Expresión que
utilizamos para señalar que algo, o alguien, presenta debilidad o síntoma de ir
a fracasar. Que es diferente de ‘hacer aguas’, o lo que es lo mismo orinar o
expeler la orina. Y en Puerto de la
Cruz parece haber de lo uno y de lo otro. Porque el pueblo no
levanta cabeza. A los tristes espectáculos de la política local se le suman
cada día más reveses.
Hace unos
meses los vecinos de Las Dehesas se pusieron en pie de guerra porque por el
grifo de sus casas salía el agua achocolatada. Hubo, incluso, reunión vecinal
con representantes municipales y del servicio para aclarar –y nunca mejor dicho
o escrito– el turbio asunto. Cuando en otras poblaciones del Norte el exceso de
flúor trae en jaque a la población y Sanidad recomienda no usar el líquido elemento
a los menores, la Ciudad Turística
vuelve a ser la diana del interés informativo porque a varios millares de
portuenses le han tenido que ubicar cubas de suministro, rememorando aquellos
chorros de antaño. Sí, los que se enramaban por San Juan.
Qué imagen
más tercermundista para el turista que pasea los rincones que infinidad de
viajeros han plasmado en fotografías y crónicas. No alcanza uno a comprender
cómo es posible que en pleno siglo XXI se produzcan hechos de tal calibre. Lo
cierto es que vuelve a llover sobre mojado y al equipo de Marcos Brito se le
sube otro viajero al carro de los despropósitos. Y como no se acometen
soluciones definitivas sino parcheos, y a los reiterados casos me remito, el
ciudadano se cuestiona si va a tener que abrir nuevo capítulo de gastos en su
depauperada economía para la compra de las botellas. Juegan con nuestros
bolsillos y con nuestra salud sin el más mínimo recato. O piensan los grupos
que conforman el pacto de gobierno que los portuenses disponen de sueldos equiparables
a los que perciben los ediles.
Observar a
los vecinos de varios barrios acudir a la plaza con sus recipientes, me hizo
retroceder a épocas que uno creía desterradas y sumidas en el más profundo de
los olvidos. De cuando íbamos a cargar en el canal, primero, o en la fuentes
públicas (en el chorro), después, para tener en casa la necesaria para la
comida y el aseo personal. Recomiendo la lectura de un pasaje de Pepillo y
Juanillo a sus ilustrísimas señorías.
Tan penosa la
fotografía como el panorama, señor alcalde. Haga un tremendo favor al abnegado
y noble pueblo y retírese ya. Siga el camino de otros correligionarios y no
sumerja más en la desdicha a unos vecinos tan necesitados de ilusión como de
agua bien potable. A lo peor piensa usted que se halla en la década de los
setenta del siglo pasado, cuando comenzó su andadura en la cosa pública, y cree
suficiente la denominada “tajea” honda. La que pasaba algo más al norte de
Punta Brava, en aquel entonces María Jiménez.
Otro que no
le va a la zaga es nuestro estimado presidente. No contento con su dominical
refrito, ha metido sus narices en el género epistolar. Primero a Rajoy, pero como
Soria le insinuará que ni caso, realiza una fotocopia y se la envía al mismísimo
monarca. Para advertirle de los peligros secesionistas que el ninguneo popular
puede acarrear. El Borbón, que se hallaba hospitalizado por vigésima nona vez,
al leer la misiva, saltó de la cama y llegó hasta el teléfono (Sofía le había
quitado el móvil) sin necesidad de agarrarse a muleta alguna.
El ayudante
de cámara (¿o no se dice así?) quedó haciendo cruces tras escuchar la serie de
improperios que Juan Carlos había desembuchado. Quiso entender que el
destinatario era el gallego Mariano. Luego llamó a Felipe y le dijo que alegara
cualquier excusa para no viajar a Brasil (de ahí lo de la avería técnica del
avión). Ahora mismo, una vez recibida el alta hospitalaria, hállase reunido en La Zarzuela el gabinete de
crisis real. Se intenta colar al yernísimo en La Mareta conejera. Bien es
sabido que en la Isla
de los Volcanes es donde más se ha estudiado la variopinta casuística de los
tejemanejes.
Rivero,
mientras, apoyado por un pletórico Rubalcaba, dictó en Madrid otra más de sus
conferencias magistrales (que no de magisterio). Y con esa pose de envido siete
que solo él sabe representar, se ratificó en cada uno de los párrafos de la
carta. Como los socialistas canarios están muy cómodos gobernando con CC,
aplauden con las orejas las ocurrencias del Pollito de El Sauzal (que Juan
Manuel García Ramos se lo quite). Tanto que ya se olvidaron de que habían
propuesto el cambio de Willy García. Lo mismo apuestan por Manolo Artiles. O
por el cierre, cuando terminen de hacer la suma en el capítulo de deudas. En
ese instante puede que los periodistas del medio protesten airadamente. Como
los de Valencia. Y recurrirán al pataleo bajo el manto y amparo de la
profesionalidad. Aspecto que en el presente inmediato prefieren soslayar. Pues
sigan con los bodrios y en la luna. Cuando aterricen, reclamen solidaridad.
Voy a dar una
vuelta por San Antonio, La Vera
y Las Dehesas para comprobar si Aqualia ya le solventó la papeleta a Marcos.
Creo que está pensando muy seriamente ubicar una potabilizadora en el nuevo
parque marítimo, muelle deportivo y comercial…
Hasta mañana.
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