Sábado, 11 de
enero de 2014. Tras el copioso desayuno –qué atrevimiento– agarro el fotingo
(VW Polo, 0892 HDW) y me dirijo, por Vidreres, hacia la antigua N-II (ahora
A-2) en dirección a Girona (capital). Se halla en obras, por lo que durante
muchos kilómetros hay que armarse de paciencia.
En Figueres,
capital del Alt Empordà y ciudad natal de Salvador Dalí, el recorrido de rigor
para plasmar las curiosidades pertinentes, destacando, quizás, los huevos del
pintor. Bueno, echa tú una visual y me contarás.
Otra parada
en Castelló d´Empuries (lavaderos, harinera y una tienda pequeña de jabones).
¿Cómo? Ve tú.
Empuriabrava,
la Venecia
catalana, con una cantidad de yates que ya bien lo quisiera nuestra cercana
Ciudad Turística. Pero observa las fotografías, porque si establezco
comparaciones me saltan al cuello los defensores del gran puerto comercial,
turístico y recreativo de La
Ranilla.
Enorme el
Golfo de Roses, acostumbrado uno a las pequeñas bahías existentes en la isla,
pero un día algo chungo para utilizar la cámara.
Rumbo a
Cadaqués por una carretera que me recordó la subida a Erjos y posterior
descenso hacia Santiago del Teide, pero con mucho menos tráfico. Pueblo
encantador que bien merece gastarse un par de rollos. ¿Te acuerdas? Pues no
llevé yo bastantes de ellos a Valero en La Orotava.
Retornar unos
kilómetros y desvío a Port de la
Selva, otro precioso pueblo costero. Lástima, insisto, de lo
desagradecido del día, con una luminosidad pobre. Seguir carretera de la costa
hasta Llançà (fotos por al trayecto), donde enlazamos con C-260, dirección
Figueres nuevamente, para volver al hotel a media tarde (en Canarias), pero ya
de noche en estas latitudes.
¿Y cómo te
atreves a coger un coche por esas carreteras que no conoces? Jolines, ¿ya vas a
empezar con la matraquilla de siempre? Ni que fuera verano.
Mañana
descanso. Hasta la próxima. Que deberá ser, si San José Obrero no lo remedia,
el lunes 27. Hasta entonces.
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