Varias han
sido las ocasiones en las que redacto unas líneas para opinar de temas
educativos. Parece normal pues no en vano ha estado uno toda la vida metido o
relacionado con ese mundo. Y jamás habrán leído –o escuchado, si de otro foro
se tratase– que me haya posicionado en contra de la enseñanza privada. Pero sí
de cortar por lo sano con aquellos desalmados que hacen del particular un
negocio puro y duro. Sobre todo en aquellos casos que bajo el amparo o paraguas
del término concertado, abren centros que se sostienen con dineros públicos
mientras aprovechan cualquier resquicio para cobrar a sus alumnos hasta el
desgaste del piso (Gila dixit). A lo que se han prestado asociaciones de padres
y madres que sirven de tapadera para tan oscuros procederes. Pon tú los
ejemplos.
El colegio
Pureza de María, ubicado en el paraje natural de la Montaña de los Frailes (La Montañeta, Los
Realejos), ha sido objeto de mis comentarios en diferentes medios de
comunicación porque entiendo que desde su construcción, en lugar inapropiado,
hasta los desaguisados de tráfico que ha venido provocando a lo largo de sus bastantes
años de historia, constituye el paradigma de un quehacer viciado desde sus
inicios.
Dice Paulino
Rivero (ay, cómo lo quiero) que Canarias hace su propio camino. Y yo me apropio
de su parecer para señalarle –como un contribuyente más del pueblo y defensor
acérrimo de la educación pública sin que ello me ciegue o me obsesione en mis
planteamientos– a la congregación que rige el funcionamiento del colegio en cuestión,
que cuando uno monta un chiringuito para vender algo no pretenderá que el
ayuntamiento le solucione las humedades (es un símil) que pudieran aparecer.
Aunque
parezca de Perogrullo, viene a resultar que sí lo han conseguido. Mientras
nosotros no podemos disfrutar de sus instalaciones (por ejemplo la piscina,
subvencionada generosamente mientras se negó en la época otra para mejorar el
pavimento del polideportivo Toscal-Longuera), ni vemos un euro de las cuotas
mensuales, entre Ayuntamiento, Cabildo y Gobierno de Canarias se les realizó un
acceso de más de 400
metros, con un montante económico de casi 400.000 euros.
Eso ocurría mientras un vendaval se cargaba tejas y vallas de colegios públicos
sin que la diligencia para el arreglo de los desperfectos fuera al menos tan
dadivosa como aquella participación. Es probable que las monjitas sepan llorar
mejor. O que posean un enlace divino.
Y los que
vivimos en el pueblo o transitamos por la carretera que nos lleva a San
Jerónimo, hemos podido sufrir en carne propia que los atascos continuaron. Y
que los problemas de tráfico siguieron tan acentuados como antes. También lo
observamos en las horas de entrada y salida del colegio Nazaret, pero
aguantamos estoicamente y callamos para que no nos señalen. Ya se sabe que
vivir en un pueblo tiene ciertos inconvenientes, los de que en lengua de todos
te veas. Con el agravante de que hasta los militantes de izquierda, adalides de
lo público (en privado), envían a sus hijos a estos centros porque la calidad
educativa y bla, bla, bla.
Ahora, bajo
la peregrina excusa de la apertura de grandes superficies comerciales en los
aledaños, vamos a realizar una nueva inversión para que no tenga que bajar
ninguna hermana a dirigir el tráfico. Pondremos semáforos. Por las fotos e
informaciones que tengo, en el cruce de arriba (y ya todos se sitúan). En el de
abajo, el que se halla en la vía más reciente (en la de las bombonas, para
entendernos), ignoro si colocaremos asimismo luces intermitentes. Algo más de
30.000 euros (apoquinan Ayuntamiento y Cabildo) para que nuestra circulación
sea más placentera. Y menos mal que Los Beatles ya no existen, porque de acudir
otra vez a pasar unos días de vacaciones, el presupuesto municipal (ese que
goza de excelente salud financiera) se iría a freír chuchangas.
Nos sorprende
Cristiano Ronaldo con que hay cosas más importantes que el dinero. Mira quién
lo dice. Y puede que tenga razón. Pero creo más interesante el que se reparta
con criterios adecuados y pertinentes el que poseen los que dicen administrarnos
y que lo obtienen metiendo la mano en nuestros esmirriados bolsillos. Las
confesiones religiosas, al igual que sindicatos y partidos políticos, que se
busquen la vida y que no nos la compliquen aún más.
A partir de
ahora, cogeré la autovía, no sea que cuando pase por La Montañeta un círculo
rojo me diga que debo esperar un rato a que salgan los que hallan el camino
expedito gracias a mis impuestos. Si el juguete se porta bien, hagan otros
estudios para otros centros, menos elegantes pero con más derechos, ubicados en
La Cruz Santa,
Palo Blanco, Realejo Bajo, Icod el Alto… No hace falta que continúe porque los
tendrán apuntados en un registro. Y en las próximas obras del RAM (¿se siguen
llamando así?), añadan a las monjitas. A ambas, claro. A cambio, matrícula
gratis.
Ni una palabra de más; de menos puede que sí. ¡Las medidas sutiles que denostan la educación pública!
ResponderEliminarMUY BUENO, MUY BUENO.
ResponderEliminarLas monjitas lo hacen por nuestro bien. Es sabido que este mundo es el camino para alcanzar el reino de los cielos. Y que cuanto más sacrificada sea nuestra vida en este mundo, más se nos abrirán sus puertas. Ellas sólo pretenden darnos un empujoncito ... para que podamos entrar más facilmente.
ResponderEliminarEXCELENTE. TE ME ADELANTASTE. ESTABA PREPARANDO ALGO SOBRE EL TEMA. COMPARTO TUS ARGUMENTOS AL 100%. SALUDOS.
ResponderEliminarJONÁS.