Después de un
fin de semana bastante entretenido, iniciamos la andadura por la segunda de
este mes de octubre con renovados bríos. Los que parecen faltarle, a tenor del
último sondeo de El País, a los dos principales partidos políticos españoles.
Uno, con bastantes años a las espaldas, sigue demasiado confuso y no comprende
cómo con la que está cayendo sigamos con este pasotismo. Parece que se nos
importa muy poco el que existan algo más que sospechas en la gestión de los
escasos recursos. Y que la mayoría de los encuestados crea que el Partido
Socialista haría lo mismo, o peor, es muestra inequívoca de cómo está la
situación.
Con ser esta
desafección un tema preocupante, comprobar que más de la mitad de los miembros
del comité regional de los socialistas canarios no hacen acto de presencia en
el momento de votar la gestión de la ejecutiva, a pesar del refuerzo y apoyo
que Rubalcaba vino a mostrar a José Miguel Pérez, es de juzgado de guardia. Lo
mismo se marcharon a echarse un cortado porque les pudo el estrés. Y si
recordamos que la mayor parte de ellos son cargos públicos, échale guindas al
pavo. Esta táctica del avestruz del PSOE solo tiene la explicación de que todos
los que forman parte del chiringuito temen ver sus sillas en peligro y rezan lo
de Virgencita que me quede como estoy. Y los escasos afiliados, pagando cuotas
al tiempo que meten la mano en el agua por lo de la esperanza. En fin, voy con
cosas más serias.
En unas
cuantas ocasiones he escrito que si dispusiera del suficiente dinero montaría
un colegio-guardería. Recogería los alumnos desde las seis de la mañana
(acogida tempranísima) y en el centro harían todas las comidas del día. A las
once de la noche, debidamente bañados y con el pijama puesto, serían devueltos
a sus padres para que durante el trayecto de vuelta al hogar tuvieran tiempo de
contarse sus cuitas y hacer posible la tan ansiada conciliación de la vida
laboral y familiar.
Y he sacado a
colación este particular porque leí que algunos centros infantiles van a
permanecer abiertos hasta la hora que he señalado en el párrafo anterior: las
once, o las doce en la península (salvo que cambien la hora). Como la Consejería de Educación
canaria está en manos del máximo dirigente socialista (no se enfaden los otros
socialistas, los que están más a la izquierda y luchan con denuedo diariamente
para que el espectro siga disgregado para general regocijo de los populares),
coincido con aquellos que esgrimen que las actuaciones de gestión de los unos y
de los otros son idénticas, calcos, copiaderas. De ahí que, y va el inciso,
cuando me informan de que el Plan de Seguridad de mi pueblo, razón de ser de
uno de los mejores sueldos de los contornos, estará listo antes de finalizar
este año, aconsejo que lo comparen con otros ya aprobados por esa geografía
patria, porque me apuesto otros cincuenta céntimos a que aflorarán dudosas
concomitancias.
¿Cómo se
puede entender lo de la conciliación de la vida familiar separándose del crío
con las primeras luces del alba (oscuro total en invierno), después del ‘asesinato’
de levantarlo de la cama y llevarlo semidormido, y retirarlo cuando las
tinieblas de la noche ya hicieron acto de presencia y el infante vuelve a estar en
los brazos de Morfeo sin que padre o madre haya atinado a abrir la puerta de su
casa? Con estas medidas que se vienen adoptando, ¿no será aún más grave el
desarraigo?
Nos
quejábamos años atrás de que los padres se habían distanciado de los centros
docentes, que habían hecho dejadez de sus funciones y habían convertido a los
maestros en hermanitas de la caridad. Observo, unos cursos después de haber
abandonado la docencia directa, que a peor la mejoría. Puede este proceso
finiquitar en la paradoja de que los críos, al finalizar el periodo lectivo y
comenzar el vacacional, pregunten a la ’seño’ quién es aquel, o aquella, con
quien se debe ir durante una temporada.
Y es en este
punto donde echo en falta políticas de partidos de izquierda. Que se lancen de
forma decidida y presta a arbitrar soluciones más prácticas y rentables. Con
las que se vuelvan a posibilitar cuestiones tan simples como que padre o madre
pase con su hijo una cantidad de horas adecuada al papel que la familia debe
jugar en el proceso educativo. En vez de recluir al infante, libérese una parte
de la jornada laboral a cualquiera de los cónyuges para que el crío crezca en
armonía con quien debe hacerlo. Lo otro es un remiendo que separa en vez de
unir, que causa el efecto contrario del loable objetivo definido. Apréndase a
evaluar y que el contribuyente sepa si los resultados son los previstos o todo
se queda en meras campañas de imagen. Porque me temo que aún existen salideros
en las alcancías de las administraciones. Y ocurre lo que en los jardines:
sembramos pero luego abandonamos las plantas a la suerte de las lluvias
esporádicas. O como se le preguntaba a un concejal portuense sobre el número de
trabajadores en determinado servicio y contestó que entre 80 y 90. Si esa es la
concreción que asunto tal requiere, que se dedique a defender a voceros
lenguaraces.
Mañana
volvemos. Hasta entonces.
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