Puse en
Google la expresión que da título al presente y se disparató Internet con unos
50 millones de resultados. Debe ser, pensé, como en los denominados partidos
del siglo. Sí, es raro la semana que no haya uno. En cien años, imagínate. Ya
yo he visto unos trescientos mil.
Se marchó
Isaac Valencia del ayuntamiento villero y como no le pareció oportuno utilizar
el sintagma nominal (¿o ya no se menta así?) arriba expresado, y que él usó en
sus tres décadas largas en más de dieciséis mil ocasiones, rápidamente los
herederos (léase, resto de concejales de la Corporación) se
apropiaron de los tres vocablos y en el mismo día de su despedida (anteayer) lo
repitieron hasta la saciedad. Y ello, entiendo, acarrea ciertos inconvenientes.
Porque si Francisco, Juan, Belén, Eduardo, Narciso… lo sueltan cada tres por
dos, uno puede llegar a pensar si se trata
de una fecha importante porque por fin se ha bajado del carro. Como
Linares, por ejemplo, lo plasme en varias ocasiones de aquí a que se celebre la
sesión plenaria en la que deberá tomar posesión, lo mismo alguno le espeta
cualquier pensamiento inadecuado. Y tú me entiendes.
Dado que no
me apetece escribir de días históricos –el titular solo valió de excusa–, sí me
parece conveniente enumerar varios que cualquier enciclopedia –ahora wikipedia–
consideraría como tales: una sentencia (esperada) de un Tribunal de Justicia,
una cotización (inesperada) de la
Bolsa, la manifestación más multitudinaria habida (parámetro
de los organizadores), el trasvase Tajo-Segura (para los murcianos), la bomba
atómica de Hiroshima, la dimisión de Nixon, el suicidio de Hitler, la llegada
del hombre a la Luna,
el descubrimiento de la tumba de Tutankamon, la caída del muro de Berlín, la catástrofe
de Chernobil, la muerte de la princesa Diana, el asesinato de Luther King, la
destrucción de las Torres Gemelas, la incompatibilidad de Oswaldo Amaro cuando
fue nombrado alcalde (para Juan Borges), el incumplimiento de la primera
promesa de Rajoy…
Ya me estoy
imaginando la cantidad de hechos tan brutal que has puesto en lugar de los
puntos suspensivos anteriores. Y me alegro, porque ello es síntoma de que la
memoria te funciona, aspecto a poner en valor en los tiempos que corremos (o
caminamos).
Y ya que
estaba husmeando en los vericuetos de la
Red, y dado que hoy es 31 de octubre (otro mes para donde tú
sabes), me enteré de ciertas curiosidades que deseo compartir contigo:
1512: Se
inauguran los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
1571: Se
recibe en Madrid la primera noticia de la victoria obtenida en la Batalla de Lepanto (¿te
acuerdas de lo de Cervantes, no?).
1790:
Aparición de “Papel Periódico de la
Havana” (por eso lo entrecomillo), primer periódico cubano.
1794: John
Dalton descubre la enfermedad que lleva su nombre.
1850: Sesión
inaugural de las Cortes en su nueva sede de la Carrera de San Jerónimo.
1904: John
Fleming da a conocer la radio de
válvulas en la Universidad
de Londres.
1929: Antoine
de Saint Exúpery (el de El Principito) lleva el primer correo aéreo hasta La Patagonia.
1978: Es
aprobada la actual Constitución española en sesión conjunta del Congreso y del
Senado.
1984:
Asesinan a Indira Ghandi.
1987: Nelson
Piquet se proclama campeón del mundo de Fórmula I.
1992: Juan
Pablo II reconoce que la condena a Galileo fue injusta.
Es una
pequeña muestra. Que siempre es bueno culturizarse. Acuérdate de lo del saber
no ocupa lugar. O la recordada cultura general, norma de obligado cumplimiento
en mi época estudiantil.
Puesto que te
entretuve un fisco, concluyo (lo mismo otro día –o mañana, quién sabe– vuelvo
con más cuestiones menos políticas, aunque lo de San Juan de la Rambla sigue coleando; y
como el alcalde siga empeñado en su intento de aclarar…) con una curiosidad que
a lo mejor desconoces. Si te pregunto por lo que es anestesia, a buen seguro
que me das una perfecta lección de medicina. No obstante, ¿por qué la llamamos
anestesia?
A principios
de 1848 se practicó en la
Maternidad de Edimburgo el primer parto sin dolor mediante la
aplicación de cloroformo a la paciente. La experiencia fue debida al tocólogo
escocés James Young Simpson, pero el sedante fue suministrado por el doctor
John Snow, más tarde Sir John. El fruto de ese novedoso ‘experimento’ fue una
preciosa niña que fue bautizada con el sugerente nombre de… Anestesia.
¿Sabes que
bikini (o biquini) guarda relación con la bomba atómica? Bomba, bombas no. Otro
día. Hasta mañana.
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