A doña Soraya
Sáez de Santamaría le parece mal que la gente se manifieste ante su casa porque
tanta bulla puede causarle un trauma a su hijo. Y no deja de tener razón la
estimada señora, porque los niños nunca deben pagar el pato por los deslices de
los mayores. O comerse el marrón, que asimismo se menta. Lo malo es que las
cuestiones siempre pueden tener varias lecturas y estar sujetas a diversas
interpretaciones. Doña Soraya merece nuestros respetos y las mayores
consideraciones. Aunque no debe olvidar que el llevar adherido un cargo público
hace más difícil el intentar separar las etiquetas ante casos flagrantes, como
puede ser la desesperación de quien ve negro su futuro por la voracidad de
quienes nos consideran meros números.
Si la señora
Sáez ha creído sentirse amenazada, debería, en justa correspondencia, ponerse
en el pellejo de los que le gritan y reclaman otros tratos menos
discriminatorios. A ella, a buen seguro, los bancos no la pondrán jamás en ese
brete. Y bien haría, ante las medidas restrictivas que nos acogotan por mor de los
alegres deslices cometidos por los que ahora intentan descargar culpas en
aquellos que éramos meros espectadores, en ser capaz de pensar, siquiera
mínimamente, por hombros ajenos. No le vendría mal. Incluso me atrevo a
sugerirle, y no es la primera vez, que no acuda, por favor, a las ruedas de
prensa con esa sonrisita angelical para anunciarnos las nuevas medidas
restrictivas. Parece indicarnos a los que la observamos con estupor que o bien
se ríe de los que sufriremos las consecuencias, o, quizás, más benévola, solo
piensa que a usted no le va a tocar. Guatemala, una; guatepeor, la otra.
Doña Dolores
de Cospedal es el típico ejemplo de quien cobra una pasta gansa por hacer otro
trabajo distinto. Me explicaré. Deberá tener asignado suculento sueldo por ser
presidenta de Castilla-La Mancha. Pero señálame cuándo la has visto salir en la
tele para explicar algo de su comunidad autónoma. Nunca. Siempre nos saluda
como secretaria general de su partido y como tal nos deleita con jugosas
declaraciones. Un día, el otro, y el siguiente. Y lo mismo también cobra por
tal menester. Con lo que el escándalo rayaría la obscenidad.
Sostiene que
son meras excusas vagas las que esgrimen todos aquellos que no pueden –según
ella, no quieren– pagar sus hipotecas. Y pone de ejemplo a los sufridores y
abnegados votantes del PP que prefieren dejar de comer antes que negarse a
cumplir con sus obligaciones ‘confiscatorias’ (antes se conocían como fiscales).
Habrá pensado que si se mueren (de hambre), la deuda queda zanjada y los
familiares vivirán felices para siempre jamás, aunque deban acudir cada semana
con el ramo de flores al cementerio. Una muerte en acto de servicio y que pague
el seguro.
Doña
Australia Navarro –hoy sin parecidos– soltó la tercera guinda: “Turismo y
petróleo son compatibles”. Esta señora debiera ser ascendida. No puede seguir
vegetando en Tebaldo Power. Su padrino tiene que llevarla a Madrid. O más
lejos, si posible fuere. Se está perdiendo un potencial increíble.
Señora
Navarro de Paz: no provoque usted estas guerras. Leo en su currículum que es
Diplomada en Derecho Matrimonial. Pues haga el favor de no causar estos
divorcios con la ciudadanía. No sea incendiaria, que para eso están las
refinerías. Y el ministro de Industria y Turismo. Que lo deja claro, como su
propio nombre indica. Aunque también lo pudo haber sido de Pesca y Alimentación.
Pero mire,
pensándolo mejor y para que vea que no le tengo manía, voy a estar de acuerdo
con su planteamiento. Tiene razón. Perfectamente compatibles. Y nos ahorraremos
el bronceador. Saldrán los alemanes, incluyendo la Merkel, negritos que da gusto
para tierras teutonas. Nada de rojos como tomates, tiznados hasta las fosas
nasales. Y todo en el mismo paquete. Será un todo incluido que marcará huella.
Hablaremos con Nacho para que busque un eslogan adecuado. Él sabe bastante
geografía. Que junto a su fina elocuencia… Ños, parece que lo estoy viendo.

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