente. Y se han sumergido en idéntica dinámica. Los unos, los que ya comen en el pesebre, relax y tranquilidad. Los otros, los aspirantes, a no mover un dedo no sea que no salgan en la foto.
Hay que pensar, aunque les cueste sacrificio, en el resto. En esos mismos que los han colocado en los denominados puestos de responsabilidad. Y va siendo hora de que la demuestren. Con hechos, con decisiones de calado y no con meros remiendos. Están dejando escapar demasiadas oportunidades. ¿Cómo va a calar un discurso en la sociedad si esta intuye gato encerrado? ¿Cómo van a rescatar a todos los que se fueron si el alejamiento es cada vez más patente en principios e ideales? ¿Cómo van a aglutinar a los ya escasos simpatizantes si persisten en navegar a contracorriente? ¿Cuándo van a dilucidar, en serio, acerca de que no es posible que sean millones los equivocados?
Ya que los de allá no me van a leer, y si lo hicieran a la tercera línea me mandarían para el carajo, y sí es factible que lo haga alguno de los alrededores, les lanzo un reto: eleven mediante acuerdos bien fundados desde las agrupaciones locales (aglutina el proyecto, Fumero) que lleven a los comités regionales, y el federal, las demandas de los ciudadanos. Fíjense que simple. ¿Ustedes no escuchan a sus vecinos? ¿Ustedes no oyen los comentarios en la calle? ¿A cuántos han oído hablar o comentar sobre la importancia del Senado y su cometido primordial en la tramitación de las leyes? Yo, de verdad, a nadie. También tengo la ventaja de que no me codeo con los senadores, que deberán ser los únicos que le encuentran utilidad.
Siguen enquistados, amigos socialistas. Predican el abrirse a la sociedad y hacen lo contrario. Cada día que pasa, el boquete es mayor. Y rellenar la grieta, con estos procederes, con estas comodidades, con estos ‘dejar pasar’ (no hay elecciones a la vista), va a ser camino asaz tortuoso. El partido tiene que volver a marcar improntas sin marcarse horizontes (electorales, congresuales…) y transitar los mismos pedregales por los que ahora circula la desencantada población. Hubo un lema precioso (Cien años de honradez), que ya no escucho. ¿Por qué? Aprovechen el año nuevo para desfacer entuertos.
Concluyo en canario: Chacho, destupan las orejas y sean más ardilosos. No lo manifiesto por sabio, líbreme Pablo Iglesias, pero sí por viejo. Y más sabe el diablo…
Lo dicho, a mi modo de entender, que ya la superioridad decidirá.

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