O para ser
más exactos: Die Kanarische Speisekammer. Ubicada en la ciudad alemana de
Stuttgart (capital del estado federado de Baden-Wurtemberg, ahí por el sur de
Alemania, puerta de entrada de la famosa Selva Negra), y al frente de la cual
se halla Eduardo Álvarez González, un joven realejero (de La Longuera, en concreto).
Por estas
fechas del pasado año, un servidor se alongaba a este mismo blog (Pepillo y
Juanillo) para escribir unas líneas de ánimo al entusiasta emprendedor con
motivo de cumplir su primer aniversario en proyecto tan novedoso como es el de
poner a disposición de los alemanes aquellos productos que llamaron su atención
cuando acudieron a las islas en una visita turística o fueron informados por
familiares y/o amigos de aquel vino, mero ejemplo, que saboreó con deleite.
Ya dije, y reitero,
que Eduardo fue alumno mío en el colegio público del barrio que nos vio nacer:
Toscal-Longuera. Por ello, de vez en cuando, reclama mi colaboración para que
le eche una mano en aquello que fue motivo docente en años idos: la expresión
escrita. Y a este paso, en justa compensación, no me extrañaría que cualquier
día de estos deba iniciar yo mi andadura por la lengua germana de la mano del
más pequeño de la extensa prole de Alberto y Remedios.
Obvia
manifestar que no supone el encargo un sacrificio añadido a mis exigencias de
jubilado. Que las hay, no vayamos a engañarnos. Más bien al contrario, pues los
ruegos gentiles que se me trasladan desde aquellos lares a través de los
artilugios de las nuevas tecnologías, suponen un agradable reto que asumo con
deleite, en aras de un futuro comercial –de algo hay que vivir, y más en estos
tiempos–, amén de la satisfacción personal de ver cómo es posible abrirse
camino, aun en difíciles mercados y en terribles coyunturas económicas, allende
nuestras fronteras. Y sabe Eduardo que para este modesta labor de teclear
cuatro letras puede contar conmigo en cualquier momento. Ojalá todo le vaya tan
bonito (que diría un mejicano) que podamos compartir un rato en un futuro no
tan lejano en propias tierras teutonas. Yo de invitado, claro. Y él de
anfitrión, por supuesto.
Este fin de
semana próximo pasado (9 y 10 de marzo) volvió a celebrarse Kulinart, y allí La Despensa Canaria
montó su stand (voz inglesa que
significa “instalación dentro de un mercado o feria, para la
exposición y venta de productos” –harto sabido, ¿no?–, pero, y me acabo de
enterar, un avance de la vigésima tercera edición del DRAE propone la supresión del vocablo), a la prisa
y corriendo, porque algunos productos casi no llegan, pero con infinita
generosidad y ganas de dejar el pabellón bien alto. Porque estos chicos
demuestran con hechos lo mucho que puede llevarse a cabo con poco. Bien
distinto de lo poco que hacen –o mejor, dicen– los que disponen de mucho. Verbigracia,
políticos; sí, por qué no.
Ha coincidido
el evento (qué raro que salga a colocación) con el final de la ITB en el recinto ferial de
Berlín. Y viene esto a cuento de las muchas vicisitudes sufridas en los largos
meses previos a la apertura de la empresa. Durante los cuales las visitas a
organismos oficiales constituyeron un peregrinar plagado de calvarios y
sinsabores. Y conociendo al exalumno, me quiero imaginar el enfado morrocotudo,
por no escribir cabreo indisimulado, que le ocasionaría la presencia (de esas
que denominan de cortesía) de algún avispado politiquillo que aprovechando la gira
berlinesa quisiera seguir de fiesta con la añadida hasta la ciudad de las
yeguadas (Stutengarten).
Eduardo
siempre ha hecho gala de su procedencia y el nombre de Los Realejos va por
delante en todo cuanto acomete. Tanto que se ha convertido en un embajador más
y un excelente defensor de los ingentes valores de Canarias. El ayuntamiento de
su pueblo –nuestro pueblo– le echa una mano dentro de sus posibilidades y
colabora con aporte de material diverso: folletos, guías, música folclórica…
También se hizo eco de su presencia en Kulinart en una nota informativa a la
que puedes acceder a través del siguiente enlace: http://www.losrealejos.es/realejos/_noticias/_detalles.html?uid=8e2df916-8735-11e2-b978-33671fc033cf.
El joven
empresario es –de casta le viene al galgo– profundamente agradecido. Y así lo ha
venido demostrando. Debemos recordar sus emotivas palabras con motivo de
aquella videoconferencia de hace justamente un año, cuando se asomó por vez
primera a esta Feria de la alimentación y gastronomía Kulinart.
