Llevo un
tiempo escuchando, y leyendo, comentarios acerca del notable deterioro de este
sendero. Al que tantas páginas informativas se le ha dedicado a través del
tiempo. Y al que llegó a denominársele el sendero del agua. Y el calamitoso
estado actual viene a demostrar que se acometen obras sin que se tenga definido
el futuro inmediato. Creo que se juega alegremente con los dineros públicos sin
que exista previsión alguna para el adecuado y necesario mantenimiento que toda
realización exige. Y los invito a que hagan un alto en la lectura, si a bien lo
tienen, y piensen la cantidad de ejemplos que ahora mismo podrían citar.
Un paseo
desde la zona de la playa de Los Roques hasta la Casona de Castro (ahora
sometida a reiterados robos) nos pone de manifiesto que se han dilapidado
muchos millones. La tan cacareada reposición de especies vegetales
(fundamentalmente dragos y palmeras) ha sido un fiasco total, amén de una
considerable pérdida de recursos económicos por el abandono secular de los
diversos tramos y zonas del Paraje Natural.
Y como
del particular he escrito en más de una ocasión, y creo que no sea esta la última,
van unos párrafos publicados en el periódico El Día un lejano 10 de diciembre
de 1991. Casi veintidós años después seguimos entonando un estribillo parecido.
“Los
unos, los más, han manifestado que nos han esquilmado la arena de nuestro
litoral. Los otros, los menos, han venido a desmentir a los primeros, alegando
que los estudios pertinentes han determinado la nula incidencia de tales
actividades. Sea como fuere, y sin que sirva de precedente. por esta vez voy
a coger por el camino del centro: ni con los unos, ni con los otros.
En el
cruce de comunicados habidos, en realidad no han sido tantos, merece la pena
destacar una alusión al sendero turístico que habrá de recorrer, en su día,
toda nuestra costa.
A bombo
y platillo se destacó la noticia de la realización de la segunda fase de este
proyecto. A aquellos que tenemos la inmensa suerte de transitar tales parajes,
nos llenó de alegría tal buena nueva. Venía a ser, en definitiva, la
restauración, el acondicionamiento de una zona que había sufrido las consecuencias
de la canalización de la red de saneamiento en el tramo comprendido entre
ambas Románticas. Se trataba, en fin, de hacer justicia. Lo malo es que no se
dijo que este tramo había quedado cojo. Le faltaba, y le falta, la conexión
definitiva en Romántica I. Cuando caen los muros en la Europa del Este, aquí, sin
ir más lejos, los levantamos para orgullo de cuantos nos visitan. Quien lo haya
recorrido sabrá a qué me estoy refiriendo.
Si
lícito es destacar y colocar en su justo lugar aquello que bien se realiza, no
lo es menos, o no debe serlo, la justa pretensión de poner los puntos sobre las
íes cuando observemos determinadas irregularidades.
Hace
unas semanas, en un programa de la
FM 107.5, un alto responsable del Hotel Maritim ponía el dedo
en la llaga y aludía al lamentable estado en el que se encontraba el tramo
comprendido entre este complejo turístico y Romántica II, es decir, aquel que
discurre por los aledaños de la playa de Los Roques: lo que en el proyecto
original se denominó como primera fase. ¡Y cuánta razón tenía!
De aquel
primitivo encanto, de aquel delicioso paseo utilizado por infinidad de turistas,
sólo quedaba el recuerdo. Grandes tramos de barandas arrancadas y arrojadas al
callao, escalones en los dos accesos a la playa que brillan por su ausencia,
suciedad y escombros por doquier, no vienen a ser, precisamente, un atractivo
para los transeúntes.
La culpa
habrá que achacársela a todos. El paso inexorable del tiempo no puede ser, en
manera alguna, el único factor desencadenante de tal desaguisado.
Hace
unos días nos congratulaba la noticia de que el Ayuntamiento realejero, merced
a un convenio con el Gobierno Autónomo, se disponía a comenzar su reparación.
Aunque lo que pudo haber sido subsanado con un mucho de imaginación, con un
mucho de oportunidad, y un poco de dinero, habrá de ser repuesto ahora con
mucho, muchísimo dinero. No obstante, hagamos caso a lo de más vale tarde que
nunca, o, tal vez más ilustrativo, a lo que dice un buen amigo en estos casos:
Nunca es tarde, si la ‘niña’ está buena.
Vamos a
ver si a todos los que les gusta estirar las piernas por estos contornos
vuelven a disfrutar de naturaleza al arrullo de las olas.
Vaya,
para finalizar, un par de solicitudes. ¡Por pedir que no quede!
Y sea la
primera la rápida solución al tramo conocido como La Fuente: los que bajan al
Boguiño y los Pejerreyes lo hacen cantando lo de Pena, penita, pena... Y el
segundo, que se sigan adecuando nuevas fases, que la brisa marina despeja la
mente y pone en claro nuestras ideas, alguna de ellas puede que sea hasta
aprovechable.
Pero, de
vez en cuando, a dar una repasadita a lo que atrás quedó. ¿No les parece?”
Aprender,
lo que se dice aprender, a los hechos me remito. Y que lo vayan a arreglar por
una carrera (Tenerife Bluetrail), cuando miles de usuarios (caminantes), entre
ellos centenares de turistas, han padecido penurias… Sin apostillas.
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