viernes, 23 de agosto de 2013

La mujer del marinero

El pasado mes de mayo fui premiado en el concurso de coplas canarias Guanapay, que convoca el ayuntamiento de la Villa de Teguise, en Lanzarote. Del hecho tuve conocimiento a través de la lectura en un digital de aquella isla. Comunicación oficial, ninguna. Ya lo contaré con mayor detalle. Y como algunos amigos me invitan a que dé público conocimiento de la obra galardonada, aunque sea a regañadientes, allá va: ‘La mujer del marinero’.
La mujer del marinero
su mente deja volar,
entre yodos y salitres
se la escucha musitar.
Fueron momentos felices
los que aquí juntos pasamos,
y en la misma singladura
por mil senderos remamos.
Caminos tiene la mar
que cual ríos recorrimos,
fue ilusión de juventud
la que unió nuestros destinos.
En la arena se dibuja
el retrato del pasado,
ni el viento ni la marea
pudieron jamás borrarlo.
Las olas en su vaivén
le traen a la memoria
al patrón de sus amores
que timonea en la Gloria.
Cada tarde reflexiona
la mujer del marinero,
cuando el sol por el poniente
se nos despide del cielo.
Por los riscos de Famara
cuántos suspiros bajaron,
hacia aquellos que en la mar
por sus familias lucharon.
Con los Novios del Mojón
se sellaron mil amores,
piratas de tierra adentro
que robaron corazones.
El viento de Lanzarote
en la mar levanta espuma,
parodia de dulce madre
que al niño mece en la cuna.
Me dijiste en la chalana
que esta pesca es diferente:
cuando a la vieja refolas,
tú la escardas y se pierde.
Con las jacas sancochadas
muchos lances disfrutamos,
son pasajes que me vienen
de los tiempos que bogamos.
Con la marea llegaba
una hermosa melodía,
en ecos de caracola
y compases de folía.
En la popa de mi bote
al arrullo me dormí,
en lo profundo del sueño
a mi lado te sentí.
Me acuerdo cuando en la playa
de reojo me mirabas,
mi padre soltó la caña
diciendo que no picaban.
Al echar la vista atrás
entre aparejos me veo,
con un timón en las manos
en busca de rumbos nuevos.
Allá dondequiera estés
sigue contando conmigo,
qué menos podría hacer
por quien siempre fue mi abrigo.
Cuando el manto de la noche
de la luz se apoderó,
la mujer del marinero
al hogar se retiró.
En silencio nuevamente
ha cumplido el ritual,
el recuerdo permanece
aunque nada ya es igual.
Te quise contar la historia
que se escucha en el lugar,
la de la triste figura
que pasea junto al mar.
Tengan un feliz fin de semana. En la próxima, más novedades. Aunque estemos en verano, aquí seguimos.

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