Me parece una
magnífica idea lo de los huertos urbanos. Estuve hace unos días paseando por
los que ha puesto el ayuntamiento de La Orotava a disposición de los ciudadanos en los
terrenos anexos a la Casa Doña
Chana, y quedé gratamente sorprendido. Que en el casi pleno casco villero
existiese una nota de verdor, supone una soplo de pureza. Máxime cuando no se
ha destacado este Consistorio, con Isaac a la cabeza, por brindar buenos
ejemplos de mantener la agricultura como fuente y modelo de vida. Y no solo a los
hechos (urbanísticos) me remito, sino a las propias declaraciones del alcalde
cuando en reiteradas ocasiones ha manifestado que los cultivos en la actualidad
supone morirse de hambre y que él no desea eso para sus vecinos. A lo mejor es
que Valencia, como yo (cumplimos el mismo día), se da cuenta con los años que
no solo de cemento y piche vive el hombre.
Se sube al
carro y se suma a la iniciativa el ayuntamiento de mi pueblo, Los Realejos. Y
yo me alegro. Porque como no puedo olvidar mis orígenes ‘gorvoraneros’, me
congratula que se potencien estas actividades. Y aunque recurrimos cada tres
por dos a la manida crisis, seguimos observando demasiados terrenos sin
cultivar en cada una de nuestras islas. La Gomera es un ejemplo significativo. En la que una
decisión similar del Cabildo no tuvo el éxito previsto, lo que me lleva a
pensar –y no es la primera vez que lo menciono– que no alcanzamos la
profundidad del pozo que alegamos en conversaciones de andar por casa.
No explicaba,
al menos en la información que leí, el concejal Domingo García responsable del
área, dónde estarían ubicados esos terrenos, aunque deduzco que serán varios y
en diferentes sectores poblacionales. Pues vaya mi ánimo para que la propuesta
sea pronta realidad. Uno que creció en medio de una enorme finca de platanera y
que simultaneó estudios con labores agrícolas y ganaderas, entiende que esta es
una noble aspiración. Y espero que el acuerdo plenario sea unánime.
También se
pretende crear un banco de terrenos. Y a pesar de que la palabra banco no pasa
por sus momentos más álgidos, el recuperar esos espacios baldíos y ponerlos en
producción, no solo contribuirá a paliar carencias económicas en los futuros
adjudicatarios, sino que mejoraríamos considerablemente el desangelado aspecto
que ofrecen en la actualidad. Uno desea que no nos veamos inmersos en la
dinámica del perro del hortelano, aquel que ni come ni deja comer. Y me
refiero, obviamente, a que los propietarios de los terrenos no cultivados, no
pretendan aprovecharse de la coyuntura para pedir villas y castillos por lo que
de no ser por este empuje seguiría en la desidia y el abandono.
La labor de
intermediación del ayuntamiento se me antoja fundamental y de ella dependerá, a
buen seguro, el éxito de la gestión. Ojalá se borren de nuestro paisaje esas
manchas horribles y se recomponga el puzzle debidamente confeccionado.
Celebramos en
este año el segundo centenario de la muerte de Viera y Clavijo. Aparte de unos
versos que iré dando a conocer a partir de febrero (recuérdese que falleció en
Las Palmas el 21 de ese mes en el año 1813), no olvidemos que el ilustre
realejero vería con muy buenos ojos esta preocupación por recuperar nuestros
campos, pues no en vano fue unos de los precursores en conceder la importancia
que esta labor significa y dignifica. Y baste como ejemplos sus obras Librito
de la doctrina rural para que se apliquen los jóvenes al estudio de la
agricultura, Preguntas de un curioso con las respuestas curiosas de un amigo
sobre fumigaciones, El hombre en el campo, Bodas de las plantas, Los jardines o
arte de hermosear paisajes, Diccionario de Historia Natural de Canarias o
índice alfabético descriptivo de sus tres reinos, animal, vegetal y mineral…
Temas como el
que hoy hemos descrito son los que me llevan a pensar la urgente modificación
de la ley electoral. Para que en los municipios, y como prueba piloto, se
establezca el sistema de listas abiertas. Porque en los pueblos es menester
gestionar y no jugar a politiqueos baratos. Y observando cómo anda el patio, ya
me dirán. Si nos dieran la opción de señalar en una única lista formada por
todos los candidatos los nombres de aquellos que entendamos puedan resolver
mejor nuestros problemas, independientemente del partido o formación a la que
pertenezcan, otro gallo nos cantaría. Entre otras cosas, porque sería a ellos,
los elegidos, a los que directamente podríamos echar en cara sus posibles
errores o desviaciones, sin que tuviesen la excusa de escudarse y protegerse en
unas siglas. Y lo mismo lograríamos evitar sesiones plenarias tediosas, de
enfrentamientos inútiles. Y puede que resolviéramos… Pero ese es otro asunto.
Ahora procede pintar de verde. Quizás podamos resucitar a los ecologistas
reconvertidos.
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