Son
demasiadas las veces que me he preguntado si se ha adelantado en la gestión
política desde que nos dotamos de una Constitución (la del 78) y emprendimos en
este país la vía democrática. Desde luego en ilusión, rotundamente no. Se han
incrementado los medios de toda índole –entiendo que con exceso en algunos
aspectos– y hemos creado una maraña tal que la efectividad brilla por su
ausencia. Y cada vez lo complicamos más.
Como priman
publicistas, asesores y gabinetes, las campañas de distracción alcanzan tales
extremos que la inoperancia es suplida por fotos, vídeos, inauguraciones (de
nada), presentaciones (de cualquier tontería) y comunicados de prensa. Al paso
que vamos, nada me extrañaría que hasta el hecho de que el señor alcalde vaya
al baño puede ser asunto noticiable. Sobre todo si la dependencia ha sido
remodelada recientemente con dineros del erario público. Sería como cortar la
cinta para ir a…
Han
transcurrido 34 años y medio desde aquellas primeras elecciones municipales de
abril del 79. Y todavía seguimos escuchando idénticos argumentos a los que se
utilizaron en aquel entonces para captar votos mediante el método de culpar a
los concejales franquistas del estado de abandono en el que se hallaba el
municipio. No se percatan los actuales ediles en que todos –nosotros también–
hemos adquirido algo de cultura, por lo que ya somos capaces de discernir sin
que tengan que machacarnos con discursos vacuos, inconsistentes y superfluos.
Cuando se
recurre a lo mal que lo hicieron los anteriores –es la soflama que comienza a
aflorar, por ejemplo, en los populares de mi pueblo, grupo que con mayoría
absoluta rige los destinos del municipio–, mal síntoma. Y conveniente sería que
no se olvidaran de que dicho partido ha sido socio en gobiernos locales,
insulares y regionales. Que no todos somos de memoria frágil. Y no es menester
esos mementos (recordatorios), pues el voto ciudadano fue el que dictaminó el
cambio de modelo. No nos sermonee, entonces, el PP realejero con lo mal que se
vivía antes, con los otros alcaldes, porque las elecciones de 2011 ya lo
reconocieron y se inclinaron, en las urnas, hacia donde estimaron oportuno. Las
verdades de Perogrullo son así, de Perogrullo, sin más.
Flaco favor
están haciendo los gabinetes de prensa con la redacción de (in)ciertos avisos o
notificaciones. Pero como han sido designados a dedo, se deben a sus amos y
jefes. Y no se recatan en absoluto, aunque sea por aquello del prurito
(¿dignidad?) profesional. Claro, el problema quizás radique en el adjetivo
sinónimo de experto, perito o capacitado.
Comprendo que
el gobernante de turno aplaudirá con las orejas cuando se regocija con la
lectura de unas líneas cuya única misión es el carácter laudatorio de las
mismas. Y olvidan que los anteriormente citados 34 años también han valido para
que el resto de mortales haya adquirido un nivel de preparación al menos
equiparable al de cualquiera de los que habitan en edificios nobles. En suma, y
sin más digresiones, que como mínimo podemos ser tan inteligentes, o tontos,
como ellos.
Vamos con
unos ejemplos. El primero de ayer mismo:
“El
Ayuntamiento de Los Realejos anuncia modificaciones en el tráfico que se harán
efectivas a partir de este martes, día 24 de septiembre, en el entorno de
Realejo Bajo con motivo de las obras que se vienen desarrollando para la
rehabilitación del conjunto histórico. Por el propio transcurso de los
trabajos, se hace necesario el corte temporal de la calle Guillermo Camacho,
que sirve de acceso a este núcleo, así como a los de Tigaiga y Barroso. De este
modo y tras ejecutar el actual equipo de gobierno la vía de
circunvalación de Los Príncipes en su enlace con la calle Cantillo Abajo después
de 20 años proyectada, será ésta la que sirva de entrada tanto a Realejo
Bajo como a los citados entornos colindantes. La salida del entorno histórico
se hará por la calle Cruz Verde a través de calles El Medio Abajo y Márquez”.
Los
subrayados son míos, por supuesto. Y quiero destacar lo innecesario de la
ejecución de la obra por el equipo de gobierno. Porque nadie vio a Manolo ni a
Adolfo fajados con una brocha pintando el paso de peatones. Al alcalde sí, pero
con la mano en el bolsillo y más solo que la una. De un lado. Y del otro, ¿hace
falta esa coletilla? Cuando pasemos por allí sin tantos agobios –un servidor va
a ser uno de los favorecidos–, ya sabemos quiénes gobiernan en el pueblo y
quiénes, por consiguiente, son los responsables de la obra y beneficiarios de
los aplausos del personal. Después de 20 años proyectada. Venga reproches al
pobre de José Vicente, felizmente jubilado y cuyo único pecado es seguir
fumando como un carretero. Y ya puestos, pregunto: ¿Piensa el equipo de
gobierno demandar a los promotores de la urbanización por dejar el trabajo a la
mitad? ¿Tuvimos que pagar los contribuyentes el desliz de no exigir las
responsabilidades pecuniarias pertinentes? ¿No fue esa una zona cuyas cesiones
se pusieron en entredicho?
(finalizaremos mañana)
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