Con Fernando
Estévez suelo compartir mesa y mantel, si las ocupaciones y la próstata nos lo
permiten, una vez al año. Que desde esta última oportunidad, en Casa Yeye de
las Mercedes, hemos fijado en el primer sábado del mes de junio, por órdenes
directas del organizador mayor del tinglado, el común amigo, icodense y
realejero, Juan José Martín (Chene, para la grey), y bajo la atenta –y a veces
severa– mirada del comandante en jefe, y victoriero de pura cepa, Manuel Afonso
Carricondo (MAC para los amigos). Formamos un bien avenido grupo de estudiantes
de Magisterio. Sí, con mayúscula. De los de la vieja Escuela Normal lagunera en
Heraclio Sánchez, esquina Dr. Zamenhof. Y con Fernando disputamos en noble lid
no solo puestos elevados en aquella promoción de maestros, sino también en los
exámenes para ingresar en las milicias universitarias.
Pero hoy no
nos concita el recuerdo estudiantil, sino un acontecer que no sé si tiene
precedente en el campo musical, en la faceta artística y cultural. Porque el
colectivo del que ahora es parte activa Fernando, puede enarbolar bien alto una
bandera denominada canariedad, de la que algunos se atreven a alardear desde la
más supina ignorancia y al socaire de vientos (políticos) supuestamente
favorables.
En atento
e-mail (cómo nos modernizamos) me comunican que Los Huaracheros cumplen 70 años
en esto de la Canción
Canaria, y tal efeméride la celebrarán con la presentación de
un nuevo CD (¡que apenitas nos costó!, me enfatizan) en el Auditorio de
Tenerife el 23 de este mes de noviembre (sábado), a las 9 de la noche. Un disco
que lleva por título “Canciones de oro” y en el que colaboran artistas como
Braulio, Luis Morera, Mary Sánchez, Benito Cabrera, Los Sabandeños, Chago
Melián, Javier Castro ...
Uno,
afortunadamente de naturaleza inquieta, ha osado inmiscuirse en unos dieciocho
mil berenjenales a los largo de su existencia. Que se traduce en varios años
menos de los que pueden presumir Los Huaracheros. Lo que es handicap a título
individual, se torna en mérito cuando de un colectivo se trata. Y algunos
trabajillos han surgido de tan modesta pluma. Que le han conducido a campos
bien dispares de lo que su profesión marcaba. Y la pertenencia esporádica en
dos grupos folclóricos coadyuvó a inmersiones en facetas novedosas.
De tal suerte,
en ese husmear, hallé un viejo libro (Folclore y canción, de Diego García
Talavera, 1978), del que copié: Canción canaria (a diferencia del folclore
canario, que es la música popular que nadie ha inventado y que el pueblo ha ido
arrastrando a través de su historia) es un tema con texto y música inspirada en
el folclore (nace con el auge de los medios de comunicación y la industria
discográfica).
Podemos
diferir en el contenido que encierra este último paréntesis, quizás discrepemos
del propio concepto de este tipo de manifestación musical, puede que, por lo de
para gustos colores, establezcamos diferencias de apreciación, pero no sería justo
negar que Los Huaracheros se han erigido en leyenda viva de la canción popular
canaria. Más que grupo, es sentimiento convertido en tradición que atesora
música e historia en dilatado repertorio. Son, y permítaseme el símil
gastronómico, el ingrediente fundamental del guiso.
Setenta años
merecen consideración y respeto. Aspectos que, y lo sé de buena tinta, han sido
obviados por quienes no han sido capaces de comprender, de captar el hálito que
dio lugar al inicio de tan emblemática formación en los primeros años de la
posguerra, fruto de un afortunado embarazo en plena contienda (in)civil qué
germinó en un “Siete Rosas”, cuyas notas inocularon Canarias allende los mares.
Varias han
sido las ocasiones, y a través de diferentes cauces, en las que he elevado
protesta de cómo los repartos, en forma de subvenciones, parecen dirigirse, de
manera machacona e inexorable, a idénticos destinatarios. Como si colectivos
privilegiados –no discuto valías– estuvieran siempre atentos al lugar de la
subasta para la recolección de las viandas de rigor. Se arrogan los unos
(repartidores) y los otros (beneficiarios) la representatividad de lo nuestro.
Y en las componendas del amiguismo más descarado, tras las giras generosamente
gratificadas, alcanzamos paradojas que se traducen en repartos de dividendos.
Atrás, muy atrás, quedan aquellos duros años en que el grupo que hoy da título
a nuestro post, como pudieron serlo asimismo la ya mentada Mary Sánchez o María
Mérida, fueron embajadores de nuestra tierra. Y allá por donde dieron a conocer
su trabajo, con enormes dosis de ilusión pero sin un duro en el bolsillo, fue
Canarias leitmotiv. Ahora también, no lo discuto ni lo debato, pero qué
diferencia: las penas con pan, son menos.
En fin, largo
y tendido podría platicarse –y escribirse– de cómo, aun en épocas de crisis,
sigue habiendo hijos y entenados. Mas no era ese el meollo de la cuestión, de
nuestra cuestión. Corresponde felicitar efusivamente a Los Huaracheros y desearles todos los
éxitos y parabienes en esta próxima presentación musical. Canciones de oro que
bien pueden serlo de diamante. Y sin las alharacas de los que vuelven por
Navidad. Desde este humilde blog (a los periodistas del Norte nos quieren los
medios de comunicación tradicionales para colaborar desinteresadamente y ya lo
publicarán cuando haya un hueco), el deseo inmenso de que les vaya bonito este
próximo 23 en el Auditorio. Puede que no sea Pepillo y Juanillo el vehículo que
ustedes, amigo Fernando, se merecen, pero puedes tener la más absoluta certeza
de que haré llegar estas líneas a los contactos, con el ruego de que lo hagan
llegar a los suyos. Así, este enemigo acérrimo de las cadenas, contribuirá por
un día, con la excepción de rigor, a que tenga lugar una bien grande. Se lo
merecen. Solo los “locos” que se queman las pestañas en preparaciones y
ensayos, con sinsabores y fatigas, con incomprensiones y amargas penas, son
capaces de captar cómo es posible –ha sido posible– permanecer setenta años en
el candelero.
Mis más
efusivas felicitaciones. Mi más cordial enhorabuena. Y a seguir en la brecha. A
por otros tantos. No puedo asegurarte, Fernando, que me halle presente en la
ceremonia de ese 140º aniversario. No obstante, lo intentaré, por mí que no
quede. Y gracias por enviarme el correo y concederme la oportunidad de redactar
estas líneas. Ha sido un honor y un placer.
Felicidades Jesús por ese este escrito tan magistralmente redactado. Desde aquí quiero unirme a la felicitación a los Huaracheros, en especial a nuestro común amigo y mejor persona Fernando Estévez. Un abrazo Jesús. Cuídate. MAC
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