lunes, 25 de noviembre de 2013

A Mundo Senior

No es la primera vez –me imagino que tampoco será la última– que efectúo un ruego a Mundo Senior (o al IMSERSO: Instituto de Mayores y Servicios Sociales, organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad) para poner en su conocimiento alguna anomalía que yo entiendo fácilmente subsanable.
Y antes de elevarla, concédanme licencia para el siguiente recordatorio. Si este jubilado tuviese algún tipo de responsabilidad en la organización de la temporada de viajes (culturales, turismo de naturaleza, islas y costas), haría unos ligeros retoques para que todos los pensionistas que lo deseasen pudiesen optar al menos a uno. Porque los hay que su asignación mensual es tan raquítica que les es imposible el acceso. Y como compruebo que hay demasiados aprovechados –basta con poner la oreja en la dirección adecuada– que ‘abusan’ de su desahogada situación económica para acaparar múltiples salidas (sé de casos –iban conmigo en este mi primera salida a Peñafiel, Valladolid– que se jactaban de tener cinco solo en este primer trimestre), bastaría con una simple reestructuración del sistema. No parece lógico que se establezca tabla rasa y se equipare a quienes obtienen rentas empresariales sustanciosas con aquellos otros cuyas cuantías dinerarias apenas les alcanza para el alimento. Máxime cuando la situación actual se ha vuelto tan peliaguda que deben mantener a otros familiares.
Para ello sería menester ‘quitar’ alguno a los privilegiados, incrementarle unos euros en su aportación y ‘regalar’, si preciso fuere, al menos un viaje, como antes señalé, a quienes la vida no les sonrió tan generosamente, pero que gozan del mismo derecho (o más, pues de no acogerse a estos, ya me dirán) para visitar otras tierras. Y dado que este programa no va a desaparecer porque el cataclismo económico e incremento del número de parados serían de órdago, y comprobando que el gobierno nacional, a través del Ministerio señalado, no va a mover ficha –con tal de que las plazas se cubran, no les importa una redistribución más equitativa–, mucho tendrían que sugerir, aportar y decir los servicios de los respectivos ayuntamientos. Y que los concejales del ramo no miraran para otro lado, porque si nos jactamos de que en los pueblos nos conocemos todos, actúese en consecuencia. Conozco más de un llorón, o más de una llorona, que vienen a ser, en el fondo, aquellos que conocemos por ricos agachados, que… ¡agüita! Y si quieren más detalles, concertamos una entrevista y hablamos largo y tendido. Pero no aleguen que no hay dinero cuando el ayuntamiento ramblero se gastó varios millares de euros en una mariscada en Galicia. Garbeo al que se sumaron alcalde, primer teniente de alcalde y un concejal, amén de otro personal del ayuntamiento. ¡Ah!, y no presuma Mundo Senior, o el Imserso, de anunciar que solo se puede solicitar un viaje cultural o de turismo de naturaleza, cuando hay ‘listos’ que se han ‘mamado’ hasta cinco. ¿Me entendieron?
En el centro de la fotografía que inserto, obtenida desde el Castillo de Peñafiel, observarás el hotel Ribera del Duero. Donde nos alojamos la pasada semana los componentes del grupo tinerfeño que acudimos a uno de los denominados viajes culturales. De las visitas que incluía el programa, nada que objetar puesto que uno sabe a lo que va y cuáles son los contenidos y objetivos trazados. Aunque dudo de si la acumulación de monasterios, conventos e iglesias es realmente lo más efectivo o no cabría la posibilidad de otras alternativas, por ejemplo, museos (no religiosos, claro).
Me imagino que los hoteles debieron realizar ofertas, en las que se incluirá los menús, amén de otros servicios, para que sean seleccionados. Como tuvieron que ser contratados conductores, autobuses, guías, restaurantes de las comidas en ruta… Pues a este hotel nadie debió ir a realizar una prueba. Porque si su especialidad para acompañar al segundo plato de la cena es la ensalada en todas las noches de la estancia, ha conseguido que los 54 ‘viejitos’ aborrezcamos para siempre jamás aquellos cachos de lechugas (muchísimos), las tiras de cebolla blanca, el abundante vinagre de aliño y el mísero y raquítico tomate (puede que de los que aquí llamamos ‘cagones’) que intentaba dar el contrapunto de color entre tantísimo elemento verde.
No me ha caracterizado por ponerle pegas a estas actividades que tan baratas nos resultan. No recuerdo haber escrito jamás un párrafo al respecto. Pero la ensalada dichosa, esta vez, y esperemos que no sirva de precedente, nos llenó la cachimba de tal manera que a partir del tercer día fue tema recurrente de conversación. Fuimos más de uno los que lo hicimos constar en el cuestionario que se nos entrega en la última noche para realizar la valoración correspondiente. No sé si surtirá efecto alguno. Por el bien de los grupos que restan, espero que haya algún cambio. Y nada manifiesto del desayuno, no sea que me vayan a coger manía. A lo peor es que la instalación no es la más idónea (por sus dimensiones) para colectivos tan numerosos.
¿Me leerá algún político? Ponle el cuño. Te apuesto otros 50 céntimos a que sí. ¿Harán algo? A lo mejor. El circo electoral comienza en el ya inminente 2014. Y votos con carné de pensionista hay unos cuantos miles. Lo mismo me sorprenden. Por cierto, fuerte frío en Valladolid. Mi amigo Victoriano tiene toda la razón el mundo: allí hace tanto pelete que ni cae nieve. Hasta mañana.

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