Manuel
Domínguez y Adolfo González saben del tumor pero no quieren extirparlo. Y así
me lo han reconocido. En privado. Y este afer guarda semejanza con otros casos
en los que se sienten prisioneros y ante el temor de la posible explosión,
prefieren seguir cogidos por cierto sitio. Lo malo es que aquellos que
gobernaron con anterioridad no se hallan en condiciones de arrojar piedras a no
ser que quieran acabar con un buen chichón.
He escuchado,
a modo de disculpa, que no es bueno ‘politizar’ la emisora. Propongo al miembro
del equipo de gobierno que más tiempo libre tenga –puede usar uno de los
asesores o el propio gabinete de prensa–, que escuche las grabaciones desde
mayo de 2011. Y que dé a conocer en cuántas intervenciones se ha puesto a la
exalcaldesa de San Juan de la
Rambla a caer de un burro, con insultos, improperios, risas,
fiestas y chirigotas, hechos más propios de medios de comunicación privados, de
marcados compromisos católicos (por aquello de la ejemplaridad, los golpes en
el pecho, la religión en los colegios y la gilipollez de ese alguien superior
que debe tener los oídos taponados con cerumen) que de una sostenida con fondos
públicos.
Ahora,
estimado alcalde, observarás que por ejercer mi derecho a preguntarte, o
cuestionarte una faceta del quehacer en mi pueblo –creo estar legitimado para
ello– con el mayor respeto y educación, me supondrá una nueva crucifixión,
porque entre tanto católico practicante sigue habiendo algún que otro fariseo.
Y si hay que llevar a cabo el sacrificio en la propia emisora que yo también
sostengo, se hace y santas pascuas. Tengo a mi favor, señores del equipo de
gobierno, el que nadie me lee. Si alcanzara seis o siete lectores, puede que me
hubiesen dado ya dos tiros. Y concluyo este apartado con la convicción de que
esto también es corrupción, que dudo en calificar de periodística porque
quienes la ejercen o practican distan años luz de las responsabilidades
contraídas.
En la Revista Latina de Comunicación
Social (número 60, 2º semestre de 2005) encontré esta reseña: Dr. Jesús Manuel Hernández García. Tesis:
"Prensa y educación en el norte de Tenerife entre la I y la II Repúblicas (1873
– 1931)", dirigida por el Dr. Javier González Antón. Defendida en la Universidad de La Laguna (2004). Amén de
obviar la calificación y otras menudencias, me atrevo a sugerir a su director,
el doctor De Pablos Coello, que no se le vuelva a ocurrir semejante desliz,
cuando él sabe, asimismo, que ese trabajo me lo copié; mejor, me lo saqué en
una rifa. Y el título sin encuadernar, qué desastre.
Cuando
puedas, Adolfo, seguimos la conversa del pasado sábado. Aparte de la que tengo
pendiente con Isa. A estas alturas de la vida, nadie me va a callar por mucho
que me califiquen de falangista, entre otras lindezas católicas, apostólicas y
romanas. Y con la bendición de la Santísima
Trinidad, que para eso fui a la misa previa a la romería. A
escuchar a los buenos amigos de Higa. Se merecen más actuaciones en El Realejo.
Y si se tercia, traerlos el próximo año al Festival de las Islas. Estuve en la
edición XXXIX celebrada este pasado sábado. Y tengo algunas propuestas e ideas
para la concejalía del ramo. Los que hemos estado metidos en ese mundo
folclórico sabemos que hay aires que no requieren grandes esfuerzos. Ni en la
parranda ni en el cuerpo de baile. Y noto grupos demasiado acomodaticios.
Algunos ni sudaron los calzoncillos. Demasiada danza cortesana o de salón. Y
más, pero queda pendiente para esa plática con la concejala.
Como inicié
el recorrido con una cita (perdón, con una vulgar copia, que no sé hacer otra
cosa), concluyo con unas líneas de un excelente periodista, Juan Varela (a
otros les gusta más Ansón o Pedro Jota):
"Las opiniones son libres, los hechos
son sagrados", según el viejo adagio del editor Charles A. Dana, uno
de los inventores del periodismo informativo, que también se atribuye a CP
Scott, histórico director y luego editor de The Guardian, y uno de los
creadores del moderno periodismo de información.
Toda opinión debe ser argumentada para
mejorar su comprensión y apelar a la inteligencia del lector, no a su fe.
Si el periodismo español caminase por la
misma senda se evitarían sandeces, enfados y muchas malinterpretaciones. Y
sobre todo que una parte del país saliese de su casa o del coche cabreado
después de oír a los tertulianos, para quienes los hechos son tan baratos. Quizá
entonces los acuerdos serían mayores que las disputas.
¿Cuánto
tiempo le dedicas a cada entrada en el blog?, me preguntó una de mis hermanas
hace poco. Bastante, le respondí. Nadie me obliga, obviamente, pero cuando uno
se asoma a estas ventanas debe ser serio en sus planteamientos y argumentar sus
opiniones. Para chanchullar ya existen suficientes cachanchanes. Es preferible
la convicción de que te fisgonean cuatro selectos y escogidos, a…
Y para esos aludidos
escribo. Echo en falta comentarios al respecto. Sean valientes, pierdan el
miedo a ser diana de los vilipendiadores y a su disposición tres canales: este
propio blog y sus dos enlaces correspondientes a Facebook y Twitter. Remítanme,
si lo prefieren, un e-mail, y autorícenme a colgarlo. ¿O preferimos seguir
combatiendo la corrupción –la periodística (o la advenediza) lo es igualmente–
con el más ignominioso de los silencios? Porque si lo hacemos, estaremos
jugando con idénticas armas a las de los mandatarios del laissez passer, porque mañana les puede tocar. Eso, hoy por ti,
mañana por mí.
Buen arranque
hemos tenido en esta última semana de mayo. Disfrútenla.

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