Hay unos
asteroides por esos mundos de ahí arriba que, por ahora, parece que no
conllevan mayor peligro, pero que en un futuro no demasiado lejano pueden
darnos un susto en forma de meneo. Hoy mismo tiene previsto el Apofis (antiguo
demonio de la mitología egipcia) saludarnos en su garbeo, aprovechando que se
halla solo a 37 distancias lunares (para los astrónomos: a la vuelta de la
esquina). El interfecto, con un diámetro de unos 270 metros, puede que se
arrime algo más en la próxima visita allá por 2036, o sea dentro de 23 años. Y
como la esperanza de vida es cada vez mayor, ya le escribí a Rajoy para que me
ponga en la lista de pasajeros en esa nave, aún a construir, que lo visitará
(al asteroide, no a Mariano). Porque con ochenta y tantos bien largos ya habré
gastado, y con creces, el pellizco de la caja de las pensiones que me
corresponde. Y no es cuestión de enviar jóvenes de cuarenta o cincuenta años,
en la flor de la juventud y buscando todavía su primer empleo. ¿Lo cogiste,
Paulino, o estás volando?
Del otro, el
2012 DA14, ya habíamos comentado algo. Parece que este, que nos visitará en
febrero, lo mismo coincidiendo con los carnavales, puede hacer zarandear a los
satélites artificiales que tenemos dando vueltas a nuestro alrededor. Algo así
como cuando te encuentras parado o circulando despacio en la autopista y te
adelanta un camión a toda pastilla. ¿Te mueve, no? Pues algo parecido. Me
imagino que en ese tránsito no podremos utilizar el GPS, no sea que nos mande
en dirección contraria.
Aparte de las
anteriores amenazas, hay otras, tanto o más peligrosas. La primera podría ser
otro viaje de nuestro presidente autonómico (se da más tono que… pon tú el
resto). Después del veto venezolano (recuerda que no se lleva muy bien con
Chávez; bueno y con Chaves tampoco) le ha dado por cambiar la ruta y
últimamente es un empedernido asiduo de Bruselas. Cada vez que quiere
intercambiar opiniones con Almunia, echa mano del bolsillo tuyo y mío, y tira
para esa Europa. Luego ponemos el grito en la estratosfera cuando Mas hace lo
mismo. Y en la presente ocasión se llevó con él a la señora Luengo. Exacto, la
que va a reformar las oficinas de empleo. Y no hay mejor fórmula que gastarse
el dinero en boberías que se pueden resolver por otros medios mucho más
económicos, sin moverse del despacho. Pero un viaje de primera, y en primera,
es golosina apetecible, máxime cuando va con la disculpa de conseguir todos
esos millones que le hacen falta para sus 84.000 puestos de trabajo (todos los
indicadores siguen vaticinando que al paro persista con su incremento). Ya
lleva una docena de viajes y al éxito obtenido me remito. Y como con su séquito
no le fue demasiado bien, a sumar el de Paquita.
Recuerden
ustedes que en la moratoria actual solo se permitía la construcción de nuevos
hoteles si tenían la categoría de cinco estrellas. Como las promesas y buenas
intenciones se establecen para no ser cumplidas, hemos cambiado de opinión y ya
demandamos que las condiciones no sean tan leoninas y rebajamos la escala hasta
los cuatro estrellas. Me imagino se deberá a los augurios de este gobierno, que
pretende seguir sembrando conejeras y tenerlas dispuestas a que haya más
conflictos en las áreas turísticas de la competencia. Ya saben que en el
capítulo de las previsiones somos mejores que Rappel. No te extrañe que, a este
paso, la moratoria, como en tantas otras ocasiones, vaya a freír chuchangas y
en cuanto mejore un fisquito la situación, a cometer los mismos desaguisados
que nos han traído de cabeza en estos últimos años.
Dado que no
quiero extenderme, voy con la última amenaza: los señores y señoras
parlamentarios y parlamentarias. De las diecisiete cámaras regionales y de las
dos nacionales, la (semi)útil (Congreso) y la inútil (Senado). Los susodichos y
las susodichas dividen el año en dos periodos de sesiones (así los mentan). Uno va
de febrero a mayo (cuatro meses) y el otro de septiembre a diciembre (otros
cuatro meses). Por muy de lengua que uno sea, y al no ostentar la condición de
aforado, sabe que restan otros cuatro meses para completar el intervalo anual.
¿Estás pensando lo mismo que yo? Pues sí, de vacaciones. Cobrando sustanciosos
sueldos del erario público y dedicándose plenamente (bueno, moderadamente;
vale, unos minutillos al día) a cuestiones que solo atañen a sus respectivas formaciones
políticas: ejecutivas, comités, convenciones, asambleas…Y ellos son los que
discursean (bueno, sermonean) con lo de que hay que trabajar más, dedicar mucho
esfuerzo en nuestros cometidos cotidianos para levantar… Sí, para levantar
nuestra voz y restregarles en los bezos con qué fuerza moral pueden adoptar
medidas restrictivas que afectan a los que cumplen con sus obligaciones
laborales mientras sus señorías se lo montan divinamente. Esto tan simple,
llano y sencillo que vemos nítidamente los que estamos de la valla hacia este
costado, es lo que un servidor demanda para que el partido socialista abandere
y marque diferencias en este marasmo de incongruencias. Pero no me entienden.
Siguen instalados unos peldaños más arriba en esa escalera de los despropósitos.
Y lo malo es que les gusta. Como decía un amigo hace unos días: su amplísimo
currículum es de tal enjundia que salir de esa situación implicaría morirse de
asco. Y es verdad, conseguiríamos únicamente aumentar el número de parados,
cosa que no le deseamos a nadie. Esta es la diferencia entre nuestra manera de
pensar y enfocar los problemas con la suya.
Ya estamos a
10 de enero. Se va el mes y sin hacer un viaje del Imserso. Tendré que hablar
con los privilegiados antes de que comiencen a trabajar en febrero. Menos mal
que los lagartos gigantes de La
Gomera y El Hierro ya no están amenazados. Por desgracia,
estos otros, tampoco.
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