jueves, 13 de junio de 2013

El mago Paulino

A todos nos habrá pasado, me imagino. Esa sensación de que hay días en que hubiese sido mejor no levantarnos –y ahora con la jubilación es bastante fácil llevar a cabo tal acción–, me visitó ayer miércoles. Vaya mañana más tonta. Para mayor desgracia, a un vecino le dio por quemar rastrojos en su huerta y se metió el humo en las pituitarias (vulgo, narices), que estuve con el dichoso olor hasta que el sueño me venció por la noche. O yo lo vencí a él, que ya no me acuerdo.
Hemos alcanzado tal grado de locura que me sorprendió, si es que algún resquicio quedaba, el escuchar esta pregunta: ¿Es legal la bajada de impuestos? A cuento de la propuesta del presidente extremeño, quien se abandera como díscolo popular vaya usted a saber con qué aviesas intenciones. Entre Aznar, Monago y, a este paso, el mismísimo Soria, van a poner en un brete a Mariano. Es increíble, ¿no? Nos tienen tan acostumbrados a que todo suba –no te rías–, que si por un casual existiera un intersticio para que una institución pública baje una tasa o un impuesto, lo primero que hacemos es desconfiar. Claro, como no ocurre casi nunca, la sorpresa que nos brinda la información es de órdago.
Ya que mencioné al señor presidente del gobierno español, parece que pretende el hombre aliviar sus penas (las que dictan las encuestas) dejando que Alfredo (a la par en horas bajas) se apoye un fisquito. No se trata, como podría deducirse, de una estrategia común para que Europa piense que nuestro país saldrá de esta crisis si los dos principales partidos van de la mano. No, esa es la excusa. La razón principal es que ambos líderes están tan necesitados de arrumacos, que han decidido motu proprio (¿otra vez lloviendo?) darse un poco de calor con el que aliviar el viento gélido que cada sondeo les sopla por los bezos.
Han comenzado las pruebas de la PAU. O de la Selectividad, que ya me pierdo. Son cuatro cursos fuera del sistema, y eso se nota. Me causa tremenda hilaridad (en serio) el observar cómo el STEC y el PP van de la mano en las protestas surgidas ante la imposibilidad de un centenar largo de alumnos para poder abonar las tasas correspondientes. La demagogia está alcanzado cotas inimaginables. Por parte de los que gobiernan (insisten en que no es verdad), de los que están en la oposición, de los sindicatos, de los que explotan la crisis (no hay para esto y sí para lo otro), del que alega tener la intención de ir hacia el Norte mientras sus pasos los encamina hacia el Sur… Cuánta falsedad.
Tengo un terrible dilema. No sé lo que es un concejal al 90%. Mucho menos al 80%. Ignoro qué significa un cargo de confianza con un contrato a tiempo parcial. Le doy varias docenas de vueltas al magín y vislumbro un señor bien acomodado en su despacho, pero sin cabeza (proporcionalmente podría ser el diez o veinte por ciento del cuerpo). Me dicen que es concejal de Güímar. Y por ello cobra muchísimo más de lo que el ayuntamiento de mi pueblo dona al Hogar Santa Rita en un alarde de publicidad y propaganda increíbles. Me señalan que lo han hecho así por dos motivos. Uno, que para desempeñar el cargo aludido no es necesaria esa parte del organismo. Dos, sí es imprescindible, paradojas de la vida, para atender otros negocios ajenos al Consistorio pero estrechamente relacionados con la gestión municipal. Y un cargo de confianza a tiempo parcial debe ser que es amigo un ratito y el resto de la jornada trabaja para el enemigo.
No me había olvidado del mago Paulino. Al que tendré que consultar para que me resuelva estas incertidumbres existenciales. Y como me imagino que ya estás pensando en lo que no debes, te comentaré que Tigaray, ese excelente grupo realejero que ahora se conduce de la mano de Samuel Fumero, ha preparado para este próximo verano (Veranearte) una serie de encuentros en su sede (espacio cultural) de Realejo Bajo. Local que me han invitado a visitar por diferentes conductos y hoy que si mañana, ya se sabe. No voy a ser yo como aquel otro que fue sin ir invitado; eso no me parece bien. Pues, como te iba contando, en una de esas citas piensan traer al mago Paulino, que ya te dejé indicado un fisco más atrás. Al principio me quedé patinando, porque después de los múltiples pronósticos y vaticinios fallidos de otro al que el editor de cierto periódico se ha cansado de llamar mago (entre otras lindezas), pensé que no lo veía con chistera y conejo por esos mundos. Y claro, era otro. Al que conozco desde hace años y que regentaba una pequeña librería en Toscal-Longuera, justo al lado de donde ahora se encuentra cierta entidad bancaria que no menciono porque allí no tengo capital alguno. Bueno, lo de capital se me escapó. Recuerdo que actuaba en determinados establecimientos hoteleros, acompañado siempre de su mujer, pero pasó el tiempo y le había perdido la pista hasta ahora que lo leo en el cartel que Tigaray colgó en su muro de FB.
Loable la iniciativa y buena muestra de aprovechamiento de aquellas instalaciones felizmente remozadas. Como la época en la que vivimos no nos ofrece demasiadas alegrías, esperemos que Paulino saque algunos euros, en lugar del consabido conejo, para general deleite de los espectadores. Lo mismo se entera su tocayo y lo nombra Consejero de Economía y Hacienda. Falta que nos está haciendo. Que aparezca, que aflore el dinero y que no nos lo estén quitando un día sí y el otro también.
Pero que no le ocurra lo que a doña Paquita Luengo, antes enemiga acérrima de Rivero y ahora consejera de algo, quien ayer, y con carácter urgente (de once y media para las doce y media), convoca a los periodistas para darle a conocer la excelente noticia de que el paro había bajado en Canarias en esta última semana. Si no fuera porque la realidad te puede fastidiar un buen titular, sería capaz de calificar la boutade de… ¿Para qué? Van a seguir sumidos en la ineptitud más absoluta.
Concluyamos con lo positivo: felicidades a Tigaray por los renovados bríos.

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