viernes, 2 de agosto de 2013

Fin de la cita

Me temo que no vaya a ser muy original. Puede que la frase marras sea hoy la comidilla de cualquier lectura o tertulia. Porque ya en la propia jornada del ¿debate?, las redes sociales no dieron abasto. Pero Mariano no nos dejó indiferentes con su comparecencia veraniega. Leyó bien, entendió su propia letra y reconoció haber metido la pata. Nos recordó al lo siento mucho, me equivoqué, no volverá a ocurrir (fin de la cita). Ya son dos los errados (sin hache). Qué culpa tienen los otros.
Rajoy no es un dechado de virtudes a la hora de que se cumplan sus vaticinios. Desde los hilillos de plastilina hasta el no podrán demostrar que no es inocente (fin de la cita), un amplísimo catálogo de desatinos. Tras poner de ejemplo al ministro canario, víctima de terrible persecución por los fiordos noruegos (presunto delito de cohecho prescrito, que no significa que las acusaciones fueran falsas), vino a ratificar que en todas partes existen las remuneraciones complementarias. Y estuve todo el día de ayer mirando cada rincón de mi casa –hasta debajo de la cama– y no encontré un maldito euro. O quizás no lo entendí –nada raro, de otra parte–, y lo que pretendía aclarar el presidente es que es práctica habitual (en todas partes: fin de la cita) en que se pague de tal guisa tan oscura (o negra, para entendernos).
Debería preocuparles, y bastante, a los populares que haya sentenciado: “Al final, ni a mi partido ni a mí se nos podrá atribuir ninguna actividad ilícita” (fin de la cita). Porque si tiene idéntica suerte a la mano en el fuego que puso por ese señor apellidado Bárcenas, yo, en su caso, estaría ahora mismo poniéndome en remojo.
Menos mal, y dejo el resto para sesudos analistas, que no recurrieron al ‘y tú más’ (fin de la cita), que si no, aún estuviesen dale que te pego en el Senado. ¿Qué obras se acometen en San Jerónimo? ¿No les afecta la crisis? ¡Ah!, es un dinero complementario.
Entre los millones de Luis (alias el cabrón: fin de la cita), los beneficios escandalosos de los grandes bancos (Botín y González) y otras menudencias esparcidas por los bajos fondos, sumaríamos tal cantidad de billetes de 500 que un reparto más equitativo y justo haría factible que este país… Ya está el iluso escribiendo boberías (salvo algunas cosas) otra vez.
Un jurado popular juzgará a Jaume Matas en otro de los varios procesos que tiene abierto este paradigma del bien hacer (para él, claro). Ocurrirá lo que ya pudimos vivir con Francisco Camps. Los miembros designados para tal cometido están demasiado mediatizados para el desarrollo de esa función. Los juicios políticos (y/o a políticos) no deberían poder acogerse a esta modalidad. Lo malo es que al paso que vamos (TS, TC), ¿de dónde nos vamos a agarrar?
Bulgaria se ha hartado de los corruptos (fin de la cita). Dícese (para que Humberto sonría) del que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar (fin de otra cita). En España no ha lugar al empacho. Sujetos de tal calaña no existen. Ni será posible tal hecho en un futuro. La religiosidad y profundas convicciones morales constituyen el adecuado freno de mano. Eso, de mano. Parodio a Francisco: Quién soy yo para juzgarlos (fin de la tercera cita del párrafo).
Marcos Brito, la honradez personificada, que ha perdido dinero en la política, portuense desde que recaló en una escuela de Punta Brava (allá cuando el Titlis naufragó) y que ha sido alcalde en no sé cuántas ocasiones, ha desplegado su batería en los alrededores del Penitente. Con la ayuda de la artillería del Barranco de San Felipe, piensa acabar con los que lo han calificado de viejo y caduco, a saber, los comepiches capitalinos. Y aquellos por unas causas, y el otro por una bien diferente, el fuego entrecruzado está causando estragos en una ciudad que enarbola el turismo como principal fuente de riqueza. Y si es menester poner por delante a San Telmo, la Virgen del Carmen y el mismísimo Viejito… Este optimista pensaba que no todos eran iguales, que alguno podía dar más de sí. Mi gozo en un pozo. ¡Ay, Mi Norte!
Se nos marcha la Infanta para Suiza. ¿Le revisarán las maletas? Lo mismo a gestionar las cuentas de los que por motivos inconfesables rompieron las relaciones con la hacienda española. Urdangarin se queda en Barcelona. Me imagino que se comunicarán vía e-mail, algo que el Duque (¿o ya no lo es?) domina a la perfección.
Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político (Gilbert Keith Chesterton). Fin de la cita. Sin paréntesis.

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