jueves, 10 de enero de 2013

Nuevas amenazas

Hay unos asteroides por esos mundos de ahí arriba que, por ahora, parece que no conllevan mayor peligro, pero que en un futuro no demasiado lejano pueden darnos un susto en forma de meneo. Hoy mismo tiene previsto el Apofis (antiguo demonio de la mitología egipcia) saludarnos en su garbeo, aprovechando que se halla solo a 37 distancias lunares (para los astrónomos: a la vuelta de la esquina). El interfecto, con un diámetro de unos 270 metros, puede que se arrime algo más en la próxima visita allá por 2036, o sea dentro de 23 años. Y como la esperanza de vida es cada vez mayor, ya le escribí a Rajoy para que me ponga en la lista de pasajeros en esa nave, aún a construir, que lo visitará (al asteroide, no a Mariano). Porque con ochenta y tantos bien largos ya habré gastado, y con creces, el pellizco de la caja de las pensiones que me corresponde. Y no es cuestión de enviar jóvenes de cuarenta o cincuenta años, en la flor de la juventud y buscando todavía su primer empleo. ¿Lo cogiste, Paulino, o estás volando?
Del otro, el 2012 DA14, ya habíamos comentado algo. Parece que este, que nos visitará en febrero, lo mismo coincidiendo con los carnavales, puede hacer zarandear a los satélites artificiales que tenemos dando vueltas a nuestro alrededor. Algo así como cuando te encuentras parado o circulando despacio en la autopista y te adelanta un camión a toda pastilla. ¿Te mueve, no? Pues algo parecido. Me imagino que en ese tránsito no podremos utilizar el GPS, no sea que nos mande en dirección contraria.
Aparte de las anteriores amenazas, hay otras, tanto o más peligrosas. La primera podría ser otro viaje de nuestro presidente autonómico (se da más tono que… pon tú el resto). Después del veto venezolano (recuerda que no se lleva muy bien con Chávez; bueno y con Chaves tampoco) le ha dado por cambiar la ruta y últimamente es un empedernido asiduo de Bruselas. Cada vez que quiere intercambiar opiniones con Almunia, echa mano del bolsillo tuyo y mío, y tira para esa Europa. Luego ponemos el grito en la estratosfera cuando Mas hace lo mismo. Y en la presente ocasión se llevó con él a la señora Luengo. Exacto, la que va a reformar las oficinas de empleo. Y no hay mejor fórmula que gastarse el dinero en boberías que se pueden resolver por otros medios mucho más económicos, sin moverse del despacho. Pero un viaje de primera, y en primera, es golosina apetecible, máxime cuando va con la disculpa de conseguir todos esos millones que le hacen falta para sus 84.000 puestos de trabajo (todos los indicadores siguen vaticinando que al paro persista con su incremento). Ya lleva una docena de viajes y al éxito obtenido me remito. Y como con su séquito no le fue demasiado bien, a sumar el de Paquita.
Recuerden ustedes que en la moratoria actual solo se permitía la construcción de nuevos hoteles si tenían la categoría de cinco estrellas. Como las promesas y buenas intenciones se establecen para no ser cumplidas, hemos cambiado de opinión y ya demandamos que las condiciones no sean tan leoninas y rebajamos la escala hasta los cuatro estrellas. Me imagino se deberá a los augurios de este gobierno, que pretende seguir sembrando conejeras y tenerlas dispuestas a que haya más conflictos en las áreas turísticas de la competencia. Ya saben que en el capítulo de las previsiones somos mejores que Rappel. No te extrañe que, a este paso, la moratoria, como en tantas otras ocasiones, vaya a freír chuchangas y en cuanto mejore un fisquito la situación, a cometer los mismos desaguisados que nos han traído de cabeza en estos últimos años.
Dado que no quiero extenderme, voy con la última amenaza: los señores y señoras parlamentarios y parlamentarias. De las diecisiete cámaras regionales y de las dos nacionales, la (semi)útil (Congreso) y la inútil (Senado). Los susodichos y las susodichas dividen el año en dos periodos de sesiones (así los mentan). Uno va de febrero a mayo (cuatro meses) y el otro de septiembre a diciembre (otros cuatro meses). Por muy de lengua que uno sea, y al no ostentar la condición de aforado, sabe que restan otros cuatro meses para completar el intervalo anual. ¿Estás pensando lo mismo que yo? Pues sí, de vacaciones. Cobrando sustanciosos sueldos del erario público y dedicándose plenamente (bueno, moderadamente; vale, unos minutillos al día) a cuestiones que solo atañen a sus respectivas formaciones políticas: ejecutivas, comités, convenciones, asambleas…Y ellos son los que discursean (bueno, sermonean) con lo de que hay que trabajar más, dedicar mucho esfuerzo en nuestros cometidos cotidianos para levantar… Sí, para levantar nuestra voz y restregarles en los bezos con qué fuerza moral pueden adoptar medidas restrictivas que afectan a los que cumplen con sus obligaciones laborales mientras sus señorías se lo montan divinamente. Esto tan simple, llano y sencillo que vemos nítidamente los que estamos de la valla hacia este costado, es lo que un servidor demanda para que el partido socialista abandere y marque diferencias en este marasmo de incongruencias. Pero no me entienden. Siguen instalados unos peldaños más arriba en esa escalera de los despropósitos. Y lo malo es que les gusta. Como decía un amigo hace unos días: su amplísimo currículum es de tal enjundia que salir de esa situación implicaría morirse de asco. Y es verdad, conseguiríamos únicamente aumentar el número de parados, cosa que no le deseamos a nadie. Esta es la diferencia entre nuestra manera de pensar y enfocar los problemas con la suya.
Ya estamos a 10 de enero. Se va el mes y sin hacer un viaje del Imserso. Tendré que hablar con los privilegiados antes de que comiencen a trabajar en febrero. Menos mal que los lagartos gigantes de La Gomera y El Hierro ya no están amenazados. Por desgracia, estos otros, tampoco.

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