(II) De hace trece años, de cuando transitaba
Radio Realejos. Creo que no cambiaría demasiado. En fin, juzguen ustedes:
Muy loables son todas estas iniciativas que
pretenden la recuperación de zonas que por mor de nuevos trazados viarios han
ido quedando al margen de carreteras, autovías y autopistas. Es buena manera
para que las gentes encuentren espacios en los que pasar unas horas de relax y
divertimento. La zona recreativa de La Higuerita, barrio a caballo entre Puerto de la Cruz y Los Realejos, que ha salido
en todos los medios de comunicación por su famoso puente que atraviesa la
autopista, tuvo, desde sus inicios, una gran aceptación. Es normal encontrar
allí excursiones de diferentes colectivos, fiestas de cumpleaños o cualquier
otra cita que requiera un espacio en el que pueda desenvolverse un grupo más o
menos numeroso. Hay días en los que no cabe un bicho.
Por ello, el parque se está ampliando. Se ha
ganado una buena cantidad de metros cuadrados hacia el oeste. Y allí, con la
protección de una hermosa hilera de palmeras, se viene ejecutando una serie de
reformas. Se procedió, en primer lugar, a la limpieza profunda del espacio, que
se había ido llenando de maleza. Tras lo cual se han ubicado nuevos fogones y
se construye una pared de piedra que delimita la zona y evitará que los futuros
usuarios puedan caer en la tentación de traspasar esos límites para ir a
desembocar en la autovía, con el consiguiente peligro de atropello. Y está bien que así se haga, porque la
proximidad de una curva y la permanente invitación de los automovilistas a las
altas velocidades, amparados en la disminución notable de tráfico, constituye
un peligro evidente. Por cierto, uno que está acostumbrado a dar una caminata
de vez en cuando, comprueba cómo a la altura de la entrada al barrio, también
al de La Cooperativa, donde existe una limitación más que notoria, se están
alcanzando velocidades de vértigo. Y cuando pienso que tuve la desgracia
personal de soportar un accidente de un familiar con resultado mortal, se me
ponen los pelos de punta. Se impone,
pues, que se realicen unos controles drásticos, porque la dejadez puede
conducir a situaciones lamentables. El disco que nos indica una velocidad
máxima de 60 Km/hora, que abarca un buen trecho de la zona, de bien poco está
sirviendo.
Los Realejos, que ha vivido, y vive, una
explosión demográfica importante, pero no uniforme, está necesitado de espacios
libres, de lugares de ocio y recreo. Por eso, estas iniciativas son merecedoras
de todo tipo de parabienes. Demasiadas urbanizaciones en Realejo Alto, San
Agustín y Toscal-Longuera, por ejemplo, sin alternativas para la infancia y
juventud. Porque los escasos parques infantiles son conejeras que no gozan de
las mínimas condiciones que la movilidad de esas edades exige. Pero no sólo ellos, que los mayores también
estamos necesitados de ciertos dispendios a las tareas diarias. Aunque nos
deleiten los sordos de turno con modernos aparatos musicales que despiden gran
cantidad de decibelios. Y es que, como ellos manifiestan, hoy se fabrican unos
aparatos que te cagas. Yo no diría tanto, pero sí que te dejan los tímpanos
retumbando durante un buen rato.
Finalizo con un ruego: entre La Higuerita y Barranco de
Ruiz existen más espacios muertos; bueno, mejor, inhabilitados. Si los
aprovechamos, todos saldremos ganando.
Hasta la próxima.
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