lunes, 15 de julio de 2013

SMS

Casi siempre nos cuesta más a los que nos asomamos con cierta frecuencia a estas ventanas de opinión pública condensar en breves palabras el contenido del comentario o artículo, que la redacción íntegra del mismo. Por tal motivo estuve largo rato devanándome los sesos, o dándole al coco, por si me decidía por el que arriba has podido leer o si me decantaba por Moción de censura. Hecho que te conduce a pensar de que estos dos primeros párrafos han sido tecleados con posterioridad. Y tienes toda la razón, por lo que hoy he comenzado de manera bastante atípica.
Lo bueno que tiene este juego es que si estás ahora mismo creyendo que he querido referirme al servicio de mensajes cortos (Short Message Service), has errado gravemente. No, mi titular significa Silencio, Mariano, Silencio. Y que puede resumir a la perfección lo que acontece en estos días en el entorno del Partido Popular. Tal es así, que lo mismo ni te vas a alongar a estas líneas porque la actualidad de las fotocopias o de las frasecitas de marras entre los queridos y apreciados, que deberán traer de cabeza a los inquilinos de Génova, marcan la pauta a seguir. Entretenimiento tiene el juez Ruz, máxime cuando se las tendrá que ver con el ‘apartado’ Gómez de Liaño. Y no debemos obviar que el asunto de las ‘separaciones’ no es algo baladí, como tampoco lo deberá ser el que se sigan tumbando sumarios, porque las argucias, desde el denominado caso Naseiro, parecen ir por delante de las instrucciones, por muy meticulosas que aparenten. Y a los que hallan el contrapunto en los ERE de Andalucía, no tiene un servidor muy claro si la juez Alaya no se está demorando demasiado.
El PP tiene un grave dolor de cabeza. Y por mucho que la esconda detrás de la cortina, como mi nieto, no creo vaya a solventar la difícil papeleta. Ya sería inconcebible, tras salir Aznar de rositas allá por 1990, que una segunda financiación ilegal no causara efecto alguno, porque entonces habría que reconsiderar si este sistema de partidos no supondría poseer la pertinente patente de corso para reírse a mansalva de la ciudadanía que acude cada cuatro años a depositar su confianza en este tipo de sujetos (con todas las connotaciones peyorativas que quieras añadirle).
Aludía antes, otro posible título, a lo de la moción de censura que se viene comentando como posibilidad para que Rajoy acuda al Congreso para que nos explique, o al menos lo intente, algo; eso, algo, aunque el gallego, como tal, no esté por la labor. Pero un recurso que en estos momentos equivaldría a cierta inyección de moral a una población que no da crédito a lo que ocurre y a una formación que está ampliamente necesitada de refuerzos, me temo no vaya a ser utilizado. Es más, los propios barones socialistas se oponen a la misma, no tanto porque está abocada al fracaso (los números cantan), sino porque el temor se acrecienta ante la previsible pérdida de apoyo de sus propias bases. Que tras el resultado aritmético en el Congreso, dirían a su jefes que se aparten de una vez y dejen paso a los que no se han visto afectados por la contaminación, para iniciar desde cero el periodo de la reconquista. Acuérdate: refundación.
Me pongo en la situación de que los hechos que se vienen publicando provoquen un tsunami de tales dimensiones que no solo se lleve por delante al actual presidente del Gobierno, sino que los propios cimientos del PP se tambaleen hasta tal punto que nos baste con la dimisión de Mariano. Y que se convoquen nuevas elecciones generales, por ejemplo. Como el PSOE sigue empeñado en debatir posibles sucesiones siguiendo los cánones temporales de la normalidad, un imprevisible de estas características lo relegaría a mera fuerza testimonial. Solo piensan en la silla del ahora. Los ideales de un futuro diferente duermen el sueño de la indolencia, de la apatía más nefasta.
Cree Rubalcaba, por lo visto, que con amagos va a capear el temporal. Creen los socialistas, por extensión, que volverá a caer el maná de las alturas enviado en esta ocasión por Pablo Iglesias. Entre pitos y flautas, así nos va. Y sin recambios que puedan aliviar los desfases mecánicos, sin taller que recomponga el desaguisado, la avería. Una rosa Díez que juega a modernista, look incluido, cuando su larguísima (o longuísima) trayectoria, con variopintos y extraños derrapajes, nos ofrece tanta, o más, credibilidad que la de los líderes de los partidos hasta ahora mayoritarios. E Izquierda Unida, que piensa más en las posibilidades de tocar poder, aunque sea con pactos y alianzas, que en la de presentar un programa que trace nuevos derroteros.
Penoso. Y a todos les estamos pagando. Y bien. Por hacer lo que no deben. O deberían. Algunos, no satisfechos con sus emolumentos, recibían sobres. Por debajo y por encima de la mesa. De asco.
Te lo ilustro con otro ejemplo. El alcalde de Santiago del Teide manifiesta que es necesario que haya caras nuevas en el ayuntamiento. A renglón seguido no se recata en demandar un puesto, para las próximas, en las listas del Cabildo. No, hombre, no, ya puestos, al Parlamento; así elevamos el listón de la oratoria en Teobaldo Power. Ya sabes, Manolo, busca el hueco para ubicarlo después de Tomás.
Haré todo lo posible por buscar un tema agradable para mañana porque estoy medio revuelto y no quiero vomitarme. ¿Cabreado? No, encendido, amostazado. Echa ese fósforo pa´llá.

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