No fue en el
corazón del océano, a saber mar adentro (o muy adentro, si estás algo más
lejos). No surgió una isla misteriosa tras disiparse la niebla contra la que se
dieron sonado estampido. Qué va, fue allí mismito, casi en la orilla, nada más
salir de la rada de La Villa,
antes de alcanzar la altura de la playa de La Guancha, donde le dicen El
Bufadero. Y no iba guiada la nave por ningún cabrito (ahí menos llegaron), sino
que se trataba de un experto y consumado navegante el que patroneaba, o
capitaneaba, el catamarán. Tan versado en las travesías de larga distancia
(ganador de numerosas regatas colombinas, esas que nos llegan desde la onubense
Punta Umbría), debió creer el marinero Iñaki Domínguez que para tan corto
recorrido no le hacía falta la brújula y en lugar de enfilar hacia el sur
(Playa Santiago), agarró la dirección de la carretera a la Degollada de Peraza
(algo así como SO) y ni al Cristo de El Machal le dio tiempo de mandarle un
silbido de aviso.
Alegan las
crónicas que el mejor escribiente tiene un borrón. Pero en mala hora fue a
chocar la embarcación. Porque en estos días La Gomera se encuentra en el
cénit o punto de mira informativo con el
rodaje de la película que dirige Ron Howard. Hito que atrae la atención en las
lindes de San Sebastián con Alajeró y que congrega la atención mundial en la
isla colombina. Amén de la alegría inmensa de los propietarios de los comercios
de la zona, quienes han visto incrementadas sus ventas merced a la avalancha de
gentes que la productora del film ha traído.
Lo llamativo
del caso es que ese ‘trayecto’ ya era harto conocido, pues el director se había
dado sus buenos garbeos en busca de rincones, parajes o platós naturales en los
que ubicar, para que nade a sus anchas, a la Moby-Dick de Herman Melville.
En consecuencia, deduzco que el ‘chófer’ de la lancha se pudo haber mandado un
par de rones (a la salud del que corre con todos los gastos) antes de poner el
motor en marcha o se dedicó a mirar para donde no debía. A lo peor la culpa fue
de Elsa Pataky, quien pudo ponerse melosa con Chris Hemsworth en el momento
menos adecuado, que como todos sabemos, o hemos escuchado, es el del despegue.
O quizás habrá que lamentarse por no haber en la actualidad línea que cubra la
mentada como ruta interior y tener que recurrir a estos alquileres de ocasión.
Nadie me ha
informado de los daños sufridos por el Macano Quinto (los pasajeros, todos
bien), ni si la aseguradora cubrirá los posibles desperfectos o si acabará en
el complejo de El Revolcadero, que le queda ahí, a tiro de piedra. Pero el afer
es –no podía ser de otra manera– de película. No parece el momento más idóneo
para el percance, cuando todos dirigimos nuestras miradas a La Gomera. Parece que me estaban
acechando, se lamentará el desafortunado marino. Es como cuando te metes un
estampido contra una farola en el preciso instante en el que varios curiosos
observan tus andares. O quizás no debemos darle más vueltas y fue algo más
simple. Por ejemplo: se agachó a recoger la muñeca de la niña que se había
caído al suelo y soltó el timón por dos segundos. A todos nos ha pasado algo
similar en el coche, ¿no?
Anécdotas al
margen, me alegro de que la isla –también le está ocurriendo a la oriental
Fuerteventura– se revitalice. Desde el Tecina hasta el último bar de la
avenida, o mejor, hasta la punta del muelle, se nota movimiento. Mucho. Y eso
es bueno. Que no están los tiempos para desaprovechar oportunidades. Y esta se
la han brindado en bandeja. El accidente ha sido un elemento ‘positivo’
añadido. Como no han surgido daños colaterales, bienvenido sea. Un poco de
‘chapa y pintura’ y a navegar de nuevo. Eso sí, con algo más de precaución.
Hasta mañana.
Extraordinario artículo Jesús, con un humor envidiable y tan real el comentario que hasta parece que a Iñaki se le ha caído la muñeca.
ResponderEliminarGracias por hacernos llegar noticias comentadas como nadie.
Besos a Fernando Estévez y Huaracheros.para ellos mis mejores deseos.