Para don
Manuel Domínguez, alcalde realejero, los contestatarios del PGO son meros
criticones. Me imagino que también utilizará el calificativo para valorar las
ruedas de prensa que suelen hacer los grupos municipales cada final de año y en
las que hacen balance de su gestión. Como la reflejada en la primera fotografía
que acompaño. Que está algo más ‘decente’ que la segunda –copiada de una
información aparecida en una red social–, pues dado que el mentado mandatario
me tendrá ubicado en el grupo de los que opinamos y discrepamos, y aprovechando
que el Barranco de Godínez pasa por un lugar equidistante entre mi casa y el
ayuntamiento, me pregunto si no había otra instantánea algo más compuesta.
Porque si la cara es el espejo del alma, diríamos que es más propia de un
velatorio que de una cita con los medios de comunicación.
Que no,
Manolo, aquí en Canarias, comunidad en la que tú pretendes ser futura autoridad
(se te sumó Antonio Castro a los de dos mandatos en el mismo cargo, chiquita
jeta tiene el fulano), criticón es otra cosa. No nos metas en el mismo saco a
los que opinamos diferente que tú. Da la impresión de que quieres equipararnos
a los que en el bar, en la plaza o en cualquier esquina de un barranco lanzan
diatribas sin ton ni son, más vacías que el cerebro de algunos políticos y con
menos contenido y calado que el puerto del Puerto. Me extraña sobremanera que
los –nos– equipares a chanchulleros, máxime cuando ahora los mayores del reino te tienen en buena
estima.
Una crítica
es un examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se
expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc. Y
una persona crítica es aquella que habla culto, con afectación. En nada, pues,
se asemeja a tu interpretación. El populismo suele jugar malas pasadas. El
criticón todo lo censura y moteja. Parece mentira que deba ser yo, felizmente
jubilado de mis tareas docentes, el que tenga que reprocharte estos deslices.
Es lo que te vengo indicando desde tiempo atrás: la dicotomía, la encrucijada,
la duplicidad. ¿Lo dudas? Claro que soy crítico, primero conmigo mismo y luego
lo de la añadidura.
Cuando te
escuché la palabreja me acordé de aquellos felices años en que estudiábamos
literatura en el bachillerato. Y la mente me trasladó al escritor barroco
Baltasar Gracián. Dado que guardo ciertas simpatías por ese movimiento,
permíteme estas pinceladas:
Baltasar Gracián y Morales (Belmonte de
Gracián, Calatayud, 8 de enero de 1601, Tarazona, Zaragoza, 6 de diciembre de
1658) fue un escritor español del Siglo de Oro que cultivó la prosa didáctica y
filosófica. Entre sus obras destaca El Criticón –alegoría de la vida humana–,
que constituye una de las novelas más importantes de la literatura española,
comparable por su calidad al Quijote o La Celestina.
Su producción se adscribe a la corriente
literaria del conceptismo. Forjó un estilo construido a partir de sentencias
breves muy personal, denso, concentrado y polisémico, en el que domina el juego
de palabras y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas. El resultado
es un lenguaje lacónico, lleno de aforismos y capaz de expresar una gran
riqueza de significados.
El pensamiento de Gracián es pesimista, como
corresponde al periodo barroco. El mundo es un espacio hostil y engañoso, donde
prevalecen las apariencias frente a la virtud y la verdad. El hombre es un ser
débil, interesado y malicioso. Buena parte de sus obras se ocupan de dotar al
lector de habilidades y recursos que le permitan desenvolverse entre las
trampas de la vida. Para ello debe saber hacerse valer, ser prudente y
aprovecharse de la sabiduría basada en la experiencia; incluso disimular, y
comportarse según la ocasión.
Lo que
Gracián considera mundo, estimados cargos públicos, es para Jesús la actual
clase política, amén de bancos, muchos medios de comunicación… Y en mis
artículos solo pretendo, y no es poco, hacer pedagogía. La misma que utilicé en
toda mi vida profesional, incluyendo aquellos cuatro años en el ayuntamiento
(eran otros tiempos), de los que dos y medio estuve en la alcaldía (récord
Guinness, por abajo; el que me sustituyó, por arriba. El que vale, vale; y el
que no, para maestro de escuela. Por eso yo volví; él, no).
En la novela
de Gracián hallamos dos personajes. Y en ellos conjuga la visión del mundo y la
vida humana en general. Critilo es el hombre juicioso, en el que predomina la
razón, prudente, sagaz, adiestrado por la experiencia, como atestigua la raíz
griega kríno, ‘juzgar’, que le da nombre. Andrenio remite por igual a una voz
griega (aner, andrós, ‘hombre’), que esta vez es símbolo del hombre natural,
sin experiencia ni educación, víctima de sus pasiones y apetitos.
Al final,
Andrenio, como le ocurriera a Alonso Quijano en la obra cervantina, acaba por
ser un hombre bajo el ejercicio de la razón,
del juicio. Todos, y esa es aún mi esperanza, acabaremos por ver molinos. Lo
malo, y es el caso que nos atañe, es cuando encubrimos procederes, actuaciones,
desde ópticas diferentes, bajo la influencia de desdobles de personalidad
evidentes, en el vano propósito de abarcar, o acaparar, modelos de conducta
bien dispares.
Concretemos,
verbigracia. Se han lanzado los populares (agüita en cómo cumplen las consignas
las Nuevas Generaciones) a cantar excelencias del descenso en el número de
parados, que no en creación de empleo. Pues por esta aclaración anterior, ya
soy un criticón. Nada se comenta de los que han tenido que emigrar o de los que
se han quedado sin subsidio. Ni de que las supuestas mejoras se han conseguido
a costa de los más débiles. Más criticón todavía.
147.385
personas menos en las listas del paro que en 2012. 85.041 personas menos
afiliadas a la
Seguridad Social (a pesar del notorio incremento, 64.097, en
diciembre pasado). ¿Puede algún popular –si es de los jóvenes que se lanzaron a
las redes sociales a bailar sobre una pata sola, mucho mejor– hacerme el favor
de casar ambas cantidades y darme una explicación convincente? ¿Qué está por
arriba de criticón, Manolo?
Más del 90%
de las contrataciones habidas en este pasado mes fueron temporales (muy corto
temporales, los denominaría yo) por obras y servicios o cuando no eventuales
(muy eventuales, si me conceden licencia). ¿A qué jugamos? Claro que me alegro
por los que han accedido a un puesto de trabajo, pero a este ritmo no podremos
salir del túnel jamás. Y cada vez somos más los jubilados y menos los que
cotizan. Por supuesto que resurgiremos tras y de la crisis a pesar de los
gobiernos. Creo que lo haríamos antes si no estuvieran interfiriendo.
Y no mareen
con la prima de riesgo. Los criticones miramos asimismo lo que ocurre en otros
países. Y más del 60% del descenso de parados tuvo lugar en comunidades
autónomas no gobernadas por el PP, bastantes escasas, por cierto. ¡Ah!, en las
maduras, qué buenos somos, y en las verdes, la globalización.
Menos mal que
Mundo Senior sigue meneando el mercado. Y ahí estoy yo. Criticón pero aportando
mis euros a la batidora de la microeconomía.
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