La consejera
de Empleo, Industria y Comercio, hasta ayer, doña Margarita Ramos, ha dimitido.
Eso sí que es una noticia. Mejor, un notición. Es un hecho tan anormal en la
democracia española que merece ser destacado en grado superlativo. Y no lo hace
forzada por algún acontecimiento judicial –que es lo único que suele imponer
tales aconteceres–, sino que son motivos personales (versión oficial para
cubrir el expediente) o desavenencias irreconciliables (versión real y que
recogen todos los medios de comunicación, salvo el discurso del portavoz
gubernamental).
La señora
Ramos había sido propuesta por don José Miguel Pérez para cubrir una de las
tres consejerías que correspondían al partido socialista canario. Y como ella
no está afiliada al partido, ha tenido la suficiente dignidad como para
abandonar un barco en el que se mareaba demasiado. Le sustituirá la hasta ahora
viceconsejera de Industria, doña Paquita Luengo, quien, como disciplinada
militante, comulgará con todas las ruedas de molino que halle en su camino,
aceptará lo que le echen y seguirá en el cargo el mismo tiempo que sus otros
dos compañeros, es decir, el que Paulino considere conveniente. Sí, ríete, como
si no lo hubiese hecho cada vez que le vino en gana.
Lo dio a
conocer después de la comparecencia para informar de que el paro nos había dado
un respiro en el mes de diciembre. Mérito indudable de las políticas de Rivero
que desde hace unos tres años viene sosteniendo que Canarias sale del túnel.
Tienen ahí la ilustración que lo corrobora. A estas alturas, si se tratara del
de Los Roquillos, ya estaríamos a la altura del Pozo de la
Salud. O subiendo a La Dehesa. Lo malo es que
en los mentideros (y no en el de El Pinar, precisamente) se especifica que doña
Margarita arranca la caña porque entiende que con los presupuestos recién
aprobados no vamos a ninguna parte.
Pero, claro,
yo no sé qué es preferible, si las bravatas del dueño de la mansión sauzalera o
las indefiniciones de los populares en Madrid. Todos los analistas, y el más
común de los sentidos, coinciden en que este afortunado paréntesis en la lista
negra de parados se debe a circunstancias meramente coyunturales. No obstante,
nuestro presidente autonómico no se puede contener y recordando su época de
monaguillo lanza las campanas al vuelo con pasmosa facilidad.
Los
dirigentes nacionales, olvidando las meteduras de pata en sus promesas de no ha
tanto, se entusiasman igualmente y hasta De Guindos proclama que en el tercer
trimestre (como nuestro Gustavo Matos) ya tendremos tasas de crecimiento
positivas. Hombre, para ello bastaría con un 0,1%, pero de ahí a que se
comience a activar la creación de empleo media un abismo considerable. El
portavoz, Alfonso Alonso, con esa carita de no haber roto jamás un plato,
sentencia que España vuelve a ser un país en el que creer. Me imagino que se lo
habrá hecho saber en primer lugar al Papa mediante un tweet privado.
Montoro se
sube también al carro y bate palmas mientras señala que la bajada del paro
significa que algo positivo se mueve. No deben ser electrones (cuando yo
estudié me indicaron que tenían carga negativa). Ni tampoco los automóviles,
con un descenso más que notorio en las ventas, a los que ahora le limitaremos
la velocidad (¿se acuerdan lo que soltaron acerca de las medidas bolcheviques
de Zapatero?) en las carreteras del país. Deberá ser con el sano y lícito
propósito de que agarremos las autopistas de peaje, que no son tuyas ni mías
pero sí de sus amigos. Por cierto, ¿tú no te has preguntado que dónde estará
metido un tal Esteban, apellidado González Pons?
Creo,
sinceramente, que la actitud de Margarita Ramos le honra sobremanera. No está
conforme con estas formas de gestionar los recursos públicos y se marcha a
otras labores. Le rogaría, si a mal no lo tiene, que renuncie a la medalla que
le remitirán agradeciéndole los servicios prestados. Sea usted educada y
mándelos a remojarse el trasero en La Garita.
Me alegro de
que no sea usted de la línea de la secretaria de Estado de Empleo quien, fiel
seguidora de la senda rajoyana y
viendo la que se le viene encima con la ayuda de los 400 euros, manifiesta: “El
Gobierno hará lo que tenga que hacer y tomará las decisiones pertinentes”. Si
no te quedó claro, toma esta otra: “El PP bajará los impuestos cuando se
pueda”. Nos quejamos de todo y por todo. Son asertos de una nitidez meridiana.
Esperemos a
los datos de estos primeros meses del 2013. Ojalá se equivoquen todos los que
han vaticinado que aún queda tela por cortar. Yo sería el primero en castigarme
escribiendo un centenar de entradas en este blog sin etiquetar la palabreja
‘política’.
Finalizo la
semana contento. Lo mismo los Reyes me dejan más cosas. Que algún político
dimita supone un subidón increíble de adrenalina. Mucho más que el que te
brinda un par de vueltas en la noria de la feria portuense. Pórtense bien. Nos
vemos el próximo lunes.
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