Qué fácil es
rebajar y proponer recortes cuando los dardos son dirigidos a dianas que se
ubican fuera de dominios propios. Me quedaré con las ganas de comprobar cómo un
político hace cualquier planteamiento económico y que sea él el primero que lo
cumple. Para predicar con el ejemplo, que tanto demando. Pero me moriré antes y
me iré al crematorio con el desconsuelo.
Deben no
estar los bancos afectados lo suficientemente rescatados porque no basta con
los recortes habidos. Pues si creías que el dinero inyectado en las cajas de
caudales de las entidades intervenidas (apendicitis aguda) iba a ser repuesto
con cargo a sus beneficios, cuán equivocados estábamos. Son tan escasos
nuestros ahorros que bien poco tienen donde morder. Y al no haber la liquidez
necesaria, nada mejor que darnos un nuevo meneo en el lugar que nos duela de
verdad. Pues si son exiguos los activos que mantienen a los pasivos (incluyan
en estos a los parados), los organismos internacionales entienden que cobramos
demasiado. Nos lo dice Lagarde y unos cuantos comisarios europeos. Los que
gestionan la economía mundial desde la sala en la que se atiborran de rayos
uva. Ellos, morenos, y tú, asado. Como en estos casos sí funciona, y a la
perfección, los acuerdos en cascada, comprobaremos que Montoro se echa una
sonrisita, toca la tecla adecuada y veremos la nómina a fin de mes más menguada
que un solomillo bien hecho. Detrás saldrá Hernando a justificar que somos unos
quejitas y malvados, capaces, para más inri, de suprimir la alimentación a
nuestros hijos nada más que por fastidiar la buena gestión gubernamental.
En este país
parece haberse perdido la vergüenza desde hace un tiempo. Coinciden la
normalidad de los sobresueldos (Rajoy) con la de sepultar papeles
comprometedores a través de los desvíos de atención programados al milímetro
desde las sedes centrales de los partidos mediante el argumentario de rigor. Y
ya que nos habíamos olvidado de Zapatero durante casi dos años, lo sacamos de
la nevera y lo ponemos al frente del desaguisado gibraltareño. En Perejil
hicimos la hombrada de desalojar a un par de cabras que merodeaban por aquellos
lares. Ahora, si menester fuere, cruzaremos la verja y abatiremos un par de
docenas de monos pulgosos.
Por las islas
no vamos mucho mejor. Realizamos una obra modélica en El Hierro, fuimos la
envidia de medio universo, vinieron de lejanas tierras a comprobar nuestros
adelantos tecnológicos, y una vez concluida la obra, allí se encuentran los
cinco molinos muertos de risa, la balsa medio llena y dispuesta a echar agua
tuberías abajo, y… Faltan unos acuerdos, faltan unos papeles, faltan… los
arrestos suficientes para cabrearnos y mandarlos a todos a freír chuchangas. Y
si estás pensando que iba a escribir otra cosa después de mandarlos, tienes
toda la razón.
No andamos
mejor en Tenerife. Se precisa un importe de unos 250 millones de euros para
eliminar el exceso de flúor en el agua de abasto público. Y digo yo si no será
más fácil dárselos a Fonteide, que nos llene los depósitos municipales y
salimos ganando todos. Nosotros también, porque lo mismo nos sale más barata
que yendo el supermercado a por las botellas. Ahorramos plástico, gasolina,
ruedas del coche… Yo no vislumbro sino ventajas. Estudien el particular con
detenimiento.
Creo haber
leído que desde el Gobierno de Canarias ya surgió esa idea tan maravillosa que
ahora reproduce la Ministra
del desempleo: la de chivarse del vecino que hace un cáncamo para ir escapando.
Te guardan el secreto, la confidencialidad y pondrán un buzón ex profeso.
Seremos inspectores de Hacienda sin cursillo previo. A este paso no me
extrañaría que saltara cualquier lumbrera y nos regalara una guindalera para
acabar con la lista del paro.
Me parece que
voy a dejar para mañana unas líneas para comentar ese excelente plan de empleo
canario. El número cuatrocientos ochenta y nueve. Y que en vez de sembrar
tranquilidad, se ha convertido en otro pimpampum político. En La Gomera echan en cara que
los socialistas enchufan a su gente. En Puerto de la Cruz, el PSOE hace lo propio
contra el pacto CC-PP. Pero lo más llamativo es que a mediados de agosto, aún
restan ayuntamientos por apretar el botón de arranque. Muestra inequívoca de la
preocupación que tienen los que cobran bien porque se alivie esa terrible
plaga.
Las quejas de
Elfidio Alonso, en San Borondón (emisora y digital del CCPC), me causan
estupor. Montó Los Sabandeños a su imagen y semejanza, le dio estructura
comercial y mientras hubo bonanza repartía dividendos cual fructífera empresa.
Como el mercado está en horas bajas, eleva enternecedora queja, pues los
organismos públicos no cuidan la cultura. La cruda realidad se impuso. No hay
dinero generoso que fluya para cubrir elevados cachés. Y para disimular un
fisco, añade que a los otros también les pasa lo mismo. Lo malo es que a esos
otros les iba también mal cuando ustedes nadaban en la abundancia. Y nadie se
acordó de ellos. Ahora menos, claro. No me alegro de males ajenos, pero no
vengas con estas monsergas a destiempo. Que sufras el secado de la vaca lechera
puede servirles de acicate. No creo que tu grupo haya tenido que vender una
rifa o lotería para costearse un viaje a la Península jamás. El
resto sí. Y poniendo dinero de su bolsillo. Ustedes, por lo que me cuentan
fuentes dignas de todo crédito –vaya que sí–, no solo no les costaba un euro
sino que había dinero para repartir, como las dietas de los políticos y
gestores de dineros públicos que bien los subvencionaron. Pero qué puedo
contarte yo que tú no sepas. Y Benito, por supuesto. ¿Méritos musicales?
Muchos, faltaría más. Pero privilegios y ventajas, muchos asimismo.
Lo mismo no
he acabado. Hasta mañana, si no me entra el gandulismo de ayer.
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