Escuchaba
ayer por la mañana una entrevista que le hacían en la Cadena Ser al secretario
general de los populares canarios, presidente del PP en La Palma y diputado en el
Parlamento de Canarias don Asier Antona Gómez, que a mí se me da un aire con mi
amigo Rubén Lorenzo y que no sé cómo demonios tiene tiempo para tantas
ocupaciones (y tantos cientos de miles en el paro). Y digo yo que si los
políticos dejaran de preocuparse tanto por los que no tienen trabajo y
repartieran los oficios que ellos desempeñan (es un decir), otro gallo nos cantaría. Porque por
todos cobran. En A, en B, en sobres o directamente en la mano. Son falsos, tú.
Me lo pasé
bien el ratito que estuve pegado al receptor radiofónico, debidamente aparcado
en la zona realejera de El Llano, y esperando a mi mujer que estaba haciendo
unas diligencias. ¿Se dice así, no? Me enteré, entre otras cosas, que el señor
Antona no estuvo nunca de acuerdo con las mociones de censura en Güímar y en
San Juan de la Rambla. Lo
que lees. Hasta a mí me extrañó sobremanera. Eso sí, dejó claro que en estos
casos se respeta la autonomía de las agrupaciones locales. Y un churro.
Mentirosos, que son unos mentirosos. Porque a renglón seguido espetan que no
podemos dar credibilidad a las palabras de Paulino Rivero cuando alega sentirse
arropado en sus cargos. Es decir que a ti sí y a él no. Falsos, otra vez.
Y me quedo
por este Norte. Oye, Manolo, ¿y tú opinas lo mismo que tu superior jerárquico
orgánico? ¿Tampoco estás de acuerdo con las mociones precitadas porque eso
depende de lo que piensan rambleros y güimareros? No me lo puedo creer. Pero si
tú estabas detrás dando el empujoncito definitivo. Falsos y mentirosos.
Mentirosos y falsos.
Este país, la
frontera sur de Europa, va a terminar por ser mejor la frontera norte de
África. Porque los espectáculos de un día, y otro, y otro, y otro ya no caben
en lo que pueda denominarse democracia seria. Y se empeñan en seguirlo llamando
estado de derecho. Vamos a dejarlo, mejor, en etapa cambada. Acabaremos por ser
todos navajeros porque no te puedes fiar de nada ni de nadie. Ya comenzaron las
altas instancias judiciales a poner de manifiesto la imparcialidad en la toma de decisiones. He leído que
gracias a la indulgencia del Tribunal Constitucional, el expresidente balear,
Jaume Matas, ha pasado de 72 a
9. Sí de seis años a tres trimestres, con lo que la cárcel seguirá existiendo
para los que roban para llevarse algo a la boca porque se están muriendo de
hambre. Si dudas de mi palabra, pregúntale a la Pantoja. Y si por un
casual esta causa, una de las tantas en las que se halla inmerso el angelito,
pudiera llegar al Tribunal Constitucional quedaría absuelto para siempre jamás.
Que concesión de gracias ni facilidad de perdón, un tribunal está para impartir
justicia. Y la están convirtiendo en otro hazmerreír. ¿Se les ve el plumero?
No, son plumíferos totales. Aquel que dijo tiempo ha lo del cachondeo, tendría
hoy que cambiar el texto. ¿Entienden ahora el discurso popular de que estamos
colaborando con la justicia, poniéndonos a su disposición para todo lo que haga
falta; repito, para todo lo que haga falta? ¿Lo captas o te lo explico otra
vez? Hasta yo estoy pensando hacerme más popular. Lo mismo incremento
notablemente las visitas de esta mierda de blog.
Y a todas
estas, ¿quién les ha comunicado a ustedes que Rajoy va a hablar de Bárcenas el
próximo 1 de agosto? ¿Dónde ha dicho él semejante cosa? Va a comparecer. Y
leerá, en las respuestas también, que vamos de puta madre, que se acabaron los
túneles, que todo es verde por doquier, que la popularidad de los tres poderes
se ha disparado, que ese señor está bien donde está, que los puros se los paga
él, que el alquiler de la casa rural gallega es un detalle de un buen amigo,
que siga Alfredo dos años más y volvemos a ganar de calle, que habrá que atacar
el flanco izquierdo por el costado sindical, que Merkel volverá a La Gomera…
Procuro estar
informado. Y leo prensa digital a porrillo. No la compro por dos razones: una,
mi religión no me lo permite; dos, la pensión dura lo que dura. La visual va
para todas las tendencias, colores y líneas editoriales. Escucho algo la radio
y veo poco la televisión. Del maremágnum obtengo algunas conclusiones. La
principal: somos un país con demasiadas leyes. La mayoría de ellas no se
cumplen. Son mero papel mojado. Y lo que es peor, a la hora de aplicarlas, cada
juez interpreta la norma como mejor crea conveniente. Porque el articulado
siempre es abstracto, jamás concreto y directo. De ahí mi particular batalla
–perdida de antemano, por supuesto– ante los que creen que otra nueva, la de
transparencia, va a evitar todos los hechos relatados en este post y en varios
cientos anteriores. Y como aquí en Canarias queremos ir una hora por delante
–para compensar el desfase de meridianos–, estamos empeñados en gastar el
dinero inútilmente. Nos hemos inventado unas reuniones insulares en las que, ante
un auditorio más bien escaso –las fotos y vídeos se nos presentan en sentido
inverso pues solo retratan a los que intervienen (y a los ejemplos de La Gomera y La Palma me remito)–, varios directores
generales explican al grupito de políticos asistentes lo que se cobra por
transporte, alojamiento, manutención, dietas… ¡Ah!, y que pueden presentar
sugerencias vía Internet, que para eso están enganchados todo el día.
Como yo
entiendo la política de otra manera, utilizo este vehículo para discrepar. Y
como estoy jubilado, puedo hacerlo a la hora que me dé la realísima gana.
Ustedes, no. Y como queda reflejado, ni me debo ni debo. Ya está bien. ¿Y qué?
Y tú más.
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