A todos nos
habrá pasado, me imagino. Esa sensación de que hay días en que hubiese sido
mejor no levantarnos –y ahora con la jubilación es bastante fácil llevar a cabo
tal acción–, me visitó ayer miércoles. Vaya mañana más tonta. Para mayor
desgracia, a un vecino le dio por quemar rastrojos en su huerta y se metió el
humo en las pituitarias (vulgo, narices), que estuve con el dichoso olor hasta
que el sueño me venció por la noche. O yo lo vencí a él, que ya no me acuerdo.
Hemos
alcanzado tal grado de locura que me sorprendió, si es que algún resquicio
quedaba, el escuchar esta pregunta: ¿Es legal la bajada de impuestos? A cuento
de la propuesta del presidente extremeño, quien se abandera como díscolo
popular vaya usted a saber con qué aviesas intenciones. Entre Aznar, Monago y,
a este paso, el mismísimo Soria, van a poner en un brete a Mariano. Es
increíble, ¿no? Nos tienen tan acostumbrados a que todo suba –no te rías–, que
si por un casual existiera un intersticio para que una institución pública baje
una tasa o un impuesto, lo primero que hacemos es desconfiar. Claro, como no
ocurre casi nunca, la sorpresa que nos brinda la información es de órdago.
Ya que
mencioné al señor presidente del gobierno español, parece que pretende el
hombre aliviar sus penas (las que dictan las encuestas) dejando que Alfredo (a
la par en horas bajas) se apoye un fisquito. No se trata, como podría
deducirse, de una estrategia común para que Europa piense que nuestro país
saldrá de esta crisis si los dos principales partidos van de la mano. No, esa
es la excusa. La razón principal es que ambos líderes están tan necesitados de
arrumacos, que han decidido motu proprio (¿otra vez lloviendo?) darse un poco
de calor con el que aliviar el viento gélido que cada sondeo les sopla por los bezos.
Han comenzado
las pruebas de la PAU. O de la Selectividad, que ya
me pierdo. Son cuatro cursos fuera del sistema, y eso se nota. Me causa
tremenda hilaridad (en serio) el observar cómo el STEC y el PP van de la mano
en las protestas surgidas ante la imposibilidad de un centenar largo de alumnos
para poder abonar las tasas correspondientes. La demagogia está alcanzado cotas
inimaginables. Por parte de los que gobiernan (insisten en que no es verdad),
de los que están en la oposición, de los sindicatos, de los que explotan la
crisis (no hay para esto y sí para lo otro), del que alega tener la intención
de ir hacia el Norte mientras sus pasos los encamina hacia el Sur… Cuánta
falsedad.
Tengo un
terrible dilema. No sé lo que es un concejal al 90%. Mucho menos al 80%. Ignoro
qué significa un cargo de confianza con un contrato a tiempo parcial. Le doy varias
docenas de vueltas al magín y vislumbro un señor bien acomodado en su despacho,
pero sin cabeza (proporcionalmente podría ser el diez o veinte por ciento del
cuerpo). Me dicen que es concejal de Güímar. Y por ello cobra muchísimo más de
lo que el ayuntamiento de mi pueblo dona al Hogar Santa Rita en un alarde de
publicidad y propaganda increíbles. Me señalan que lo han hecho así por dos
motivos. Uno, que para desempeñar el cargo aludido no es necesaria esa parte
del organismo. Dos, sí es imprescindible, paradojas de la vida, para atender
otros negocios ajenos al Consistorio pero estrechamente relacionados con la
gestión municipal. Y un cargo de confianza a tiempo parcial debe ser que es
amigo un ratito y el resto de la jornada trabaja para el enemigo.
No me había
olvidado del mago Paulino. Al que tendré que consultar para que me resuelva
estas incertidumbres existenciales. Y como me imagino que ya estás pensando en
lo que no debes, te comentaré que Tigaray, ese excelente grupo realejero que
ahora se conduce de la mano de Samuel Fumero, ha preparado para este próximo
verano (Veranearte) una serie de encuentros en su sede (espacio cultural) de
Realejo Bajo. Local que me han invitado a visitar por diferentes conductos y
hoy que si mañana, ya se sabe. No voy a ser yo como aquel otro que fue sin ir
invitado; eso no me parece bien. Pues, como te iba contando, en una de esas
citas piensan traer al mago Paulino, que ya te dejé indicado un fisco más
atrás. Al principio me quedé patinando, porque después de los múltiples
pronósticos y vaticinios fallidos de otro al que el editor de cierto periódico
se ha cansado de llamar mago (entre otras lindezas), pensé que no lo veía con
chistera y conejo por esos mundos. Y claro, era otro. Al que conozco desde hace
años y que regentaba una pequeña librería en Toscal-Longuera, justo al lado de
donde ahora se encuentra cierta entidad bancaria que no menciono porque allí no
tengo capital alguno. Bueno, lo de capital se me escapó. Recuerdo que actuaba
en determinados establecimientos hoteleros, acompañado siempre de su mujer,
pero pasó el tiempo y le había perdido la pista hasta ahora que lo leo en el
cartel que Tigaray colgó en su muro de FB.
Loable la
iniciativa y buena muestra de aprovechamiento de aquellas instalaciones
felizmente remozadas. Como la época en la que vivimos no nos ofrece demasiadas
alegrías, esperemos que Paulino saque algunos euros, en lugar del consabido
conejo, para general deleite de los espectadores. Lo mismo se entera su tocayo
y lo nombra Consejero de Economía y Hacienda. Falta que nos está haciendo. Que
aparezca, que aflore el dinero y que no nos lo estén quitando un día sí y el
otro también.
Pero que no
le ocurra lo que a doña Paquita Luengo, antes enemiga acérrima de Rivero y
ahora consejera de algo, quien ayer, y con carácter urgente (de once y media
para las doce y media), convoca a los periodistas para darle a conocer la
excelente noticia de que el paro había bajado en Canarias en esta última
semana. Si no fuera porque la realidad te puede fastidiar un buen titular,
sería capaz de calificar la boutade de… ¿Para qué? Van a seguir sumidos en la
ineptitud más absoluta.
Concluyamos
con lo positivo: felicidades a Tigaray por los renovados bríos.
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