18 de abril de 2013

Las mozas populares

A doña Soraya Sáez de Santamaría le parece mal que la gente se manifieste ante su casa porque tanta bulla puede causarle un trauma a su hijo. Y no deja de tener razón la estimada señora, porque los niños nunca deben pagar el pato por los deslices de los mayores. O comerse el marrón, que asimismo se menta. Lo malo es que las cuestiones siempre pueden tener varias lecturas y estar sujetas a diversas interpretaciones. Doña Soraya merece nuestros respetos y las mayores consideraciones. Aunque no debe olvidar que el llevar adherido un cargo público hace más difícil el intentar separar las etiquetas ante casos flagrantes, como puede ser la desesperación de quien ve negro su futuro por la voracidad de quienes nos consideran meros números.
Si la señora Sáez ha creído sentirse amenazada, debería, en justa correspondencia, ponerse en el pellejo de los que le gritan y reclaman otros tratos menos discriminatorios. A ella, a buen seguro, los bancos no la pondrán jamás en ese brete. Y bien haría, ante las medidas restrictivas que nos acogotan por mor de los alegres deslices cometidos por los que ahora intentan descargar culpas en aquellos que éramos meros espectadores, en ser capaz de pensar, siquiera mínimamente, por hombros ajenos. No le vendría mal. Incluso me atrevo a sugerirle, y no es la primera vez, que no acuda, por favor, a las ruedas de prensa con esa sonrisita angelical para anunciarnos las nuevas medidas restrictivas. Parece indicarnos a los que la observamos con estupor que o bien se ríe de los que sufriremos las consecuencias, o, quizás, más benévola, solo piensa que a usted no le va a tocar. Guatemala, una; guatepeor, la otra.
Doña Dolores de Cospedal es el típico ejemplo de quien cobra una pasta gansa por hacer otro trabajo distinto. Me explicaré. Deberá tener asignado suculento sueldo por ser presidenta de Castilla-La Mancha. Pero señálame cuándo la has visto salir en la tele para explicar algo de su comunidad autónoma. Nunca. Siempre nos saluda como secretaria general de su partido y como tal nos deleita con jugosas declaraciones. Un día, el otro, y el siguiente. Y lo mismo también cobra por tal menester. Con lo que el escándalo rayaría la obscenidad.
Sostiene que son meras excusas vagas las que esgrimen todos aquellos que no pueden –según ella, no quieren– pagar sus hipotecas. Y pone de ejemplo a los sufridores y abnegados votantes del PP que prefieren dejar de comer antes que negarse a cumplir con sus obligaciones ‘confiscatorias’ (antes se conocían como fiscales). Habrá pensado que si se mueren (de hambre), la deuda queda zanjada y los familiares vivirán felices para siempre jamás, aunque deban acudir cada semana con el ramo de flores al cementerio. Una muerte en acto de servicio y que pague el seguro.
Doña Australia Navarro –hoy sin parecidos– soltó la tercera guinda: “Turismo y petróleo son compatibles”. Esta señora debiera ser ascendida. No puede seguir vegetando en Tebaldo Power. Su padrino tiene que llevarla a Madrid. O más lejos, si posible fuere. Se está perdiendo un potencial increíble.
Señora Navarro de Paz: no provoque usted estas guerras. Leo en su currículum que es Diplomada en Derecho Matrimonial. Pues haga el favor de no causar estos divorcios con la ciudadanía. No sea incendiaria, que para eso están las refinerías. Y el ministro de Industria y Turismo. Que lo deja claro, como su propio nombre indica. Aunque también lo pudo haber sido de Pesca y Alimentación.
Pero mire, pensándolo mejor y para que vea que no le tengo manía, voy a estar de acuerdo con su planteamiento. Tiene razón. Perfectamente compatibles. Y nos ahorraremos el bronceador. Saldrán los alemanes, incluyendo la Merkel, negritos que da gusto para tierras teutonas. Nada de rojos como tomates, tiznados hasta las fosas nasales. Y todo en el mismo paquete. Será un todo incluido que marcará huella. Hablaremos con Nacho para que busque un eslogan adecuado. Él sabe bastante geografía. Que junto a su fina elocuencia… Ños, parece que lo estoy viendo.

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