El consejero
de Presidencia del Gobierno Canario, Francisco Hernández Spínola, nos propone
que hagamos sugerencias, que aportemos ideas para plasmarlas en la nueva Ley de
Transparencia. Partimos, dice, de un folio en blanco y quiere que nosotros
redactemos también los párrafos, el articulado. Idea a la que se ha sumado
Rivero en las redes sociales con una alegría digna de… mandarlo pa´l carajo.
Si no
estuviéramos comprobando cómo son capaces los políticos de (no) cumplir lo que
ellos mismos han puesto por escrito hasta ahora, convendríamos en que se trata
de un estupenda idea. Pero una cosa es predicar y otra bien distinta dar grano.
Por lo que nos inspiran tanta confianza como dejarle la cartera a Bárcenas para
que nos la custodie. La ejemplaridad que en tantas ocasiones he demandado sigue
siendo asignatura pendiente. Los medios de comunicación sacan a la luz cada día
un nuevo chanchullo, por lo que me temo, estimado Paco, que o echan a los
golfos de los círculos elitistas en los que ustedes se desenvuelven, o una vez
más lloverá sobre mojado. No creo sea menester señalarte ejemplos, pero como lo
mismo un común y estimado conocido me sirve de enlace, van unas muestras.
Antonio
Castro Cordobez, presidente del Parlamento de estas tierras periféricas, en la
inauguración de la 22º edición de la Universidad de verano de Maspalomas, ha pedido un
nuevo pacto porque la desafección de la ciudadanía es más que evidente. Parece
que todo se pega, como el raboburro (lo conocíamos más por rabodiasnos, cuando íbamos por esos caminos entre plataneras y
llegábamos a casa con todas las hojas pegadas en la ropa). ¿Hasta cuántos
planes van a ser capaces de elaborar? ¿Para qué? ¿No vamos a estar desafectos?
¿Qué nos resta? ¿Entrar al cachetón limpio a ver si se enteran de que lo que
necesitamos es gente que trabaje y sea modelo en su vida –y en la nuestra–
cotidiana?
Ustedes han
transgredido todas las normas y traspasado todas las líneas rojas posibles.
Tanto que ni se percatan de que meten la pata hasta extremos de total
estulticia. Ustedes se contemplan cada diez minutos en el espejo de los cuentos
y se mandan besos volados. Ustedes están tan alejados de la realidad que se han
creado un mundo que solo existe en vuestra imaginación. Y creen disponer de la
varita mágica que brinda soluciones, pero hasta ahora solo han sido capaces de
hechizarnos y convertirnos en ratones de laboratorio.
Algunos
llegan al extremo de plasmar en sus códigos deontológicos que apartarán de la
organización a todo militante imputado. Y ahí tienen a la señora delegada del
Gobierno estatal, doña María del Carmen Hernández Bento, que se nos fue a La Gomera a presentar la
regadera veraniega (el folelé, como lo bautizara un buen amigo), y lo hace bien
acompañada de doña Luz Reverón y don Javier Trujillo, ambos de vacaciones
permanentes y con causas judiciales pendientes. Eso sí, se colocaron los
chalecos reflectantes, no sea que entrara en esos momentos el vuelo regular de
Binter y no le diera tiempo de frenar.
Pero lo que
más me llama la atención, y no es la primera vez que lo señalo, es el comprobar
el grado de desfachatez con el que se desenvuelven los políticos, quienes
parecen reírse de nosotros cual arteros consumados. Este pasado lunes por la
mañana (para entendernos, en horas de trabajo), se reunieron, por separado,
socialistas y populares en la capital española para debatir sus particulares
batallas internas.
Todos los
allí congregados cobran sueldos del erario público porque ocupan cargos de
diputados, senadores, miembros de los diferentes gobiernos (nacional,
comunidades autónomas, diputaciones, cabildos, ayuntamientos). Y se les importa
un rábano abandonar su puesto de trabajo (sin sonrisitas) para ir a solventar
los problemas del tío de los sobres o de las peripecias para hallar un líder
carismático. Imagínate tú que yo estuviese aún en activo y le dijera al
director del centro que no puedo ir a impartir las clases porque tengo en la
sede de mi partido un asunto de gran calado y requieren mi indispensable
presencia…
El problema
no es que hayan perdido la vergüenza, que también; es que ya uno duda muy
seriamente de si alguna vez la tuvieron. Una cosa es ser trepa y otra bien
distinta ser golfo. Y las actitudes del personal no me auguran que la situación
tenga visos de cambio. A mejor, claro, porque a peor, cada minuto que pasa.
Me causa
tremenda tristeza el contemplar cómo otras fuerzas políticas dejan pasar estas
oportunidades para el conveniente desmarque. Da la impresión de que procede
seguir a la expectativa no sea que mañana les toque y deban dar cabida a los
suyos. Mientras tú y yo seguimos yendo a la mar a meter la mano en el agua. Nos
mantiene la esperanza y la utopía. Al menos que nosotros no las perdamos.
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