No es la
primera vez –me imagino que tampoco será la última– que efectúo un ruego a
Mundo Senior (o al IMSERSO: Instituto de Mayores y Servicios Sociales,
organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad)
para poner en su conocimiento alguna anomalía que yo entiendo fácilmente
subsanable.
Y antes de
elevarla, concédanme licencia para el siguiente recordatorio. Si este jubilado
tuviese algún tipo de responsabilidad en la organización de la temporada de
viajes (culturales, turismo de naturaleza, islas y costas), haría unos ligeros
retoques para que todos los pensionistas que lo deseasen pudiesen optar al
menos a uno. Porque los hay que su asignación mensual es tan raquítica que les
es imposible el acceso. Y como compruebo que hay demasiados aprovechados –basta
con poner la oreja en la dirección adecuada– que ‘abusan’ de su desahogada
situación económica para acaparar múltiples salidas (sé de casos –iban conmigo
en este mi primera salida a Peñafiel, Valladolid– que se jactaban de tener
cinco solo en este primer trimestre), bastaría con una simple reestructuración
del sistema. No parece lógico que se establezca tabla rasa y se equipare a
quienes obtienen rentas empresariales sustanciosas con aquellos otros cuyas cuantías
dinerarias apenas les alcanza para el alimento. Máxime cuando la situación
actual se ha vuelto tan peliaguda que deben mantener a otros familiares.
Para ello
sería menester ‘quitar’ alguno a los privilegiados, incrementarle unos euros en
su aportación y ‘regalar’, si preciso fuere, al menos un viaje, como antes
señalé, a quienes la vida no les sonrió tan generosamente, pero que gozan del
mismo derecho (o más, pues de no acogerse a estos, ya me dirán) para visitar
otras tierras. Y dado que este programa no va a desaparecer porque el
cataclismo económico e incremento del número de parados serían de órdago, y
comprobando que el gobierno nacional, a través del Ministerio señalado, no va a
mover ficha –con tal de que las plazas se cubran, no les importa una
redistribución más equitativa–, mucho tendrían que sugerir, aportar y decir los
servicios de los respectivos ayuntamientos. Y que los concejales del ramo no
miraran para otro lado, porque si nos jactamos de que en los pueblos nos
conocemos todos, actúese en consecuencia. Conozco más de un llorón, o más de
una llorona, que vienen a ser, en el fondo, aquellos que conocemos por ricos
agachados, que… ¡agüita! Y si quieren más detalles, concertamos una entrevista
y hablamos largo y tendido. Pero no aleguen que no hay dinero cuando el
ayuntamiento ramblero se gastó varios millares de euros en una mariscada en
Galicia. Garbeo al que se sumaron alcalde, primer teniente de alcalde y un
concejal, amén de otro personal del ayuntamiento. ¡Ah!, y no presuma Mundo
Senior, o el Imserso, de anunciar que solo se puede solicitar un viaje cultural
o de turismo de naturaleza, cuando hay ‘listos’ que se han ‘mamado’ hasta
cinco. ¿Me entendieron?
En el centro
de la fotografía que inserto, obtenida desde el Castillo de Peñafiel,
observarás el hotel Ribera del Duero. Donde nos alojamos la pasada semana los
componentes del grupo tinerfeño que acudimos a uno de los denominados viajes
culturales. De las visitas que incluía el programa, nada que objetar puesto que
uno sabe a lo que va y cuáles son los contenidos y objetivos trazados. Aunque
dudo de si la acumulación de monasterios, conventos e iglesias es realmente lo
más efectivo o no cabría la posibilidad de otras alternativas, por ejemplo,
museos (no religiosos, claro).
Me imagino
que los hoteles debieron realizar ofertas, en las que se incluirá los menús,
amén de otros servicios, para que sean seleccionados. Como tuvieron que ser
contratados conductores, autobuses, guías, restaurantes de las comidas en ruta…
Pues a este hotel nadie debió ir a realizar una prueba. Porque si su
especialidad para acompañar al segundo plato de la cena es la ensalada en todas
las noches de la estancia, ha conseguido que los 54 ‘viejitos’ aborrezcamos
para siempre jamás aquellos cachos de lechugas (muchísimos), las tiras de cebolla
blanca, el abundante vinagre de aliño y el mísero y raquítico tomate (puede que
de los que aquí llamamos ‘cagones’) que intentaba dar el contrapunto de color
entre tantísimo elemento verde.
No me ha
caracterizado por ponerle pegas a estas actividades que tan baratas nos
resultan. No recuerdo haber escrito jamás un párrafo al respecto. Pero la
ensalada dichosa, esta vez, y esperemos que no sirva de precedente, nos llenó
la cachimba de tal manera que a partir del tercer día fue tema recurrente de
conversación. Fuimos más de uno los que lo hicimos constar en el cuestionario
que se nos entrega en la última noche para realizar la valoración
correspondiente. No sé si surtirá efecto alguno. Por el bien de los grupos que
restan, espero que haya algún cambio. Y nada manifiesto del desayuno, no sea
que me vayan a coger manía. A lo peor es que la instalación no es la más idónea
(por sus dimensiones) para colectivos tan numerosos.
¿Me leerá
algún político? Ponle el cuño. Te apuesto otros 50 céntimos a que sí. ¿Harán
algo? A lo mejor. El circo electoral comienza en el ya inminente 2014. Y votos
con carné de pensionista hay unos cuantos miles. Lo mismo me sorprenden. Por
cierto, fuerte frío en Valladolid. Mi amigo Victoriano tiene toda la razón el
mundo: allí hace tanto pelete que ni cae nieve. Hasta mañana.
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