No obstante,
no ha sido un camino de rosas la travesía para llegar hasta aquí. Como no ha
debido serlo para tantos que inician aventuras de tal porte y en lugares tan
distantes del de su procedencia. Y todavía, a pesar de los dos años
transcurridos, se lamenta nuestro discípulo (espero que no se me enfade por el
calificativo cariñoso) de que haya mucho empresario canario timorato,
atemorizado, asorullado (aplatanado
en la dinámica comercial, para entendernos). Que siguen sin querer ver más allá
de sus narices y consideran una temeridad el vender sus productos dos calles
más allá de su domicilio. Se dice que ‘barco parado no gana flete’. Pero tal
nimiedad no parece ser asumida por quienes luego se quejan de falta de
dinamización. “Los problemas se arreglan en puerto, no en mercado”, me
traslada, vía e-mail, el protagonista de esta historia. Ignoro de dónde lo sacó
o quién se lo dijo. Pero escrito queda.
La Despensa Canaria
sigue abriéndose paso. Y a su sede en Stuttgart no solo se acercan los
habitantes de esa ciudad que, habiendo visitado Canarias previamente, saben que
en el establecimiento pueden adquirir, y degustar, aquellas exquisiteces que
llamaron su atención durante la estancia en las islas, sino que incluso de
otras poblaciones alemanas ya se trasladan a ese rincón preñado de canariedad.
Una clientela que se fideliza gracias al buen hacer de un equipo que con tesón,
ganas e ilusión sigue trabajando con ahínco. Con cambios, con alguna cara
nueva, pero con las energías suficientes como para no arredrarse ante
contratiempos e incomprensiones.
Die
Kanarische Speisekammer, como marca registrada, comercializa mermeladas, mojos,
una gran una variedad de rones de Gran Canaria y Tenerife, sal de Fuencaliente,
miel de palma, gofio, papaya, aguacates, tomates, pepinos, batatas, papas lila...
En este mismo
año ya disponen de nuevas adquisiciones (aloe vera y malvasía volcánica de
Lanzarote), bajo un formato atrevido y novedoso de productos cosméticos que,
con la denominación genérica de vinoterapia, abarca champús, cremas, lociones,
sales, etc. Todo ello con el estupendo acompañamiento o aderezo de distinguidos
vinos de las Bodegas Bermejo y El Grifo. Empeño al que se ha sumado el
organismo Turismo de Lanzarote, que ha colaborado con varios folletos.
El próximo 26
marzo La Despensa Canaria
cumple dos años. Por tal motivo celebrarán el día 23 en su establecimiento la
llamada "Noche de Lanzarote", con cata de vinos de Bodegas El Grifo:
blanco seco y colección de malvasías. Y presentación de la precitada vinoterapia
volcánica. Amén del capítulo de la degustación de una variada muestra de la gastronomía
y repostería de la isla conejera.
Desde la
distancia, capítulo interesante, sugerente y atractivo. Buena muestra de la
inquietud que muestra la empresa. Inteligente apuesta que se enfoca a quienes
les pudo saber a poco su paso por las islas, que vinieron desde Alemania a
Canarias en busca de climas más benignos pero que al tiempo se sumergieron en
los vericuetos de un mundo de sabores. Y para recordar esa evocación placentera
despertada en torno a una mesa en cualquiera de nuestros pueblos, Eduardo los
llama a rememorar viejas, o tal vez no tanto, andanzas en su trocito de
Canarias en Stuttgart.
“Como siempre
te escribo para que tú tengas los honores de escribir siempre sobre mi
Despensa, la tuya y la todos los canarios de bien, que aman su Tierra e
intentan aportar un granito de arena”. Eso me trasladó Eduardo. Y yo he
intentado cumplir. En mi blog tendrá cabida. Y si mis contactos son capaces de
echarle una visual, y recomendarlo a los suyos, habremos conseguido que alguien
más se entere de que Canarias está muy presente en Alemania. Y que los que
regresan pa´rriba de sus vacaciones sepan que se pueden volver a mandar un
chorizo de Teror y un vinito conejero en un rincón de Stuttgart en el que se
respira el aire del Atlántico.
Este
contenido lo he remitido a diferentes medios de comunicación. Espero que pueda
tener cabida en alguno. Siquiera una reseña del quehacer de uno de los tantos
canarios que labran su porvenir a muchos kilómetros de distancia. Pero que en
nuestro caso particular han sido capaces de llevarse un buen pellizco de lo
nuestro con ellos.
A Eduardo, y
a ese colectivo que le acompaña en la aventura, nuestros mejores deseos. Y que
se traduzcan en éxitos y parabienes. Estaremos muy orgullosos de que así sea.
En este 2013 que hemos dedicado en el pueblo al recuerdo del “ilustre viajero”
(José de Viera y Clavijo), ojalá sea el de la consolidación para estos otros
aventureros. Muchísima suerte.
A los
responsables del comercio y sector empresarial de estas islas: depositen su
confianza en aquellos que apuestan por su tierra y llevan como estandarte el
orgullo de ser canarios allá donde vayan.
A las
instituciones públicas y sus responsables políticos: bájense del pedestal y
tiendan la mano para apoyar iniciativas como la que aquí se deja reseñada.
Aparquen la foto de rigor, el boato y el bien quedar. Fájense en el terrero y
tengan nobleza en la mirada, porque esta brega bien merece la pena.
Como te digo
siempre, estimado Eduardo, ánimo y adelante. Sabes que puedes seguir contando
con este otro ‘mago’ del Realejo.
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